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De la Venezuela actual a la profética

Dios está a punto de cumplir la palabra profética de intervención en Venezuela, hará justicia, sanará y la restaurará a un nivel de gloria jamás visto en una nación contemporánea

/ EFE

Basta con salir a hacer mercado y leer la prensa para darse cuenta lo grave que está la economía venezolana. Los indicadores muestran a una nación que es líder mundial en lo negativo como la hiperinflación, pobreza, poder adquisitivo, emigración (huida del país) y un largo etcétera que muestra la penosa realidad que vive nuestro otrora país próspero y pujante, teniendo como causales principales el pecado generalizado y los políticos de la nación.
El pecado de la población arrastra al resto de los males. Casi nadie en Venezuela puede decir que no pecó en su vida; hay pecados cometidos por años que aun cuando no son los que causan escándalo social no dejan de ser pecados, como el caso de no hacer lo bueno que nos corresponde, la desidia, el permitir que otros hagan lo malo mientras a mí no me afecte, la viveza criolla y muchos otros que han dado pie a que una generación perversa se hiciera de la conducción del país tanto del oficialismo como de la oposición.
Cuando no se ama a un país lo suficiente como para dedicar su vida a construirlo y a hacer lo bueno, sino que más bien se aprovechan de él de la manera más baja, origina una acumulación de maldad que Dios no puede pasar por alto y que tarde o temprano demandará de la nación. Para nadie es un secreto que Venezuela está bajo juicio divino desde hace varias décadas ya, no solo sufrimos quienes vivimos dentro, sino también la inmensa mayoría de quienes salieron del país en búsqueda de un mejor porvenir, lo cual no han conseguido porque el juicio se lo llevaron en sus maletas de viaje.
Quienes creían que una nación no podía llegar tan bajo, ahora ven en lo que se ha convertido Venezuela y dan por hecho de que es posible arruinar a un país hasta llevarlo al caos, siendo sus servicios públicos el mayor referente. Y no podemos echarle la culpa solo a los políticos, porque cuando Dios juzga no lo hace solo a una élite, sino a la población en general. Son muchos años de ofensa al Señor con la idolatría, el oportunismo, el saqueo generalizado, la amplia gama de práctica ocultista, un actuar libertino y soberbio; el perverso concepto de elegir gobernantes «porque roban y dejan robar», entre muchos otros pecados nacionales.
Hoy observamos cómo la pobreza ha alcanzado casi al cien por ciento de la población causando grandes estragos y poniendo en peligro la salud nutricional del pueblo, que, para variar, está siendo azotada por una diabólica pandemia en medio de un sistema de salud desmantelado que no ofrece más que viejas y deterioradas estructuras sin medicamentos ni equipos para atender las necesidades de salud, lo cual se traduce en vidas perdidas que pudieron salvarse -incluyendo la del personal de salud.
Está tan grave la situación sanitaria que Venezuela lidera las solicitudes de ayuda por las redes sociales de quienes necesitan tratarse médicamente, ya que los recursos no alcanzan para cubrir los costos de los tratamientos debido a que los centros asistenciales públicos están desabastecidos de medicamentos y equipos médicos. Ningún país como el nuestro llena las redes sociales con estas tristes solicitudes, las cuales dejan al desnudo la gravedad asistencial por la que atraviesa nuestro país. Pena ajena sentimos por los responsables de este caos que parece que no se dan por enterados.
Muchos se preguntan si esto será eterno. No, Dios está a punto de cumplir la palabra profética de intervención en Venezuela, pues cada día la población está volviéndose más a Él, reconociendo sus pecados y arrepintiéndose de haberlos cometido. Esto dará pie a una intervención divina y al derramamiento del resto del juicio sobre los responsables de haber llevado al país a esta situación, así como por las cientos de miles de muertes que ello ha causado.
Dios es justo y por amor a su nombre intervendrá y hará justicia, sanará y restaurará a Venezuela a un nivel de gloria jamás visto ni en este ni en ningún país del mundo contemporáneo. De una penosa situación, nuestra nación será sacudida, juzgada y limpiada totalmente de todo el mal hecho y que le han hecho, porque lo que el Señor profetizó sobre nuestro país se cumplirá plenamente, llevando a Venezuela a ser punta de lanza del avivamiento de Occidente y a ser usada para encender la llama de Dios en las naciones.
Nunca como hoy se ha orado y clamado tanto por Venezuela, tanto dentro como fuera del país se realizan permanentes jornadas de oración, las cuales han subido al trono de Dios; por lo que «dice el SEÑOR: “Por la opresión de los pobres, por el gemido de los necesitados me levantaré ahora. Los pondré a salvo del que se ensaña contra ellos”» (Salmo 12:5).
Nunca se dejará de hablar de Venezuela, hoy lo hacen para resaltar lo malo, pronto lo harán para resaltar lo bueno que es Dios. Todo lo malo será revertido en bendiciones. Todos los malvados serán juzgados y pagarán por sus fechorías. Toda la brujería e idolatría cometida será revertida en una masiva adoración y alabanza al Señor, tanto, que la gloria de Dios cubrirá a Venezuela de norte a sur y de este a oeste.
El Altísimo pronto pondrá fin a este duro proceso y hará resplandecer su gloria sobre la faz de Venezuela, y los venezolanos regresarán a edificar con gozo y agradecimiento a la Nueva Venezuela.

Georges Doumat B.

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