
Es usual escuchar a estos jóvenes decir que su sueño es ser artistas y famosos (y tras ello adinerados). Lo que no es usual escucharlos decir es que quieran estudiar mucho, ser útiles y serviciales, promover valores, o hacer cosas que resulten en el bienestar de la humanidad.
Juliana tiene 7 años, su mamá le compra ropa corta y ajustada a su cuerpecito desde que era pequeñita. Junto a la niña, la señora observa programas del show business y la farándula. La involucra en fiestas carnavalescas y en toda clase de los mal llamados «actos culturales» de la escuela (pues de culturales, muchos, no tienen nada); la maquilla como adulta toda vez que a la niña le provoca. Quiere inscribirla en un casting de modelaje, y cuando va a una fiesta la aúpa a bailar reggaetón al mejor estilo de las bailarinas del perreo de Wisin y Yandel, o de las sexualizantes canciones de Maluma.
No es difícil imaginar lo que pasará con niños y niñas que son criados bajo estas influencias, pues ya mismo podemos observar sus consecuencias al revisar las cuentas de Instagram y Facebook de millones de adolescentes en el mundo (la generación centennials).
Por supuesto que divertirse y entretenerse es necesario y bueno, pero hay que ser equilibrados y motivar a nuestros hijos a la lectura, al análisis, a la autoevaluación, al ejercicio intelectual y a la sensibilidad humana, porque el mundo no es una tabla de teatro, ni un gimnasio. Tampoco es un concierto, ni un programa mediático para lo histriónico-narcisista.
El mundo es más bien un cúmulo de necesidades y desafíos para los que hay que prepararse de manera integral y donde es imperativo aportar algo positivo a través del conocimiento y los valores, pues, como dice el libro inspirado de arriba: «Vale más el buen nombre que usar un perfume caro» (Eclesiastés 7:1).
La formación del ser humano comienza en el hogar, desde allí, papá y mamá deben incentivar el aprecio y la práctica por actividades intelectuales y humanitarias, y no solo lo que entretiene al cuerpo o hace saltar a la carne.
Héctor Márquez
Psicólogo clínico y teólogo
hectormarquez.convicciones@gmail.com