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Cristianos frente al Artículo 350 de la Constitución

[quote]Artículo 350: «El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos».  (Énfasis nuestro).[/quote] (Verdad y Vida – Redacción).-

Por su parte, el Artículo 333, expresa: «Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella».
En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.
Una interpretación literal del Artículo 333 establece la supremacía de la Constitución Nacional sobre todo acto de fuerza o vía de hecho o por ilegalidad en el uso de un procedimiento distinto al previsto para su derogatoria. Quiere decir que las normas constitucionales no pierden su vigencia en tales eventos y deben continuar siendo acatadas, a pesar de las circunstancias.
Cito el artículo 335 porque determina que «Las interpretaciones que establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o alcance de las normas y principios constitucionales son vinculantes para las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales de la República». Esta disposición fue utilizada para hacer una interpretación del Artículo 350, de manera que todo aquel asunto donde se invoque el Art. 350 debe ser interpretado y decidido ante cualquier órgano jurisdiccional conforme al criterio ya establecido por la Sala Constitucional, criterio que menoscaba la esencia de los supuestos de hecho y de derecho de la norma en referencia.
Por lo tanto, la diferencia entre desconocer y rebelarse, desde el punto de vista jurídico, es la misma que resulta de la definición académica. Es decir: rebelarse es oponer resistencia, sublevarse, levantar a alguien haciendo que falte a la obediencia debida; mientras que desconocer es ignorar, es no acatar una norma o acto del poder público.
En ambos casos se estaría violando las Sagradas Escrituras, pues toda rebelión es pecado y el pecado trae consigo juicio y muerte espiritual. En esencia desde que se introdujo y aprobó el artículo 350 de la Constitución Bolivariana de Venezuela, el último por cierto, ya traía un conflicto con la Biblia, pues Dios desaprueba el desconocimiento o rebelión contra cualquier autoridad (Romanos 13:1-6).
Entonces, ¿debe un cristiano obedecer el Artículo 350 de la Constitución? La misma Palabra de Dios lo responde…

La Biblia y las leyes

El evangelista Francis Schaeffer (1912-1984) decía que Dios ha ordenado al Estado como un delegado de la autoridad; no es autónomo; que el Estado está como un agente de la justicia para refrenar el mal mediante el castigo al malhechor, para proteger el bien en la sociedad. Cuando hace lo contrario no tiene autoridad.
Secularmente se nos enseña a obedecer la ley formal, así como los actos de efectos generales emanados de las autoridades competentes dentro del llamado Estado de Derecho. Nuestro deber como cristianos es someternos a las autoridades y obedecerlas por que toda autoridad es puesta por Dios, tal como lo dijo Pablo en la carta a los Romanos (13:1-6): «Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues, es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia…».
La Palabra de Dios nos insta a hacer lo bueno, porque si hacemos lo bueno no sufriremos la injusticia de las autoridades, ya que estas han sido puestas por Dios para alabanza de los que hacen el bien y de los que se sujetan. Es por esto que Dios delega la autoridad en el Estado, dándole a este la autoridad, la facultad de corregir y sancionar los actos malos, contrarios a la ley, a la palabra y a los preceptos y mandamientos de Dios, y correlativamente respetar a las personas que hacen el bien. Pero el Estado, que es administrador de esa autoridad que Dios le otorga, a veces obra fuera de los parámetros de la justicia, decretando y ejecutando actos y acciones contrarias a los principios cristianos. En tales casos, el Estado obra fuera de su competencia, incurriendo en el vicio de abuso de poder.
La doctrina cristiana, en contraposición a la humanista, ha estudiado cual debe ser la postura del creyente cuando se enfrenta con leyes o actos administrativos, o decisiones de las autoridades, usurpadas o no, que se enfrentan a los principios y preceptos establecidos en la Palabra de Dios y los contrarían. La respuesta a esta interrogante ha sido siempre la de privilegiar nuestros principios divinos sobre los del mundo. Bíblicamente esta posición se sustenta en Hechos 4:19, cuando Pedro y Juan fueron intimados a que no hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús, ellos contestaron: «Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios» y luego, cuando fueron interrogados ante el Concilio (Hechos 5:29), declararon: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres». En conclusión, estamos obligados a seguir los preceptos, mandamientos y la Palabra de Dios, por obediencia, antes que cualquier orden, acto o acción contraria.
Recordemos que formamos parte del Reino de la Luz Admirable, y que según Efesios 6:12 «…no tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes…», por lo tanto, no le quepa la menor duda de que Satanás está detrás de toda usurpación de autoridad o de todo régimen gubernamental que hace injusticias en vez de combatirlas. La respuesta es orar, porque nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.
En el caso dado, vistámonos con la armadura de Dios y usemos la espada del Espíritu que es la Palabra, y Dios nos concederá siempre la victoria, porque Él le da la victoria al que ama y al que cumple sus mandamientos. Gloria a Dios, nuestro Rey y Señor, el que Era, el que Es y el que Ha de venir y recordemos que Dios es el que nos sustenta y nos da la victoria, Él nos dice: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré; siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contiendan contigo…» (Isaías 40:10-11).

Gustavo Moreno M.
Abogado

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One comment

  1. Dios le bendiga querido hermano, estoy de acuerdo con uted en que los cristianos debemos someternos a las autoridades superiores tal como nos insta la biblia ; pero tambien es verdad que cuando esas leyes van en contra de las leyes de Dios no creo que debamos someternos a ellas! porque los apostoles todos fueron perseguidos , torturados , apedreados, hechos presos por defender la verdad del evangelio en contra de las leyes romanas que prohibia la oredica del evangelio de cristo. Tambien es verdad que en esta parte occidental del mundo hoy no tenemos ese inconveniente, pero que vamos a hacer como iglesia cuando desde el estado se promuevan leyes que van en contra de los principios de Dios? cuando se promulguen leyes de matrimonio igualitario? cuando se promueva la violencia sistematica tratando de enfrentar pueblo contra pueblo? hermano contra hermano?

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