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Carta abierta al liderazgo evangélico venezolano

Regresen el rebaño a su verdadero redil. Dejen a su esposa en su verdadero trono

Nicolás Maduro durante su encuentro con los líderes cristianos el pasado 19 de enero en Fuerte Tiuna, Caracas

Yo, Giovani Pelayo, en función de las atribuciones que me confiere la gracia que Dios me dio de ser llamado como uno de sus maestros-pastores en Venezuela, ministerio probado delante de muchos y en consecuencia exigido por la responsabilidad impuesta sobre mis hombros cuando acepté llevar este honroso llamado que me compromete ante mi Señor, su iglesia y la sociedad,; inspirado además, por mi celo por la obra de Dios, a la que he sido llamado a cumplir las dos principales funciones del santo ministerio, como son alimentarla y cuidarla; fundamentado también en los principios de fe que me rigen y a los que procuro con limpia conciencia serle fiel, escribo esta carta abierta bajo mi única responsabilidad, aderezada con mi conciencia ciudadana que me llena de profundo amor y sensibilidad por mis paisanos, por la santa, esforzada, gloriosa y verdadera iglesia cristiana evangélica venezolana, así como, por la tierra que me vio nacer y por su estado de derecho.
Al liderazgo evangélico venezolano, con especial atención a los que pretenden consciente o inconscientemente, por buena fe o por manipulación convertir la novia de Cristo en una especie de dama de compañía de los poderes que someten la nación y sobre los que claramente calificó el Señor en su momento, para ustedes mis palabras:

A los que pretenden consciente o inconscientemente, por buena fe o por manipulación convertir la novia de Cristo en una especie de dama de compañía de los poderes que someten la nación

Los reconozco como mis verdaderos consiervos por encima de nuestras diferencias denominacionales, doctrinales, ideológicas, normativas y costumbristas, trabajamos, sufrimos y campeamos este temporal sirviendo en medio de limitaciones y dificultades que atravesamos inspirados por el amor a nuestro Señor, a su iglesia y a su obra en nuestro país y el mundo.
Pero también debo dejar sentado que hay muchos de entre nuestra comunidad evangélica ministerial nacional a los que no reconozco como tales por considerarlos autollamados, cuyas obras los delatan como lo que son, falsos ministros del señor, lobos vestidos de ovejas, que se han aprovechado de los privilegios del llamado divino para abrirse camino para su propio beneficio, sin considerar las consecuencias que su desvarío ocasione a la santa obra del Señor en Venezuela, obra que tanto esfuerzo le ha costado llevarla al lugar donde está hoy.
Declaro, además, que soy un convencido de que la iglesia como «Luz del mundo» y «Sal de la tierra», en sus etapas más desarrolladas irremisiblemente se convertiría en una de las varias instituciones que constituyen el tejido social de nuestras sociedades y por lo tanto, en una de sus fuerzas sociales y una de sus actores principales capaz de permear todas las esferas de la sociedad debido a la clase de vida y principios, a la diversidad del talento de sus miembros y a la movilidad social que resulta del principio de redención y ascenso.
Considero que la principal implicación de este grado de desarrollo sociológico es su voz dependiente del Dios a quien pertenece, pero independiente del hombre y la sociedad que vienen a constituir el objeto de su misión; y es bajo esta perspectiva que ella hace oír su voz magisterialmente iluminándolos, proféticamente corrigiéndolos, sacerdotalmente guiándolos a la adoración a Dios, pastoralmente aconsejándoles e instruyéndoles bajo los principios del reino de Dios y misionalmente llevándolos al Salvador y facilitando la transformación de los que se convirtieren. Esos son los cinco roles que la iglesia de Cristo debe cumplir ante la sociedad y cada una de sus estructuras, entre ellas, la del estado y gobierno, jamás militante, ni partidista, siempre independiente, porque ella es dependiente, militante, sierva y mejor aún, esposa de uno solo, el que es Rey de reyes y Señor de señores, nuestro Jesucristo.
En función de lo anteriormente dicho, creo también que, en el plano individual, la iglesia ejerce su misión mediante la participación de los cristianos como ciudadanos responsables. Ningún cristiano puede abstraerse de sus deberes ciudadanos bajo la excusa de su fe, porque su fe no lo excusa, sino que lo compromete a servir en su sociedad como «Luz del mundo»: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16).
Así que, es de esperarse que una de las esferas de la vida ciudadana en la que los hijos de Luz impacten sea entre otras, la esfera política, pero deberán hacerlo en un marco coherente con los principios de fe que pregona y confiesa, jamás negociándolos, ni ablandándolos, ni en contra de ellos, ni a pesar de ellos, sino reflejando los principios de la misión que le ha sido encomendada a la iglesia a la cual pertenece. Es esta esfera la que le demanda las más grandes dosis de integridad, fidelidad, fiabilidad, sobriedad y libertad de conciencia que lo coloque siempre por encima de los valores humanos y al nivel de los principios universales, eternos y trascedentes del reino de Dios revelados en su palabra y la naturaleza.
La otra declaración que debo establecer como base de mi escrito es mi apego al marco profético venezolano en el que he venido trabajando en su recopilación, estudio, análisis, enmarcación, interpretación, divulgación y rememoración. Sobre esta base es que enmarco todas mis observaciones a la etapa contemporánea de nuestra historia venezolana y en ella, la que corresponde a la gloriosa y santa iglesia cristiana evangélica nacional. Así que, mis reflexiones y declaraciones no responden a golpes de visceralidad humana, ni a intereses personales, sino como respuesta a las convicciones que me generan los principios bíblicos, teológicos y doctrinales, así como, las evidencias proféticas del marco al que aludo, todos estos fundamentos en los que creo, defiendo y difundo.
Es bajo la perspectiva que esto me genera que defino, evalúo y trato al presente gobierno y a los dirigentes que ejercen el poder en Venezuela en estos tiempos; es bajo esa óptica que defino, evalúo y trato a los líderes políticos en sus diversas tendencias, a los ciudadanos, a los hechos que se desencadenan y a sus actores configurando la evidencia profética que permite ir cargando este expediente profético venezolano y así ir interpretando los tiempos para saber de dónde venimos, cuánto hemos avanzado del recorrido profetizado, donde andamos, hacia donde vamos y cuál debe ser nuestra actitud y conducta en consecuencia.

Puestas las bases de mi reflexión le comparto el contenido que dio motivo a esta carta:
Líderes evangélicos venezolanos, mis consiervos, vengo observando con detenimiento y discernimiento, atención y ojo crítico desde hace un buen tiempo y no de balde, ni reojo, el modo en que el sistema político ideológico que gobierna en Venezuela busca, no contento con la que ya ha logrado en otras esferas, agudizar las contradicciones en este caso, en la esfera religiosa, específicamente la cristiana. Ese atizamiento, ese «echar a pelear» a los sectores vulnerables de nuestra población cristiana venezolana, tiene su mejor estrategia en la creación de un sector que comienza a ser privilegiado por las políticas y medidas gubernamentales que deben darse por derecho ciudadano y no por prebenda política generadora de compromisos que van más allá de los que la ley, la justicia y la verdad imponen en todas las relaciones humanas, especialmente las de un gobierno con el pueblo al cual se debe.
Este sector comienza a creer que puede influir en el estado, el «dominionismo», «el reino presente» y el «confesionismo positivo» los empalagan hasta innubilizarlos y hacerlos caer en un estupor que los hace manipulables. Pavlov vuelve a darle una victoria a los marxistas en su tan anhelada búsqueda del control social. Preocupa que haya ocurrido con los que se espera que sean «guiados por el espíritu de Dios».
Conociendo la metodología marxista de agitación y propaganda, es fácil determinar lo fácil que es atizar nuestras diferencias valiéndose de rivalidades históricas, prejuicios sociales y culturales, deseos de impactar en la sociedad por vías más rápidas y poderosas, y por ignorancia e inexperiencia en temas de política, estado, derecho y gobierno. Sectores como el católico y el protestante son fáciles de poner en contradicción y dentro de este último que nos incluye a los que nos damos a conocer como cristianos evangélicos, las contradicciones son tan o más profundas que también resulta fácil, muy fácil dividirnos.
En nuestro sector protestante, entre los segmentos más vulnerables a este plan agitador se encuentran algunas de las llamadas denominaciones históricas con clara tendencia liberal comprometidas con los postulados de la falsamente llamada teología de la liberación y, por tanto, de tendencias marxistas, socialistas y comunistas (por supuesto, como en todo movimiento, con sus claras y muy notables excepciones); también nos encontramos y de modo paradójico, nosotros los pentecostales y digo paradójico porque si decimos ser más sensibles a la guía del Espíritu Santo en la vida diaria, cómo es que confundimos tan fácilmente su voz habiéndonos hablado Él tan claramente durante tanto tiempo y de modo tan comprobado en nuestro país.
Dentro de este segmento, se muestran más manipulados los pentecostales de tendencias dominionistas, apostolistas y confesionistas positivos, pues, con su paradigma de que la iglesia está llamada a tomar los sistemas mundanos y que tienen poder para decretar en el mundo terrenal para instaurar el reino de Dios en la tierra, ver que el gobierno les abra la puerta de la participación y el reconocimiento lo ven como una señal de que están cumpliendo su misión.
Otra cosa que debo decir aquí con mucha responsabilidad es que, especialmente en el segmento pentecostal, que es el mayoritario en el sector protestante, la vulnerabilidad se agudiza por tener poco o ningún conocimiento, experiencia o formación política y ciudadana que nos prepare para funcionar con criterio de hecho y apropiadamente en todas las esferas del terreno político. Una debilidad que genera alta vulnerabilidad al basarse solo en juicios de valor impulsados por la buena fe, la ingenuidad, el sentimentalismo interpretado como dirección del Espíritu, «palabras rema» o «palabras proféticas» que se presentan como de parte de Dios, pero, luego, su incumplimiento las delata como meras presunciones y completan este cuadro viejos compromisos ideológicos de izquierda en no pocos ministros y líderes. Todo este coctel ha generado una conducción de la iglesia hacia el gobierno que ha mostrado por sus hechos un modo equivocado de llevar a la iglesia a cumplir su misión en la esfera pública.
Un punto que viene llamando mi atención es este interés por los sectores religiosos cristianos, ya que, ayer la ideología que siguen los que enamoran al liderazgo religioso cristiano evangélico, consideraban la religión cristiana como «opio de los pueblos», pero hoy sorpresivamente parece que su metodología dialéctica evolucionó el concepto para emplear ese «opio de los pueblos» a su favor, drogando a nuestro pueblo cristiano venezolano y con ello mostrarse con clara intención, al lado de la fuerza social, moral y espiritual de la santa esposa del Rey Jesucristo en Venezuela, como si esta aprobara sus malos pasos. ¡Profanación! O quizás mejor debería decir, ¡Prostitución! ¡Prevaricación!
Es por todos esto, amados consiervos, que debemos rechazar esa actitud que peca de optimista llevando a muchos de nuestros líderes a valerse de la autoridad sagrada que Dios les delegó, para, sin temor alguno, enredar los santos rebaños del Príncipe de los pastores con las trampas y estratagemas del sistema político ideológico que ejerce el gobierno en nuestro país ignorando lo que el Espíritu Santo nos habló en años anteriores a esta etapa de nuestra historia patria. ¡Profanación!
Ahora me dirijo específicamente a ustedes, malos pastores, asalariados y cómplices de salteadores, ustedes prevarican contra la santa función de su llamado que es sustentar, cuidar y dirigir la novia de Cristo en función del noble pacto matrimonial con su Salvador, quien la redimió con su propia vida, su cuerpo y su sangre. ¿Qué hacen llevando a esa inferior instancia la desposada eterna, la que tiene promesa de unas bodas celestiales y una cena en aquel futuro establecimiento del reinado universal de su esposo para reinar con Él en un trono de honra, virtud, santidad y majestad verdaderamente real? ¿Quién es ese ante quien la presentan? ¿Murió en la cruz por ella? ¿Es tan inocente como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo para que le presenten la novia desposada ofreciéndosela como sumisa y súbdita, teniendo ella promesa de reinar un día con su esposo? Y si es así su inocencia, ¿derramó él su sangre por ella? ¿Se encarnó éste en el mundo despojándose de todos sus privilegios y riquezas para enriquecer a los pobres que conforman el cuerpo de la novia de Cristo? ¿Qué hacen ustedes? ¡Profanación!
No les apoyo en esta pretensión. ¿Quiénes se han creído para poner en la bandeja de plata de los manipuladores a la esposa del Rey de reyes y Señor de señores? Como se atreven a proponerla como dama de compañía de tan impíos pretendientes. ¡Profanación! Han profanado ustedes todo lo santo que implica su llamado y el de la desposada y en esto no los alabo, ni apoyo, ya que, en lugar de pastorearla parecen comerciar torcidamente con ella como principal mercancía, como si en vez de una iglesia gerenciaran una agencia de damas de compañía, con la novia santa como única presa carnal, ignorando que su esposo, el Señor, la cela con celo santo. ¡Ojalá su celo se derrame sobre vosotros y les enseñe a respetar a su desposada!
Les condeno su profanación apelando a la declaración que el Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo, verdadero apóstol y no falso, verdaderamente confirmado como llamado del Príncipe de los apóstoles y no autollamado como ya he dicho que son muchos de los que se autonombran «apóstoles», enlodando un ministerio tan ilustre y trascendente, que, aunque creo en su vigencia hoy, veo con celo santo como lo empañan los falsos.
Así, por medio de aquel gran y verdadero apóstol, el Espíritu de Dios nos dejó constancia del propósito de Cristo con su iglesia, por el cual debemos todos los ministros suyos regirnos, Él declaró: «Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha» (Efesios 5:25-27). Es en esta declaración trascendente donde el Señor nos deja ver su visión más profunda, íntima y personal que Él tiene de su iglesia: Santa, pura, gloriosa, sin mancha, ni arruga y todo esto por la única, principal y superior razón: entrar en una relación profunda con Él en su propia naturaleza, esfera, grado y nivel. Ella es para él, está llamada a vivir con Él, andar con Él, intimar con Él, servirle a Él, gobernar con Él, es con Él nada más y no con otro u otros y para ello le ha dado una nueva naturaleza, su naturaleza santa para que pueda entrar en el santo estado del matrimonio con Él en su santidad.
Y si lo anterior queda claro en una mirada simple a su declaración de propósito para su amada, ¿por qué ustedes que se precian de serle mayordomos administradores de la gracia de Dios la andan ofreciendo a pretendientes que solo la quieren para manosearla y mostrarla sin que la amen, ni quieran en lo más mínimo darle el gran amor probado que Cristo si mostró y continúa haciéndolo por ella? Él no le pidió una prueba de amor. Él le probó primero su amor a ella.
¿Cómo se atreven a tanto? Es que no se dan cuenta que estos la tratan como a una de sus concubinas de menor rango. Darle sillas, equipos de sonido, financiar vigilias y algunas marchas con plataforma y potentes luces, eventos y conciertos multitudinarios, pintarle templos, «palanquearle» trámites y el funcionamiento de emisoras de radio que ya tenía, pero se las cerraron los funcionarios que están bajo su autoridad. ¿A quiénes le abrirán las mismas? ¿Se las reabrirán a los que se la cerraron o se las abrirán a los que se muestran aliados a sus maquinaciones? Y una de los peores «panes secos y mohosos» lo constituyen los míseros bonos que les entregan a sus militantes, a quienes también se han unido cierto número de neófitos, otra cantidad de ingenuos y unos más que confunden la manipulación populista con la bendición de Dios, todos estos cuyas mentes y corazones no saben el valor de vivir por principios, ni saben de fidelidad a Dios, ni de libertad de conciencia.
Con esfuerzos y recursos propios provistos por el Dios del cielo, por más de doscientos años la iglesia cristiana evangélica venezolana ha hecho mucho más que eso, hemos transformado pequeñas salas de recibo en templos hermosos que semana tras semana albergan diversas actividades que bendicen a muchas de las familias que asisten a ellos; es más, nos hemos multiplicado haciendo lo mismo en otras localidades y regiones e incluso hemos enviado misioneros dentro y fuera de nuestro país; hemos comprado terrenos legítimamente y hemos construido sobre ellos instalaciones que bendicen diariamente a nuestra sociedad; con los recursos que nos resultan de ver prosperados por el Señor de toda la tierra los honrosos esfuerzos de nuestros miembros, hemos podido adquirir no solo sillas, sino todas aquellas dotaciones que contribuyen al logro de nuestros propósitos. ¿Qué nos van a dar ahora? ¿Migajas? Lo que necesitamos, Dios nos lo provee y seguirá proveyendo por los medios que Él considere conveniente y yo oro, que, entre tus instrumentos de provisión, no los contemple a ellos para evitar ser salpicada la vestidura impecable de la novia de Cristo, por manchas que puedan saltar de oscuros recursos.
Hoy, so pena de ser objetos del juicio celoso del Novio y Señor de la iglesia que profanan, a los que estas líneas le produzcan reflexión y contrición, a los que aún les quede un poco de sobriedad y sensibilidad espiritual, les conmino a rectificar sus pretensiones y su prevaricación. Conviértanse de ese acto soberbio, no justifiquen, ni argumenten a favor de lo injustificable, ese no es el lugar de la verdadera iglesia de Cristo, ella no está llamada a glorificar a hombre alguno, ni depender de hombre, ni de poderes humanos. No la rebajen a ese grado tan bajo, dejen de pretender ser la voz del Dios que no está en sus rimbombantes palabras, hoy el Señor se lleva con la fuerza del viento cada palabra empeñada por sus emociones, porque Él no estuvo en esa inspiración, no hablaron conforme a la unción del Santo, de la verdadera Voz que clama en Venezuela, «haced justicia y derecho para ver los tiempos que he prometido».
Les exhorto a apropiarse del verdadero espíritu que el Espíritu Santo demanda en aquellos que llama y empodera por su gracia para hacerlos ministros competentes de este nuevo pacto y de la iglesia del Señor, éste es el de aprender las maneras santas de conducirnos en su santa iglesia para no profanarla, ni convertir su práctica en fuego extraño. Por si no lo han leído préstenle atención: «Que… sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad» (1ª Timoteo 3:15).

Yo no tengo la autoridad para decretar lo que solo el Rey de reyes y Señor de señores puede, pero si se me ha dado la prerrogativa de pedir en humilde, sincera pero también firme oración y es con una oración que termino esta carta:
«Señor, tú lo sabes todo y tienes toda la autoridad y el poder en el cielo y en la tierra para regir las naciones y sus habitantes, tu iglesia y nosotros sus miembros y sus ministros. Me postro ante tu majestad y bajo la conciencia de tu soberanía y suficiencia para juzgar, te ruego que reveles tu juicio para todos aquellos consiervos verdaderos y falsos que hayan osado llevar a la iglesia como pertenencia suya a otros poderes inferiores y malos, cuestionados hasta los tuétanos.
¿Señor, permitirás que hagan esto con tu santa desposada? Yo apelo a tu celo, amado Esposo celestial, es el momento de cuidar a tu amada. Recuerda cuánto te costó, te entregaste a ti mismo por ella, fuiste tú y no otro, no permitas que la manoseen otros y que, a disgusto de ella, se paseen con la privilegiada empañando su dignidad y todo por los intereses lucrativos y de poder de los Balaam que la comercian. Deshace, Señor, sus acuerdos y colócalos en su sitio.
¿Señor, permitirás que unos asalariados aprovechadores en complicidad permitan que los salteadores roben tus ovejas? Es el momento de proteger a tu rebaño.
Hoy, mi Señor y «Luz del mundo», es el momento de rogarte que redirijas a tu santa Iglesia como tu «Luz» en esta Venezuela sombría, sácanos de debajo del almud del mundo religioso y egoísta que nos hemos hecho para escondernos del mundo y elévanos, no del modo oscuro que nos quieren poner hoy colocándonos en un candelero equivocado, sino colócanos sobre el candelero verdadero de la palestra pública, el de los propios méritos espirituales que son posibles mostrar por los méritos tuyos en la cruz, y puestos sobre ese candelero mostremos lo que tú nos has hecho ser, hombres y mujeres «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y depravada» (Filipenses 2:15 RVR60; NVI), en medio de la cual somos llamados a resplandecer como luminares.
Entonces, Señor, así ilumina con tu verdadera esposa esta oscurana venezolana y muéstranos a tus ministros verdaderos y justos, las maneras cómo conducirnos dentro de ella para liderarla, de tal modo que, siga cumpliendo el legado de una misión trascendente que le demanda seguir siendo casa de Dios y no de los malos y poderosos; así como, seguir siendo la Iglesia del Dios viviente y no de ídolos muertos y mancilladores; continuando, además, su misión como columna y baluarte de la verdad, no de la mentira, desinformación, posverdad, chantaje y manipulación.
Escúchame, Señor, oye mi oración y mi ruego que hago para alertar a los verdaderos pastores, a los verdaderos apóstoles, a tus verdaderas ovejas, a tu verdadera Iglesia para que no se dejen manosear, ni calentar las orejas por engaño, que recuerden que nosotros, como tu cuerpo y tu novia desposada, somos solo tuyos y de nadie más. Que mantengamos nuestra mirada en el verdadero trono que ocuparemos a tu lado en la gran cena de las bodas del Cordero, y que nosotros, tus ministros, cuidadores de tu grey, sigamos conduciéndola conforme a tus criterios, por los senderos de la historia hasta que seas tú quien nos levante con ella a las moradas celestiales y nos desposes definitivamente en las bodas del Cordero. Te lo pido en tu nombre, Señor Jesús, amén».

Mstr. Giovani Pelayo
Ministro del Señor en Venezuela

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    Juan 13:7 NTV
    https://bible.com/es/bible/127/jhn.13.7.NTV

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