«Una voz desde el cielo dijo: “Este es mi hijo amado con quien estoy muy contento”» (Mateo 3:17. PDT). «¡Miren a mi elegido!… Yo lo amo mucho, y él me llena de alegría…» (Mateo 12:18. TLA).
Dios hizo público el amor que sentía hacia su hijo más de una vez. Esos fueron momentos de aprobación y afirmación para Jesús, aunque Él siempre fue consciente de que era amado por su Padre.
Ahora bien, la primera estrategia que el diablo utilizó en el desierto fue cuestionar la identidad de Jesús como Hijo de Dios: «Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan» (Lucas 4:3). La tentación ocurrió inmediatamente después de ser declarado Hijo de Dios… El diablo quería que Jesús dudara de su relación filial; lo atacó en su identidad para alejarlo del amor del Padre. La misma estrategia utiliza con nosotros. Pone en duda la identidad que tenemos como hijos de Dios, redimidos, salvados por gracia, adoptados en su familia y constituidos herederos con Cristo del reino celestial: «Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios. Y, como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero» (Gálatas 4:7. NTV).
…Eres hijo de Dios, por lo tanto, en el cielo hay una gran fiesta. ¡No tienes que demostrarlo, solo tienes que creerlo!
La segunda estrategia del diablo en el desierto fue cuestionar la identidad del Padre: «… Y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden…» (Lucas 4:9-10). En otras palabras, el diablo le propuso: «está bien, no hagas nada milagroso para demostrar que eres hijo… pero eso sí, demuéstrame que Dios es tu padre». Satanás invierte la estrategia: «tírate, quiero ver cómo tu padre te rescata». Jesús no cedió.
…Dios es tu Padre también «…El espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamarlo: “Papá, querido Papá”» (Gálatas 4:5-6. TLA). No debes dudar de tu identidad como hijo de Dios, el día que lo hagas, el diablo habrá ganado. Dios ha declarado que tú eres SU hijo y que Él es TU PADRE ¡Y eso es suficiente!
…¿Quién determinará tu identidad? ¿El diablo o lo que Dios dice de ti? ¡Eres hijo y eres amado por el Padre! Tu identidad depende de la aceptación de esta verdad. Y eso debería ser suficiente. Cuando la tentación de la orfandad te visite, tú grita bien alto: «soy hijo, soy amado y soy bendecido».
José Luis y Silvia Cinalli
Pastores, consejeros y escritores
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