El rey Salomón nos instruye sobre la necesidad de adquirir y atesorar la verdad. La verdad trae bienestar y provecho; congruencia personal. Por el contrario, la falsedad –la mentira, el engaño –destruye nuestra integridad, y acarrea la pérdida de la confianza, y con el tiempo acarrea resultados negativos. Algunas personas tienen la tendencia a decir verdades a medias o mentiras blancas, o sesgar / disfrazar la verdad, para evitar incomodidades, desaprobación o consecuencias negativas, o vivir en la negación de la realidad por temor a enfrentarla. Pero vivir de espalda a la verdad afecta nuestra integridad, y eso a la larga mina el carácter; destruye además la necesaria congruencia para el desempeño efectivo, y la influencia que como líderes podamos generar. Lo cierto es que en cualquier circunstancia en que renunciemos / falsifiquemos a la verdad, habremos experimentado pérdida: en la vida personal (falta de congruencia), en nuestra reputación (descrédito, imagen devaluada), en las relaciones (falta de confianza, incertidumbre, ambigüedad), en nuestro liderazgo (perdida de la capacidad para influir), en los resultados de nuestros negocios (mayores costos, pérdida de la fidelidad de clientes y relacionados, baja plusvalía), entre otros. La verdadera integridad demanda una orientación hacia la verdad, lo cual implica decir la verdad: no decir falsedades / mentiras, no callar la verdad. Los líderes e instituciones que no dicen la verdad, o la retienen o la camuflan, terminan por generar un ambiente de mucha incertidumbre y ambigüedad en la relaciones, pues, ante tal práctica, le gente no sabe qué esperar de ellos, y les cuesta depositar su confianza, pues no tienen la convicción de que están en la realidad. En tal situación se pueden sentir manipulados, o usados, o engañados.La pregunta clave es: ¿Preferimos los «beneficios» inmediatos de la mentira y el engaño, y estamos dispuestos a pagar las consecuencias negativas en el largo plazo; o por el contrario, optamos por caminar en la verdad, a pesar de las incomodidades y riesgos de andar bajo el peso de ella, pero cosechando el fruto positivo en el largo plazo? ¿Cuál es el precio que estás dispuesto a pagar por la verdad? Salomón no nos dice que la debemos obtener sin pagar algún precio por ella. La verdad tiene su costo. ¿Compramos la verdad o «invertimos» en la mentira y el engaño?
Los costos de la verdad
Desarrollar apego a la verdad demanda un compromiso firme, y adoptar la verdad como un principio rector en nuestra vida. Implica además pagar un precio: asumir responsabilidad por resultados negativos, recibir el rechazo / críticas de algunas personas, entre otras. No es fácil ser veraz. Con frecuencia mentir es mucho más fácil –aparentemente más conveniente– que decir la verdad; para no meterse en problemas, comprometer el trabajo, perder un negocio, y mil razones más. Pero en el largo plazo, la verdad se impone, y el posicionamiento como personas confiables e integras, termina por beneficiarnos en nuestro liderazgo. Y la principal recompensa que cosechas al practicar la verdad, es la confianza. La confianza no sólo tiene un valor moral y relacional, sino también financiero y económico.
Practicar la verdad es esencial al ejercicio del liderazgo
Por otra parte, la verdad es esencial en el ejercicio del liderazgo que aspira hacerse confiable. La práctica del liderazgo está casada con la práctica de la verdad. Acertadamente dice Robbie Shell: «La verdad es el núcleo más profundo del auténtico liderazgo». Eso es así porque no existe liderazgo auténtico sin un compromiso con la integridad. Y sin la verdad no se puede construir integridad. A su vez, sin integridad no hay congruencia, sin congruencia no hay credibilidad, sin credibilidad no hay confianza, sin confianza no hay influencia, y sin ésta última no hay liderazgo. No hay integridad en un líder que retiene la verdad o práctica la mentira. Por el contrario, cuando los líderes practican y modelan la verdad, la integridad se convierte en un rasgo que define la cultura organizacional.En estos tiempos de prácticas de corrupción y escándalos políticos y empresariales, practicar la verdad, es esencial en un liderazgo y organización perdurable. La práctica de la verdad en el liderazgo forja confianza. Y ese es el posicionamiento que hace que se aprecie el valor de las acciones en los mercados, que los clientes mantengan una fidelidad hacia una marca, y que los trabajadores deseen continuar en una organización.
Enseñanzas para el liderazgo:
La práctica de la verdad es esencial para vivir en integridad, y sin esta última, la influencia sobre los seguidores es limitada.La transparencia es esencial para lograr confiabilidad: hacerse creíble. Y sin confiabilidad no hay confianza. Esa es una ecuación fácil de entender, pero difícil de practicar. Por otra parte, la transparencia demanda un compromiso con la verdad y con el manejo claro, veraz y fluido de la información. Ser transparente se convierte para una organización en un valor, en un modelo organizativo: una forma de comunicar y manejar la información, tanto al interior de la misma, como hacia el entorno; una actitud de «verdad», que refleja un estilo de comunicar caracterizado por la claridad, la franqueza, la honestidad y el sentido ético.La práctica de la verdad otorga autoridad al líder, en virtud de la confiabilidad que conlleva.Los líderes que aspiran a ser efectivos, necesitan desarrollar una intencional orientación hacia la verdad: principio de la realidad: «ver el mundo tal como realmente es y no como desearías que fuera». Lo contrario al principio de la realidad es vivir engañado, o con una idealización de la realidad. En todo caso, la realidad puede ser una aliada o una enemiga, dependiendo de si se decide idealizarla (auto-engañándose) o verla tal cual es.
Pensamiento: ¿Cuánto tiempo y energía estamos dispuestos a invertir para promover y defender la verdad?
Arnoldo Arana
Pastor, psicoterapeuta y escritor
arnoldoarana@hotmail.com