Se acercan las mejores Novedades, lo siento con fuerza y mi corazón se llena de deseos que hago llegar a mi Señor como plegarias:
Que algún día cercano en el tiempo la sociedad reconozca el verdadero mensaje de la celebración de estas fiestas.
Que cuando transitemos veredas erróneas no demoremos el regreso al camino que Jesús nos marca.
Que cuando nos demos cuenta de que nos estamos acomodando a la rutina barata y vacía tengamos fuerzas suficientes para romperla.
Que no busquemos el envanecimiento externo que nos atonta.
Que dejemos de moldearnos con el fin de caerle bien a todo el mundo.
Que rompamos con las burdas tradiciones que nos atan.
Que comencemos a dejar atrás el miedo a pensar y antes de emprender una acción nos preguntemos cómo lo haría Jesús, cuyo nacimiento celebramos y nos pongamos manos a la obra.
Que nos agarremos a la fe como a un clavo ardiendo.
Que no miremos hacia otro lado si la corrupción y la injusticia acechan.
Que seamos capaces de perderlo todo por una buena causa.
Que no nos dispongamos a manipular la Palabra de Dios a nuestro favor y conveniencia sino que pongamos toda nuestra carne en el asador del evangelio verdadero.
Que ayudemos a dejar de oprimir a los que se consideran inferiores, los más débiles y desprotegidos.
Que hagamos de la oración nuestro modo de vida.
Que no dejemos de ser sal, luz y viceversa.
Que apreciemos el amor de nuestros amigos devolviéndoselo multiplicado.
Que nos propongamos ya de una vez por todas a amar al Señor, nuestro Dios, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todo nuestro ser.
Que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Cuando todo esto y mucho más empiece a hacerse presente en nuestras vidas gracias a la obra del Espíritu Santo y a nuestra buena voluntad de querer servirle, entonces disfrutaremos al proclamar a voz en grito: ¡Feliz Novedad! Y retornaremos, libres de paja, al verdadero mensaje.
©Protestante Digital
Isabel Pavón
Escritora