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Aunque no crean en su nueva vida

Por primera vez en mucho tiempo no maldijo cuando volteó accidentalmente el vaso y una gigantesca mancha de café comenzó a extenderse por los papeles, muchos de los cuales recién acababa de firmar. Él mismo se sorprendió de que no hubiese estallado en improperios. ¿Podía ser posible?
Sin duda que su condición de cristiano tenía mucho que ver. Llamó con insistencia a la empleada del aseo. Deseaba que le trajera algo con qué secar el desastre provocado sobre los documentos. La mujer no atendía su llamado. ¡Santo Dios! Murmuró con incomodidad, sin embargo no le dijo nada desobligante cuando ella apareció tres minutos después con una enorme sonrisa.
De regreso a casa un vehículo le cerró el paso. Iba a buena velocidad sobre una vía de intenso tráfico, en el sur de la ciudad. El hombre del automotor ni siquiera se percató del error. Él lo adelantó y cuando lo tuvo en su mismo nivel, ventanita con ventanita del auto, no le gritó vulgaridades. Es más, no le dijo nada.
Por una insignificancia tuvo en su hogar una diferencia. Fue con su esposa. Ella estaba muy molesta. Elevó la voz más de lo acostumbrado. Azotó la puerta de la habitación. La cerró en sus narices.
– No creas que voy a convencerme de que has cambiado porque eres evangélico. Sigues siendo el mismo de siempre- le dijo, haciendo especial énfasis en cada palabra.

Experimentando desánimo
Las palabras no alcanzan a describir el desánimo que provocaron las frases hirientes de su esposa. Se sentó en un sillón de la sala, encendió el televisión y tras unos minutos frente a la pantalla, sin ver nada porque estaba sumamente inquieto, se repitió: «No vale la pena seguir intentándolo».
Una situación así ha ocurrido alguna vez en su existencia. Sin duda que si. No una, sino en varias ocasiones.
Usted no es el único. El Señor Jesús también pasó por un momento así. Dicen las Escrituras que «Jesús salió de ese lugar y se fue para su pueblo junto con sus seguidores. Cuando llegó el día de descanso, Jesús comenzó a enseñarles en la sinagoga. Muchos estaban muy sorprendidos por lo que escuchaban… No podían aceptar a Jesús, pero él les dijo: Se honra a un profeta en todas partes, pero nadie es profeta en si propio pueblo y en su propia casa» (Marcos 6:1-4. Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos).
No vuelva atrás. No siquiera lo piense. En su condición de cristiano usted nació para vencer, no para la derrota. Sin duda fallará en muchos espacios de su cotidianidad, pero tendrá éxito en otros tantos. Unas son de cal, otras de arena. Pero al final de todo, usted triunfará porque es siervo de Jesucristo y con Él tenemos asegurada la victoria.
No deje pasar este día sin tomar la mejor decisión de su vida: recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida. ¡Su existencia será transformada!

Fernando Alexis Jiménez
Pastor
pastorfernandoalexis@hotmail.com

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