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Valores para vivir: Las groserías y la decadencia mental

(Héctor Márquez – Psicólogo Clínico y Teólogo).-

El Sr. Obsceno Primero y la Sra. Vulgar de la Boca conversan sobre asuntos domésticos. Son primos y socios, de manera que comparten muchas de las vivencias del día a día con relativa confianza. Cuando hablan sobre cuestiones desagradables se ofuscan tanto que profieren todo tipo de obscenidades contra el objeto de su rabia. Sus chistes casi siempre están cargados de lo grosero, y en sus conversaciones las «palabrotas» brotan naturalmente como agua de un cerro en derrumbe.
Ambos son coprolálicos. La coprolalia es la manifestación psicológica del verbatum (contenido de la palabra).
El uso del verbo es, como dijo Cristo, el resultado exteriorizado de lo que hay en el corazón, pues, «de lo que abunda en el corazón habla la boca».
¿Por qué muchas personas utilizan la grosería o palabras obscenas para comunicarse? Creo que las razones dependen de cada individuo. Pero lo que sí está claro es que el fin de la grosería es principalmente la de ofender, denigrar o parecer más bravo que los demás, o sea, la finalidad es casi siempre agredir.
Hay unos que sencillamente se criaron en un contexto (familia, vecinos, amigos) donde la palabra coprolálica era la norma y no la excepción, de manera que pudiera tratarse de modelos que el sujeto ha seguido durante toda su vida. En este sentido también pudiera tratarse de sujetos que crecieron entre personas carentes de educación y buenos modales.
Las groserías son usadas comúnmente en chistes, de hecho, algunas personas tienen la sensación de que un chiste sin la palabra vulgar no tiene gracia. Quizás eso obedezca a la cultura chauvinista y discriminatoria que se nos ha impuesto, la cual en el fondo pretende darnos el mensaje de que lo gracioso es lo arrabalero. Entonces el objeto de burla es el campesino, el «tierruo», el borracho, el idiota, el vivaracho, el sin estudio, el populacho… A propósito de chistes, fue genial la participación de un humorista chileno que hizo reír a carcajadas a todo el mundo sin referir ni una sola obscenidad en la reciente edición del Festival Viña del Mar.
Otros adaptaron la expresión grosera como mecanismo de defensa y ataque. Son esas personas que están convencidas temperamentalmente que si hablan con tono fuerte y profieren palabras grotescas se impondrán a los otros o serán realmente escuchadas.
Algunos usan la grosería por agresividad, sea del tipo activo o pasivo. Las vulgaridades son instrumentos para agredir, ofender, humillar y malograr psicológicamente a los demás. Esta utilización de lo obsceno la podemos observar casi siempre en el hecho de que no hay pelea física sin que le antecedan insultos cargados de frases groseras y denigrantes de uno contra el otro.
El Libro inspirado de arriba nos dice: «Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan» (Efesios 4:29).
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