
Ya conocemos en carne propia, lo que significa dejar en ‘visto’ a alguien, o que a nosotros mismos nos dejen en ‘Visto’, en las redes sociales.
Lo primero, en lo que a nosotros concierne, dejar en ‘visto’, implica nuestra demora o negación a responder un mensaje, por alguna de estas excusas o causas:
1.– Estamos pensando qué escribir.
No tenemos idea de qué palabras colocar; o sí la tenemos, pero no deseamos ser malinterpretados. Cuidamos nuestro lenguaje y deseamos que quien nos lee reciba el 100% de nuestra intención de diálogo.
2.– Chateamos con más de una persona, y no nos da tiempo responder a quién nos escribe.
Esto es muy usual, y sin embargo, priorizamos quien merece primero ser respondido.
3.– No queremos responder, de ninguna manera
Esto es algo subjetivo, y nuestra decisión puede ser debida a una de dos variables:
a) No queremos dar nuestra opinión acerca de determinada idea.
b) No nos interesa para nada entrar en polémicas o discusiones estériles con quien nos escribe, o con otras personas, si se trata de un Grupo.
4.– Estamos en un lugar y momento en el que No podemos responder de inmediato:
Manejando (no deberíamos siquiera tomar el dispositivo móvil…); a punto de dormir, y escuchamos el sonido de un mensaje, pero nuestro sistema motriz no quiere ya accionar, nos venció el sueño; conversando con alguien más, en vivo y directo. No nos atrevemos a mirar hacia abajo, hacia el celular o tableta, pues pensamos que sería de mal gusto quitar la mirada de nuestro interlocutor.
Con todo lo anteriormente expuesto, deberíamos meditar por un momento ¿qué piensa la persona que espera nuestra respuesta…?
El segundo ‘visto’: cuando no nos respondieron…
Pero, ¿y qué cuando es DIOS quien nos deja, aparentemente, en ‘visto’…? ¿Por qué pudo haber sucedido esto? Lo sabemos, pero no queremos reconocerlo. Parece que somos un poco olvidadizos:
Nosotros lo hemos dejado a Él en ‘visto’…
Nos habló, pero no Le prestamos atención. Nos escribió hace mucho, y aún no le hemos respondido. Tuvimos la respuesta, pero no se la dijimos. Sabíamos lo que Él quería de nosotros, pero no Le hicimos caso.
Él dijo, «Clama a Mí, y Yo te responderé, y te mostraré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (Jeremías 33:3). Pero, no clamamos a Él. Dimos oído sordo a Su demanda, a pesar de Sus continuos llamados.
Llegó el momento de nuestra dificultad, y nos acordamos de Él; clamamos, pero ahora Él no responde. Nos ha dejado en ‘visto’…
«Si se humillare Mi pueblo, sobre el cual Mi nombre es invocado, y oraren y buscaren Mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces, YO oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra» (2° Crónicas 7:14).
Pero, ni nos humillamos, ni oramos ni buscamos Su rostro, ¡ni nos convertimos de nuestros malos caminos!
Por Su gracia, reaccionamos y llegamos al punto de la humillación y el reconocimiento de nuestra insuficiencia frente a Su poder y amor: Le respondimos.
¡Es tan grande Su misericordia y paciente Su espera por nuestra respuesta, que promete: Oírnos, Perdonarnos y Sanar nuestra tierra!
Él siempre nos responderá.
Hamilton Tovar
Misionero movilizador
hamilton777@gmail.com