Dios nos salva por medio de la fe en su Hijo. Luego nos da una nueva naturaleza, fortalecida por el Espíritu Santo que viene a vivir dentro de cada cristiano

“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1ª Pedro 1:3-5).
La humanidad fue creada para tener una relación con Dios, pero dicha relación se rompió cuando el pecado entró en el mundo a través de Adán y Eva. Ahora cada ser humano está alejado del Señor. Sin embargo, la esperanza no está perdida, porque Él tenía un plan de salvación en marcha incluso antes de la creación: cuando llegara el momento adecuado, el Hijo de Dios pagaría el castigo por el pecado de la humanidad con su muerte expiatoria, abriendo la puerta para nuestro perdón y reconciliación con el Padre celestial.
Porque Él es misericordioso, Dios nos salva por medio de la fe en su Hijo. Luego nos da una nueva naturaleza, fortalecida por el Espíritu Santo que viene a vivir dentro de cada cristiano. El Espíritu transforma nuestro carácter a la imagen de Cristo y nos permite vivir en santidad y obediencia. Y algún día nos presentaremos ante nuestro Padre y seremos bienvenidos a nuestra herencia celestial.
Necesitamos estas verdades plantadas en nuestra mente para que podamos comprender no solo nuestra necesidad espiritual, sino también la bondad y el amor en el asombroso plan de salvación de Dios. Él ha demostrado su cuidado por nosotros cuando más lo hemos necesitado. ¿No proveerá Él, entonces, para cualquier otra necesidad en nuestra vida?
Charles F. Stanley
Pastor, maestro y escritor