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Habla El Grinch

“Árboles, luces, comida, regalos sin el motivo principal de la Navidad que es el nacimiento del Señor de la gracia y el amor, es una simple fecha y nada más”

“Vi el rostro de amor de aquel Niño de Belén en la carita de Cindy Lou”

(GDB – Verdad y Vida).-

No es un personaje típico. Ni siquiera se parece a los míticos duendes, salvo en su color verde. Es alto, de largo pelaje, de cara canina con mirada profunda, cargada de amargura y aire escalofriante. Pero no siempre fue así, a corta edad fue abandonado y adoptado por dos mujeres de la pintoresca población de VillaQuién, donde llegó en una Nochebuena. Sumado a su difícil niñez y al constante acoso por parte de sus compañeritos, creció cargado de odio, rechazo y amargura, hasta que escapó a vivir en lo alto de la montaña.
Años después, ya hecho todo un adulto maduro, decide concedernos una entrevista, acorde con la ocasión, donde el mundo, así como los pobladores de Quién, entre ellos El Grinch, celebran incorrectamente la Navidad.

Muchas gracias por permitirnos esta entrevista Sr. Grinch y por contestar muchas de las preguntas que todos nos hemos hecho acerca de usted.
– El gusto es mío. Siempre es bueno que la gente sepa la verdad de uno.

En primer lugar, deseamos conocer un poco acerca de El Grinch, más allá de lo que el Dr. Seuss escribió de usted en 1957, en su libro de ficción infantil «¡Cómo El Grinch robó la Navidad!».
– Fui abandonado una Nochebuena cuando apenas era un bebé, ni siquiera sé si tuve padres, pues los duendes, por lo general, no los tienen. El caso es me dejaron en un pueblito llamado VillaQuién y dos generosas mujeres me adoptaron. Fui creciendo entre dificultades, bulling, desplantes, manifestación de rechazo por parte de los niños y los pobladores.

¿Cree que eso endureció su corazón?
– Además de todo el rechazo que venía sufriendo desde muy pequeño, la gota que rebasó el vaso fue que de niño me gustó una hermosa niña llamada Martha May. Es cuando el pesado de Agustus May Quién, quien fuera luego el alcalde de VillaQuién, se dio cuenta que el sentimiento de Martha era recíproco, movido por los celos decidió hacerme la vida imposible.

Entiendo, luego vino el acoso, la burla y…
– Exacto (interrumpió).
En vísperas de Navidad, decidí demostrarle a Martha May que me gustaba, por lo que le hice un ángel navideño para regalárselo; así como quise cambiar mi aspecto, pero al intentar afeitarme me corté varias veces el rostro, lo que ocasionó que todos mis compañeros, menos Martha, por supuesto, se burlaran de mi.
Fue así como me llené de odio hacia la Navidad y hacia todos los Quién; por lo que decidí huir a vivir en una cueva en lo alto de la montaña.

¿Desde ahí nunca más bajó a VillaQuién?
– Solo bajaba por provisión y volvía a subir sin hablar con nadie. Me volví un huraño, un cascarrabias lleno de odio, tenía mis razones, ¿o no? Pero nada como en época de Navidad, ahí mi odio y resentimiento se multiplicaba, pues venían a mi mente todos esos amargos recuerdos.

¿Cómo pudo vivir así durante años?
– El dolor y sentimiento de rechazo era tan grande que mi corazón decreció dos tallas, solo mi fiel perro Max, que nada sabe de temas del corazón, era mi única compañía…

¿Qué lo movió entonces a querer acabar con la Navidad en VillaQuién?
– En una Navidad, harto ya de la vana celebración decembrina, decidí enfrentar a todos los Quién denunciando su materialismo y diciendo que la Navidad solo consiste en hacerse regalos que acabarán tirando a la basura y llegando al vertedero, que se encuentra en la montaña cerca de mi casa. Tenía que ponerle un alto a eso.
En realidad, lo reconozco, era mi odio y amargura lo que me movía a hacer tal cosa era por nunca haber podido celebrar esa festividad con la efusividad de ellos.

Y… ¿es por eso que decide disfrazarse de Santa Claus y robarse todo lo preparado por los habitantes de VillaQuién en aquella Navidad?
– Exactamente.

Sabemos por la historia, lo que hizo usted y cómo usó a su perro Max disfrazándole de reno para que tirara del trineo… pero ¿qué puede decirnos que la trama no cuenta? Entre el robo de las luces, árboles y regalos, ¿qué pasó en la vida de El Grinch que le hizo cambiar y llevar su corazón dos tallas más hasta hacerlo normal?
– Te diré. Confesaré algo que nunca había dicho antes, porque no se supone que a un duende que le han hecho tanto daño le ocurra lo que a mi.
Sabes, en VillaQuién estaba una dulce niña de nombre Cindy Lou, a quien solo veía en ocasiones durante mi relampagueante visita al pueblo. Esa noche de Navidad, todos dormían y nadie se percató de mi delincuencial visita a sus hogares, solo ella, la pequeñita Cindy Lou me sorprendió cuando estaba en la sala de su casa llevándome sus artículos navideños. En su inocencia me confundió con Santa y hasta me sirvió galletas con leche.
Posteriormente, al despertar, todos se enteraron que yo les había robado la Navidad. De esta manera, alguien le contó de mi pasado a la pequeña Cindy Lou, y esta sin pensarlo dos veces se arriesgó a subir sola la montaña y tocar la puerta de mi cueva para invitarme a celebrar con ellos la Navidad, muy a pesar de haberles quitado todo. Me sorprendió que los Quién, seguían felices a pesar de haberles robado todo.
¿Qué les hace seguir felices?, me cuestioné.

¿Entonces… tuvo remordimiento de conciencia?
– Ya te explico…
La mirada dulce de esa niña, sus ojos amorosos y para nada condenadores, así como el cariñoso beso en mi mejilla, produjeron un milagro. Vi el rostro de amor de aquel Niño de Belén en la carita de Cindy Lou; sus ojos penetrantes me mostraron la gracia de Jesús, su gesto me enseñó que el Señor nos perdona y jamás nos condena cuando venimos a Él en arrepentimiento.

¿Arrepentimiento en El Grinch?
– No solo eso, todo el odio, el resentimiento y la amargura que tenía salió de mi corazón. Fui perdonado y terminé perdonando. Definitivamente, Jesús usó a ese pequeñita para tocar y cambiar mi corazón y mi vida por completo.
Por eso bajé con ella y devolví todo lo robado, reconocí mi error y así participé en la preparación del festín. ¡Imagínate! Por primera vez le vi la cara a Agustus May sin odio ni rencor.
Hermoso lo que Jesús hace en el corazón de la gente que decide darle cabida en su vida como su Señor y Salvador…
– Por supuesto. Pero el Señor me tenía un regalo mayor: Martha May, mi amor frustrado, rechazó el anillo de compromiso del alcalde Agustus y me declaró su amor públicamente. Así que esa fue mi mejor e inolvidable Navidad. Es que Jesús hace eso en la vida de quienes le buscan, Él resuelve todo en un momento y te devuelve toda la ilusión y lo perdido a lo largo de la vida, marcándola con su amor eterno.

Sinceramente increíble, Sr. Grinch. ¿Algún mensaje final…?
– Ni piense que voy a perder la oportunidad…
Lo primero que deseo dejar en claro, y así se los hice ver a los habitantes de VillaQuién, es que la Navidad sin Jesucristo no tiene sentido. Árboles, luces, comida, regalos sin el motivo principal de la Navidad que es el nacimiento del Señor de la gracia y el amor, es una simple fecha y nada más.
Lo segundo, Santa Claus es un mito, como lo soy yo; él nada tiene que ver con la Navidad ni con Jesús, vino de la creación de mentes mercantilistas y derrochadoras como la de los Quién, que inventan o aceptan cualquier ingrediente que satisfaga su voraz consumismo sin detenerse a constatar si es verdad. ¡Los años en la montaña y el toque revelador de Jesús me enseñaron eso!
Y, por último, ofrézcanle su corazón a Jesús como lo hice yo, Él anda buscando ese tipo de pesebres donde nacer; solo Él puede cambiarnos y ofrecernos una nueva vida que no termina con la muerte, porque es eterna.

Aleccionador Sr. Grinch, ¡muchas gracias!
– Fue un gusto. En estas fechas recuerden lo que Jesús hizo en la vida de El Grinch, porque lo quiere hacer en la de ustedes también…◄

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