Corrieron los años y una vez fundadas las poblaciones por esa simbiosis monarquía española-Vaticano se fue llenando a Venezuela de idolatría y religiosidad carente de contenido bíblico
La práctica de la idolatría en Venezuela es de vieja data. Tan vieja que se remonta al mismo encuentro colonizador hace más de cinco siglos, con la llegada tras Cristóbal Colón de los primeros misioneros católicos franciscanos y dominicos, a partir de 1514.
La religión católica llegó al oeste de la provincia de Venezuela con la fundación de la ciudad de Coro en 1527, que trajo a los primeros misioneros a la región, acompañados de sus imágenes -«santos» y «vírgenes»- y comenzaron a fundar poblaciones colocándoles un ídolo como ‘patrono(a)’ y ‘bautizándoles’ predominantemente con nombres idolátricos (Santa Ana, San Juan, y así por el estilo).
Originalmente, la Sede Episcopal fue creada en 1541, conforme a la Bula Pro excellenti praeeminentia expedida por el Papa Clemente VI en San Pablo de Roma, el 21 de junio de ese año y teniendo como sede a Coro, Estado Falcón, entonces capital de la antigua provincia de Venezuela, su primer obispo fue Rodrigo de Bastidas y Rodríguez de Romera.*
Así corrieron los años y una vez fundadas las poblaciones por esa simbiosis monarquía española-Vaticano se fue llenando a Venezuela de idolatría y religiosidad carente de contenido bíblico, llegando a ‘elevar’ a ídolos (preferentemente vírgenes) como patrones(as) de regiones venezolanas y hasta del país entero, como es el caso de «Santa María de Coromoto», en Guanare de los Cospes, quien es la patrona de Venezuela para la feligresía católica, pero no para Dios quien abomina la idolatría.
Venezuela cuenta hoy con cuatro ídolos (hombres y mujeres beatificados) cuyas vidas transcurrieron durante poco más de un siglo, pero que fueron beatificados por el Vaticano en un lapso de 26 años aproximadamente. Estos son: las monjas María de San José, Candelaria de San José, Carmen Rendiles y el Dr. José Gregorio Hernández; todos son objeto de veneración y a quienes les atribuyen poderes para sanar después de muertos, lo cual no solo es absurdo, sino anti bíblico.
María de San José
La monja María de San José nació el 25 de abril de 1875, en Choroní, estado Aragua. Murió el 2 de abril de 1967. El 7 de mayo de 1995, el papa Juan Pablo II la declaró oficialmente beata señalando que «expresaba un amor ilimitado hacia Dios, con la práctica genuina de caridad hacia el prójimo» durante la ceremonia litúrgica en el Vaticano.
Monja Candelaria de San José
El papa Benedicto XVI declaró beata a Susana Paz Castillo-Ramírez, quien nació el 11 de agosto de 1863 en Altagracia de Orituco, estado Guárico y falleció el 31 de enero de 1940 en Cumaná, estado Sucre. Su ceremonia tuvo lugar el 24 de abril de 2008, en el estadio Universitario de Caracas.
Monja Carmen Rendiles
La tercera beata fue Carmen Elena Rendiles Martínez, una monja con una discapacidad física: no tenía un brazo. Nació el 11 de agosto de 1903 y falleció el 9 de mayo de 1977 en Caracas. Su ceremonia litúrgica tuvo lugar el 16 de junio de 2018, en el estadio Universitario de Caracas.
Dr. José Gregorio Hernández
Es el cuarto y más reciente en ser beatificado por el Vaticano, nació en Isnotú, Trujillo, un 26 de octubre de 1864 y falleció tras ser atropellado en la esquina de Amadores, en Caracas, el 29 de junio de 1919. José Gregorio Hernández es el primer hombre venezolano (y laico) en lograrlo. A pesar de que su proceso fue el primero en comenzar (1949), ha sido el que más se demoró. Su ceremonia se realizó el 30 de abril de 2021 en Caracas.
A pesar de saber lo que expresan las Sagradas Escrituras contenidas en la Biblia en contra de la idolatría, la religión romana ha promovido su práctica por toda Venezuela, induciendo al pueblo a esta práctica abominada por el Señor, quien claramente manda:
«No tendrás dioses ajenos delante de mí.
No te harás imagen, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte y celoso. Yo visito en los hijos la maldad de los padres que me aborrecen, hasta la tercera y cuarta generación» (Éxodo 20:3-5).
«Nuestro Dios está en los cielos, y él hace todo lo que quiere hacer. Los dioses de ellos son de oro y plata; son producto de la mano del hombre. Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven; tienen orejas, pero no oyen; tienen narices, pero no huelen; tienen manos, pero no palpan; tienen pies, pero no caminan; ¡de su garganta no sale ningún sonido! ¡Iguales a ellos son quienes los fabrican, y todos los que en ellos ponen su confianza!» (Salmo 115:3-8).
La idolatría (veneración, adoración y honra a las imágenes), según la Biblia, trae consigo maldición, miseria, hambre, plagas y calamidades, porque es abominable ante los ojos de Dios; y al parecer al pueblo venezolano no le basta todo lo vivido hasta ahora, pues acepta las propuestas idolátricas de la jerarquía católica, la celebra y practica con tal devoción que resulta absurdo que luego le reclamen al Señor por todos los males que acarrean sobre la nación entera.
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(*) Wikipedia.-