«El alma sin ciencia (conocimiento) no es buena, y el que se apresura con los pies, peca (yerra)» (Proverbios 19:2).
Otra versión dice (NVI): «El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre». Actuar irreflexivamente, por impulso –demuestra imprudencia; falta de sabiduría y de sentido común. La prisa es madre del error. Las acciones que generan resultados positivos requieren reflexión. Las ideas requieren de un tiempo de maduración, antes de ponerlas en acción.
Este proverbio expone dos actitudes que debemos evitar si queremos ser efectivos. En primer lugar, enfatiza que no es bueno hacer algo sin conocimiento y sin preparación, sin la información necesaria -en ignorancia. En segundo lugar, hacer algo en forma apresurada. Eso es actuar en necedad: irreflexivamente. Sin dar el tiempo para madurar las ideas y obtener una comprensión más profunda del asunto.
La característica que más se enfatiza en este proverbio, como muestra de sabiduría, es la reflexión. Esta es una competencia indispensable en todo líder. La reflexión nos permite aprender del pasado (mirada retrospectiva), pero también comprender mejor la situación actual (mirada hacia adentro en el aquí y el ahora), a la vez que facilita aclarar -tener una mejor perspectiva y percepción- del futuro (mirada prospectiva).
Este no es solo un ejercicio intelectual, sino también emocional. Yo diría que envuelve toda la personalidad. Al respecto dice Warren Bennis: «Lo que hacemos es el resultado directo no sólo de lo qué y cómo pensamos, sino de qué y cómo sentimos».
Este aspecto toca el desarrollo de la conciencia. Esto es fundamental para el buen hacer. Dice John Whitmore que la conciencia conduce a la habilidad. La conciencia me capacita. La conciencia es una función integradora que, desde una visión holística, organiza, direcciona, da sentido a los conocimientos y vivencias, y permite reconocerse y experienciarse en la propia realidad interna.
La conciencia permite una percepción más clara y una mayor comprensión de la información y los hechos relevantes. En todo caso, uno se apropia –instala– de lo que se es consciente, y se vive enajenado de lo que no se es consciente. Uno hace suya la vida entendiéndola y concienciándola. Por otra parte, uno logra maestría y dominio de lo que se toma conciencia y se entiende.
La reflexión es una forma de hacer consciente el aprendizaje
Por otra parte, la reflexión es una forma básica de aprender. Se aprende de lo que se hace conciencia. ¿Y cómo hacer conciencia sin reflexión? S. Freud decía que el objetivo del análisis es hacer que lo inconsciente se vuelva consciente. La reflexión es una fuente de aprendizaje porque permite ir más al fondo del asunto, a la verdad de las cosas; escudriñar en forma más intencional y enfocada.
La reflexión facilita la generación de dos frutos importantes en el proceso de liderazgo: la convicción y la resolución. Una mayor conciencia se traduce en una mayor convicción: certeza y confianza sobre lo que se tiene y quiere hacer. A su vez aporta resolución, en las dos líneas de acción que sugiere Warren Bennis: «Una línea de acción que se ha resuelto, y una explicación o solución. De esta forma la convicción y la resolución que brotan de la reflexión dan paso a la acción estratégica.
El proceso de reflexión es esencial para convertir nuestras experiencias y conocimientos en aprendizaje disponible para la gestión de la vida. Es la forma de convertir todo lo que hemos acumulado en la cabeza en experiencia comprensible y útil para la acción efectiva. Sin reflexión la vida se convierte en una rutina poco provechosa. En este sentido Sócrates dijo: «La vida no analizada no vale la pena vivirla».
Concluimos con Roger Gould y Warren Bennis: «La reflexión nos permite procesar nuestros sentimientos, entenderlos, resolver nuestros interrogantes y seguir adelante con nuestro trabajo» (Roger Gould). «La experiencia que uno acumula es la base para el resto de la vida, y esa base es sólida y firme en la medida en que uno haya reflexionado sobre ella, la haya entendido y haya llegado a una solución práctica» (Warren Bennis).
Enseñanzas para el liderazgo:
La reflexión precede a la toma de decisiones efectivas.
La verdadera reflexión inspira, informa y finalmente exige resolución (Warren Bennis).
Actuar sin reflexionar es vivir en automático. Eso es imprudencia y necedad.
La congruencia en el líder es producto de tomar contacto con la realidad interior, y eso no es posible sin reflexionar.
La reflexión facilita el desarrollo de una perspectiva más profunda y contextualizada de sí mismo, la organización que se lidera y del entorno.
Actuar con premura e irreflexivamente conduce a muchos errores.
Pensamiento: Vivir sin reflexionar, es vivir ausente y enajenado de sí mismo.
Arnoldo Arana
Pastor, psicoterapeuta y escritor
arnoldoarana@hotmail.com