Hace poco más de un año aproximadamente, el prestigioso portal cristiano ProtestanteDigital.com me hizo una entrevista acerca de la situación venezolana, titularon el trabajo periodístico con una frase mía que decía: «La política está sentada en los templos venezolanos». Este hecho inobjetable hace que el mensaje que emitimos los que hacemos uso del púlpito en nuestras congregaciones cada día sea más difícil debido a que la crisis política e institucional de nuestro país ha permeado a la iglesia institucional.
La Iglesia del Señor es apartidista, no apolítica, por lo que su mayor problema es cuando algunos miembros partidizan el desempeño eclesial institucional. A lo largo de la Biblia se nos muestra a Dios interviniendo en el devenir de cada reino y gobierno de los países, de lo que no se exceptúa la política, pero lo que jamás ha hecho el Señor es inmiscuirse en las instituciones partidistas ni en ningún ideal político-partidista, por ser una materia eminentemente del mundo que vive de espaldas a Él.
Dios siempre ha tenido que ver con la conducción de cada nación, sea para usar los gobiernos para sus fines eternos o como instrumento de escarnio y juicio a su pueblo Israel y, desde hace 2000 años a la fecha, para tratar y depurar a su Iglesia gloriosa. De ahí es que resulta casi imposible desligar el trato de Dios del mensaje del púlpito. ¿El agravante?, es que la Venezuela de hoy está tan sensible a este tema como nunca antes en la historia.
NO PODEMOS abstraer el tema de la política (aclaro, las ejecutorias, no los lineamientos partidistas) del mensaje que predicamos desde el púlpito, hacerlo nos convertiría en cómplices o en hipócritas religiosos, de la misma naturaleza de aquellos contemporáneos de Jesucristo, a quienes Él tanto reprendió. ¿Cómo no predicar contra la injusticia, corrupción, mala administración, pactos diabólicos, adulterio, opresión socio económica que signan las ejecutorias de nuestros políticos y gobernantes, si ese reclamo es la esencia del evangelio mismo?
¿Dónde está el problema del mensaje del evangelio en la Venezuela de hoy?, precisamente en que cuando uno predica sincera y abiertamente el evangelio es imposible no hablar del origen espiritual de las aflicciones del pueblo; al hacerlo, tocamos puntos que si son desenfocados de su eminente sentido espiritual, entonces serán malinterpretados e incorrectamente introducidos a la arena político partidista.
Es triste que algunos miembros de la feligresía que tienen una conducta inmadura y parcializada, olviden que «la batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!» (Efesios 6:12), y sacan el mensaje de su contexto y lo llevan al plano natural y humanista; eso dará como resultado, no solo en Venezuela, sino en cualquier parte del mundo, que el mensaje del evangelio se tome como instrumento de ataque personal, cuando en realidad es «la espada del Espíritu» para destruir fortalezas mentales y espirituales.
Este servidor, por las asignaciones divinas que le toca desempeñar, ha sido uno de los afectados por la política partidista al exponer horizontalmente el mensaje del evangelio y que miembros inmaduros de nuestras congregaciones han trasladado al plano personalista, llegando a veces a exaltar personalidades del mundo político venezolano al extremo de colocarlos por encima de Dios, lo cual es idolatría. Otros, redargüidos por el mensaje del evangelio arremeten, injurian y juzgan, pues en vez de ver el lado espiritual y el interés de Dios en que sean transformados y haya un genuino arrepentimiento, toman el mensaje y lo infieren a las arenas partidistas.
Cuando Dios condena las diversas prácticas de pecado, y Jesucristo las perdona y restaura, no lo hace para un grupo o color político determinado, sino para toda la humanidad. Si hoy se nos ocurriera repetir la frase de Jesucristo cuando «algunos fariseos le dijeron: —¡Sal de aquí si quieres vivir! ¡Herodes Antipas quiere matarte!
Jesús respondió: —Vayan y díganle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y sanando a la gente hoy y mañana; y al tercer día cumpliré mi propósito» (Lucas 13:31-32); seguramente estaríamos presos o mínimo amenazados con ser silenciados.
Gobiernos e ideologías políticas van y vienen, pero la Palabra de Dios es eterna, si eso no lo entienden los cristianos y los políticos, pues lo lamentamos por ellos, ya que nada ni nadie podrá silenciar jamás el mensaje del evangelio, «porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad» (2ª Corintios 13:8).
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@GeorgesDoumat