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Seres tripartitos

Nunca crea que usted nació por accidente. Según los escritores de la Biblia, Dios lo conoció a usted antes de que naciera (Jeremías 1:5). Fue el Todopoderoso quien lo creó en el vientre de su madre (Salmo 139:13). Dios además ordenó el tiempo en que usted nacería (Ester 4:14). El Creador también ha numerado sus días (Salmo 90:12). Dios también lo ha creado como un ser tripartito con un cuerpo, un alma y un espíritu: «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1ª Tesalonicenses 5:23).
Cuando Dios lo formó lo hizo único en su clase. Usted tiene un juego de huellas distintivo de sus dedos y de sus pies, y un diseño excepcional único en su clase en sus ojos. Hasta sus dientes tienen impresiones que son distintivamente suyas, y cuando habla, el tono y la inflexión de su voz tienen un patrón que distingue su voz de todas las demás. Cada ser humano tiene un banco genético en su ADN que marca que esa persona es un ser humano único, diferente de todos los demás. Esta singularidad sólo puede explicarse como la obra de un Creador divino que tiene la capacidad para diseñarlo como una persona distinta entre más de siete mil millones de personas.
Los médicos pueden explicar efectivamente el milagro de la concepción, la formación del feto dentro del vientre, y el desarrollo de la vida, pero tienen dificultad para explicar la muerte. ¿Por qué envejecemos y morimos? Las células humanas pueden reproducirse a sí mismas cada siete años, pero la muerte es la conclusión de la vida. Aunque puede ser un misterio para la ciencia, no es un secreto para Dios. El primer hombre, Adán, fue creado sin pecado, sin enfermedad, sin embargo, cuando se rebeló contra Dios y Dios le negó el acceso al árbol de la vida, entonces el pecado condujo al deterioro físico, el cual finalmente termina en la muerte física. Por un hombre entró el pecado al mundo, y la muerte, por el pecado (Romanos 5:12). Adán tenía 130 años de edad cuando nació su hijo Set; vivió hasta los 930 años de edad. Así experimentó una separación espiritual de Dios, una muerte en su espíritu, mucho tiempo antes de morir físicamente (Génesis 5:3,5).
Cuando asistimos a un funeral, todos vemos la cáscara física de la persona que yace en el ataúd. De lo que muchos incrédulos no se percatan es que la verdadera persona partió de esa cáscara en el momento de su muerte. La Biblia es muy específica al revelar que todo ser humano es un ser tripartito, compuesto de cuerpo, alma y espíritu.
El cuerpo es simplemente la parte física de carne de la persona. El alma y el espíritu están interconectados, y a veces es difícil explicar la diferencia entre los dos. En el Antiguo Testamento hebreo, la palabra alma es néfesh y alude a la energía vital. Según Levítico 17:11, la vida (hebreo néfesh) del cuerpo está en la sangre. La palabra hebrea común para espíritu es rúakj y puede traducirse como viento, aliento, y espíritu. Así, cuando Dios formó al hombre, moldeó un cuerpo físico. Cuando Dios sopló en la nariz del hombre,
Adán se convirtió en un alma viviente (Génesis 2:7). Dios no llamó a Adán un cuerpo viviente, aunque tenía un cuerpo físico, sino un alma viviente. Esto se debe a que el propósito de Dios era que Adán permaneciera fiel y participara siempre del árbol de la vida y viviera eternamente con Él en el Edén (Génesis 3:22). En el idioma hebreo, la palabra rúakj tiene ¡nueve significados diferentes! En el ámbito del mundo del espíritu hay tres tipos diferentes de espíritus:
1. El Espíritu de Dios y los ángeles, que son espíritus.
2. El espíritu de Satanás, y los ángeles malvados y espíritus malignos.
3. El espíritu de la humanidad, el espíritu eterno que mora en los cuerpos.
Al describir la diferencia entre el alma y el espíritu, a menudo he dicho que el alma está vinculada a la mente, al cerebro, los cinco sentidos, y las emociones de una persona. El alma puede ser carnal o espiritual, ¡depende de cómo usted la alimente! La verdadera lucha espiritual entre todos los humanos es la batalla de la mente, entre elegir lo que es bueno y lo que es malo.
El alma y el espíritu son una parte del aliento de Dios, que nos da vida en nuestros cuerpos y vida eterna. El espíritu del hombre es la parte eterna de todos los humanos, que nunca morirá, pero que pasará la eternidad con o separado de Dios. Comparo al espíritu con el aire en un globo. Si la forma del globo es redonda, el aire del globo llena toda la forma redonda. Si tiene forma de pera, el aire llena la forma de pera. Si el globo es como un perrito caliente, el aire que fue soplado en el globo rellenará la forma del globo. Nuestro espíritu toma la misma forma que nuestro cuerpo. De hecho, si nuestro espíritu partiera de nuestro cuerpo -y pudiéramos verlo físicamente- ¡nuestro espíritu sería como nuestro gemelo! Por esta razón Pablo podía decir: «Entonces conoceré como fui conocido» (1ª Corintios 13:12).
La muerte física no ocurre simplemente cuando el corazón deja de latir o cesamos de respirar y cerramos nuestros ojos por última vez. Hay gente que ha sido reanimada de un ataque cardíaco, o restaurada después de haber dejado de respirar por varios minutos, habiéndolos traído de regreso desde el borde de la eternidad. De modo que, ¿cuándo está muerta una persona realmente? ¿En qué punto podemos decir en verdad «se han ido»?
Según numerosos pasajes de la Escritura, la muerte física sólo ocurre cuando el alma y el espíritu son separados del cuerpo físico. La siguiente pregunta es: ¿Cómo ocurre realmente esta separación? Un pasaje muy inusual de la Escritura, escrito por el rey Salomón, uno de los hombres más sabios que vivieron jamás, puede darnos una pista de cómo ocurre la separación del espíritu de la carne.
«Cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio» (Eclesiastés 12:5-7).
Una lectura completa de Eclesiastés 12:1-7 revela que el escritor está describiendo la muerte, mencionando que “la cadena de plata” es quebrada. Luego el hombre regresará al polvo y el espíritu retorna a Dios que lo dio. Por muchos años estuve intrigado con el significado de la “cadena de plata”. Entendía que cuando un niño crece en el vientre de la madre, el feto está conectado a la placenta con un cordón umbilical. Toda la nutrición que el nonato recibe viene a través de este cordón por nueve meses durante un embarazo normal. Una vez que llega el tiempo del nacimiento, el bebé sale del vientre, y un médico capacitado corta el cordón. En ese momento el niño comienza una vida propia, pero sólo después de que el cordón umbilical es cortado.
Sugiero que esta “cadena de plata” es algo bastante misterioso para nosotros que conecta el espíritu humano al cuerpo físico de la misma manera que un cordón umbilical mantiene la vida de un infante hasta el momento en que el cordón es cortado. Este conector invisible, pero muy real debe ser cortado antes de que el espíritu pueda dejar el cuerpo. Creo que es al término de este proceso de separación que una persona experimenta realmente la muerte.
Cuando Pablo fue apedreado, él no estaba seguro de si fue “en el cuerpo o fuera del cuerpo”. Obviamente, si esta experiencia fue “fuera del cuerpo”, y si su alma y su espíritu hubieran partido y luego regresado a su cuerpo, entonces Pablo experimentó una verdadera resurrección de los muertos cuando su espíritu regresó a su cuerpo y revivió.
Existen varias creencias relacionadas con el alma y el espíritu, incluyendo la creencia (llamada sueño del alma) de que al morir, el alma y el espíritu permanecen donde el cuerpo yace para descansar. Por ejemplo, si usted tiene seres queridos que han muerto, y están enterrados en el cementerio de la comunidad, la doctrina del sueño del alma enseña que el alma y el espíritu no dejan el cuerpo al morir y no van tampoco ni al cielo ni al infierno, sino que permanecen en el cuerpo “durmiendo” hasta el tiempo de la resurrección y el juicio. Sin embargo, hay muchísimos pasajes de la Escritura que enseñan la partida del alma y del espíritu hacia otra vida después de la muerte.
Dos ejemplos de que el alma deja el cuerpo se hallan en la vida de Raquel y el hijo de la sunamita. En Génesis, capítulo 35, Raquel estaba embarazada y entró en un difícil trabajo de parto. Leemos: “Después partieron de Bet-el; y había aún como media legua de tierra para llegar a Efrata, cuando dio a luz Raquel, y hubo trabajo en su parto. Y aconteció, como había trabajo en su parto, que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo. Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni; mas su padre lo llamó Benjamín” (Génesis 35:16-18).
La partida de su alma indicó que estaba muriendo. El alma era la fuerza que le daba vida, sin embargo, el alma podía partir. Otro ejemplo es cuando un niño había muerto y Elías fue llamado para resucitarlo de los muertos.
«Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió» (1 Reyes 17: 21-22).
El niño había muerto, y el profeta oró que la vida volviera al muchacho. Algunos de los partidarios del “sueño del alma” sugieren que los términos “salírsele el alma” y “el alma del niño volvió”, simplemente significan que Raquel se sentía morir, y que la vida del niño regresó a él. Sin embargo, observe las Escrituras que enseñan que Dios preservará su alma del «sepulcro» (Job 33:18; 28,30).
Cuando David escribió acerca de la resurrección del Mesías, dijo: «Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción» (Salmo 16:10). En el Nuevo Testamento, Pedro cita este versículo cuando habla de la resurrección de Cristo cuando Él subió de las cámaras del infierno después de tres días (Hch. 2:27,31). La palabra infierno en estos pasajes es hades y se refiere al inframundo donde eran llevadas las almas de los hombres antes de la resurrección de Cristo. La partida del alma es lo mismo que ocurrió cuando Lázaro murió y los ángeles lo llevaron (su alma) al seno de Abraham.
La muerte no sólo es exhalar su último aliento y expirar. Incluye que el alma y el espíritu se separan del cuerpo y se reúnen con los justos en un paraíso celestial, o con las multitudes de impíos en una cámara subterránea.

Tomado de su libro «Secretos de ultratumba». Casa Creación. Usado con permiso.

Perry Stone
Escritor y conferencista

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