El jactancioso reflejado en nuestro proverbio no es aquel que engorda su valía exaltando sus hazañas, sino el pródigo en promesas que nunca cumple, tiene “falsa liberalidad”

“Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad” (Proverbios 25:14).
Hoy los problemas que traen las lluvias puede que impidan un poco comprender el valor del símil en nuestro proverbio. En otros tiempos las nubes cargadas de lluvia eran buenas noticias para quienes dependían de ellas para regar los campos. Pero, cuánta era la decepción cuando eran solo nubes vacías. Así describe nuestro proverbio al que promete y nunca cumple.
“Toda jactancia es mala” nos recuerda Santiago. Sin embargo, el jactancioso reflejado en nuestro proverbio no es aquel que engorda su valía exaltando sus hazañas, sino el pródigo en promesas que nunca cumple, tiene “falsa liberalidad”. «Mucho ruido y pocas nueces» como lo enseña la sabiduría popular. Un pensamiento anónimo enseña: «el verdadero mérito es como un río: cuando más profundo es su cauce, menos ruido hace».
Creo que nuestro proverbio no alude a los profesionales del engaño -que los hay- sino a los infractores populares que son tan abundantes como las “nubes sin agua”. De ellos hay muchos ejemplos: el político que promete y no cumple, los esposos que dejan que los vientos arrastren sus votos de fidelidad, padres que incumplen sus promesas, quienes no honran la palabra empeñada, el que falta a una cita, quien se comprometió a pagar y quedó moroso, aquel que dijo “yo te ayudo” y nunca apareció o quien te dijo “cuenta conmigo” y nunca estuvo disponible. Todos fueron como “nubes sin agua”.
Por tanto, nuestro proverbio nos habla de algo más cotidiano de lo que parece y lo peor es que suele convertirse en hábito. Pero en Cristo hay una diferencia: somos portadores de esperanza, palabra honrada, dádiva segura, promesa cumplida, deuda pagada… nubes con agua.
Eduardo Padrón
Pastor, comunicador y escritor
edupadron@gmail.com