Dios sacude nuestro corazón y nos habla en medio de nuestra culpa. Tal vez es tiempo de que nos arrepintamos de nuestros pecados y acudamos a Jesús

Hechos 9:5, “Él dijo: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y le dijo: ‘Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón’”.
Nunca el llamado de Dios ha sido fácil. Por lo general Dios ha tenido que llamarnos con la vara. Con el proceso o con una situación bien delicada para que podamos entender el llamado. Si no mire a Moisés, a Gedeón, al mismo Saulo de Tarso y otros, por no decir usted y yo.
Mire la siguiente historia que nos relata el Sr. Kenneth Petersen: “A los 16 años, Luis Rodríguez ya había estado en la cárcel por vender crack. Y ahora, por intento de asesinato, estaba de vuelta preso… con perspectiva de cadena perpetua. Pero Dios le habló e hizo que recordara sus primeros años cuando su madre lo llevaba fielmente a la iglesia. Tras las rejas, Luis sentía que Dios le sacudía el corazón. Finalmente, se arrepintió de su pecado y aceptó a Jesús”.
Jesús en el madero redimió todas nuestras faltas y nos hizo limpios y candidatos al reino celestial.
Pero no solamente el quiere solo eso; sino que también usted sea el instrumento que él use aquí en la tierra para él glorificarse.
Tal vez no entiendas ahora el proceso por el cual el Señor te está pasando. Pero es la única forma que entiendas el llamado.
Podemos ver que en el libro de Hechos de los Apóstoles, encontramos a un judío celoso llamado Saulo de Tarso, culpable de ataques tremendos a los creyentes en Jesús y con un corazón asesino (Hechos 9:1). Era el pran de una pandilla y participó en la ejecución de Esteban (7:58). Pero Dios le habló, literalmente. Yendo de camino a Damasco, una luz encegueció a Saulo, y Jesús le dijo: «¿por qué me persigues?» (9:4). Saulo preguntó: «¿Quién eres, Señor?» (v. 5); y ese fue el comienzo de su nueva vida. Llamado entonces Pablo, acudió a Jesús.
En la historia de Luis Rodríguez; al final le otorgaron libertad condicional. Desde entonces, ha servido a Dios, dedicando su vida al ministerio carcelario en Estados Unidos y América Central.
Después de que era la escoria de la sociedad; Jesucristo lo cambió a un instrumento de bendición para su gloria y honra.
Dios se especializa en redimir lo peor de nosotros. Sacude nuestro corazón y nos habla en medio de nuestra culpa. Tal vez es tiempo de que nos arrepintamos de nuestros pecados y acudamos a Jesús.
Que tengas un excelente y bendecido día.
Julio Reyes
Pastor