
«Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios» (1ª Corintios 1:18).
He oído a muchos creyentes decir, «hay que tener fe, pero hay que ser realista». Esto es una trampa diabólica, una manera de destruir la fe, una forma de manifestar la incredulidad más dañina. Ser realista es tener «los pies sobre la tierra», es considerar las condiciones que nos rodean, para actuar en consecuencia. Esto solo trae atraso en cualquier plano que se mire; por ejemplo, los hermanos Wright, quienes inventaron el avión no fueron realistas. ¿Quién en esa época, siendo realista, en su sano juicio podía pensar que el hombre podía volar? La gente se burlaba de tal idea, siempre se han burlado de «esas ideas descabelladas».
¿Quién en su sano juicio, iba a sacar unos dos millones de personas al desierto, sin tener la provisión de agua y comida necesaria? ¿Quién siendo realista, hubiera extendido su vara para que el mar se abriera, para pasar caminando? Son dos caminos diferentes, ser realista y vivir por fe. Los realistas creen que todo depende de las circunstancias, los creyentes piensan que con Cristo todo es posible, sin importar cuán contrarias sean las circunstancias. Pues somos seguidores de aquel que dijo: «el que cree en mi, cosas mayores hará, porque yo voy al Padre».
¡Dios te bendiga!
Fernando Regnault
Articulista
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