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¿Puede un cristiano ser socialista?

No se puede ser un cristiano auténtico y ya la vez socialista, así como tampoco de una fuente no sale agua dulce y amarga a la vez

Discutir respecto al socialismo debe dejar de ser un tabú para la iglesia en nuestros días. Hay la necesidad de traer a la mesa de debate este álgido tema por diversas razones estructurales, y quizás, la más resaltante tenga que ver con el rápido crecimiento de esta ideología política en todo el hemisferio occidental.
En la actualidad, cerca de 1.700 millones de personas se entregan al socialismo en todo el mundo, sin conocer a fondo la esencia de esta doctrina.
Siendo que el socialismo es el enemigo confeso del cristianismo, es pertinente conocer más respecto a esta religión que hoy devora al mundo cual bestia sedienta y hambrienta.
Me gustaría exponer de manera breve en este artículo las diferencias antagónicas existentes entre el cristianismo y el socialismo.

  • El socialismo es una ideología materialista, cuyo objetivo principal es la distribución de la riqueza y bienes obtenidos del trabajo. En este sentido, todo pensamiento fundamentado en lo temporal, rechaza por ende la sustancia o lo espiritual. Desde esta concepción del mundo, los socialistas creen que es lo material y no lo intelectual lo que determina todo. En esta línea, se afirma que Dios es una invención humana producto del miedo, siendo la iglesia el mecanismo para controlar a las masas. Es por ello, que el socialismo como ideología humanista -“donde el centro de todo es el hombre”- se fortalece de las ilusiones humanas. Por otra parte, en el cristianismo el universo y todo lo creado está fundamentado en la idea creacionista donde el espíritu, la idea y sustancia es lo que determina el universo y lo constituido.

Sobre la base de este principio, la preeminencia de los valores humanos son esenciales en una sociedad contraria a las enseñanzas de Federico Engels, Karl Marx, Rosa Luxemburgo y Friedrich Nietzsche. Este último, afirmaba que el cristianismo es la religión de los débiles, y que Dios es una gran mentira. En su  libro “El anticristo, Una maldición sobre el cristianismo”, nos expresa gran parte de su tesis, mientras de Karl Marx sentencia que ‘el cristianismo en el opio del pueblo’.

  • El socialismo no cree en los principios morales y éticos. Se asume la prédica de Nicolás Maquiavelo -“el fin justifica los medios”- para obtener el poder es permitido exterminar el orden establecido declarando como mecanismos burgueses para oprimir a las masas (fe, matrimonio, trabajo, iglesia, familia original, estados nacionales, propiedad privada etc…).
  • El socialismo es una religión laica que se aprovecha de las miserias humanas y las ilusiones y aspiraciones de los desposeídos. Bajo este pretexto se justifica la violación de la propiedad individual, la dignidad del ser humano y el derecho a la privacidad asumiendo en el interés colectivo esta por encima del individual. Bajo estas prácticas, los regímenes socialistas han asesinado a cerca de 120 millones de personas en todo el mundo. Esta religión suplanta al Dios creador del cristianismo, cuyo sustento se encuentra en el espíritu, amor, fe y demás valores contenidos en el alma humana por el dios “Estado”.

El socialismo finalmente ha sido uno de esos anticristos que ha engañado aun a líderes cristianos en este tiempo, mostrándole atajos para la felicidad y la salvación sin transitar el camino de la cruz

Es preciso señalar que no existe relación alguna entre estas dos cosmovisiones de mundo. El criatianismo no está sujeto a las riquezas materiales. Su virtud más grande está fundamentada en el amor y no en el petróleo, oro o empresas. Para el cristianismo, la raíz de todos los males es el amor al dinero. Para los socialistas, la raíz de todos los males es en manos de quién está la riqueza y los medios de producción… lo que finalmente hace que el dinero sea la esencia de su religión.
Es preciso meditar respecto a este asunto, la humanidad está urgida por cambios estructurales y sociales. La historia ha demostrado que las ideologías fundamentadas en lo material perecen.  Ni el capitalismo, cuyas virtudes yacen en la producción y el desarrollo competitivo personal, pero que trae desigualdades e injusticias sociales; ni el socialismo, cuya debilidad más grande es la aniquilación de la capacidad de pensar, de creer y crear ha dejado resultados favorables. El socialismo, al hacer del Estado su “dios” coloca las atribuciones divinas al mismo.
Del capitalismo rescatemos las libertades individuales, respeto por la propiedad y la libre competencia, pero desechemos las desigualdades ayudando a los más débiles. Del socialismo tomemos la capacidad para distribuir riquezas materiales entre los pobres, pero en manos de iniciativa individual.
Millones de personas hoy corren a los brazos del comunismo en busca de saciar la sed de justicia, pero la iglesia que es intercesora social por excelencia ha perdido ese rol.
No se puede ser un cristiano auténtico y ya la vez socialista, así como tampoco de una fuente no sale agua dulce y amarga a la vez. El socialismo en cualquiera de sus expresiones; Moderada (socialdemocracia) o Radical (comunismo) representa una amenaza para la fe del mundo, para la libertad de millones de personas que subsisten bajo las victorias obtenidas por el cristianismo. El socialismo finalmente ha sido uno de esos anticristos que ha engañado aun a líderes cristianos en este tiempo, mostrándole atajos para la felicidad y la salvación sin transitar el camino de la Cruz.

Guillermo García
Politólogo

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