El Observatorio Venezolano de Violencia dio a conocer que en 2018 hubo 23.407 homicidios y que aumentó el número de ejecuciones extrajudiciales
(La Nación – Verdad y Vida).-
El crecimiento irrefrenable del número de homicidios durante el chavismo provocó que el gobierno decidiera ocultar las cifras. (EFE)
Venezuela vuelve a liderar este año una estadística que nadie quiere encabezar, la de mayor número de muertes violentas en el planeta, pese a la formidable diáspora que ha expulsado a cuatro millones de ciudadanos más allá de sus fronteras.
Según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), 2018 cerró con un número estimado de 23.407 fallecimientos de esas características, lo que supone una media de 81,4 por cada 100.000 habitantes.
El país sudamericano mantiene así su primer lugar en el ranking de la violencia pese a que el número total de muertes descendió con relación a las 26.616 de 2017 (89 por cada 100.000 habitantes).
«Venezuela, estando por encima de Honduras (40 muertes por cada 100.000) y El Salvador (60 por 100.000), va a ser el país más violento de América Latina y del mundo», sentenció Roberto Briceño León, director del OVV, la ONG más prestigiosa en la materia que desarrolla sus estudios e investigaciones pese a todos los obstáculos que le pone en el camino el gobierno bolivariano.
«Después de 15 años de censura oficial hay evidencias de que las cifras son cada vez menos transparentes», señaló la investigación presentada en Caracas.
La emigración influyó para que la tasa diaria de muertes haya pasado de 73 a 64, pero también lo ha hecho el mayor control territorial de las grandes bandas sobre los microgrupos de delincuentes, en comparación con la anarquía de años previos.
Entre los que se fueron también «han emigrado muchos delincuentes. Unos, porque no ven rentabilidad en sus acciones delictivas y deciden que es preferible, por el mismo riesgo, obtener más beneficios en otros países; otros, porque han visto una oportunidad de huir de los contextos violentos donde viven y tienen cuentas pendientes. Otros, quizá buscando genuinamente poder rehacer su vida», detalló el informe.
En 2018 destacan sobremanera las 7.523 muertes por «resistencia a la autoridad», aquellas que se producen en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad y que, según expertos, es un término utilizado por el gobierno para «esconder» ejecuciones. Si algo define este año son las denuncias de ejecuciones extrajudiciales, que se han multiplicado, según las organizaciones civiles y de derechos humanos.
Las cifras oficiales, como de costumbre, son mucho menores. De acuerdo con el ministro del Interior y Justicia, el mayor general Néstor Reverol, en 2018 hubo 9.675 homicidios en el país petrolero, 27.7 % menos que el año pasado, para llegar a una tasa de 30 por cada 100.000 habitantes.
LA VERDADERA CAUSA Y LA ÚNICA SOLUCIÓN
La violencia es un mal eminentemente espiritual y de manera espiritual debe ser combatido. Este perverso flagelo nace en el corazón del hombre, como lo afirmó Jesús: «del corazón salen los malos deseos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias» (Mateo 15:19). La solución está en sacar del corazón lo que entró a través del entorno familiar, las carencias, paternidad irresponsable, entre otros.
Las soluciones humanas jamás resolverán los problemas espirituales, eso lo ha dicho hasta el cansancio la Iglesia de Cristo a través de las Ong’s especializadas en el tema de la violencia y el sistema carcelario; pero lamentablemente ni el gobierno ni los organismos paraestatales han hecho caso de ello. Solo Jesucristo tiene el poder de liberar, sanar y restaurar las vidas gracias al precio que pagó en la cruz del Calvario en favor de la humanidad.
¿Y qué recibe la Iglesia y sus instituciones al respecto?, indiferencia y prohibiciones por parte del gobierno. Si Cristo jamás se podrá resolver la grave problemática del desbordamiento de la violencia en Venezuela, y las cifras rojas seguirán en aumento, lamentablemente.◄
