(David Hormachea – Pastor, comunicador y escritor).-
La historia tiene muchas personas que han tenido el título de grande y otras que sin título recordamos por su grandeza en distintas áreas de la vida. A veces por costumbre, en otras ocasiones debido a la grandeza de sus logros fueron conocidos como grandes. Algunos son recordados por escalar grandes montañas, otros por los records mundiales logrados, otros por su aporte en la ciencia, el arte, la música o sus excelentes gobiernos.
Alejandro el Grande es uno de los que hizo gala de su calificativo, mientras que nadie puede olvidar la grandeza de la persona y los logros de Alberto Einstein. Cada país recuerda a sus héroes, a sus padres de la patria y cada año se realizan fiestas en su honor. Sin embargo, nadie como Cristo. Ninguna persona ha logrado ocupar el lugar que en la historia de la humanidad ocupa la persona única y superior llamado Jesús de Nazaret. Él es el centro de la historia y sus discípulos se encuentran en todas partes del mundo. Se han creado canciones, millones de personas le cantan en sus lugares de reunión, sus enseñanzas son las más difundidas en el mundo, y se han escrito más libros que lo que uno puede imaginarse. Sin embargo, ningún libro le describe mejor, más completamente y reconoce tan directa y consistentemente su grandeza y su carácter de persona única y superior como el libro de Hebreos.
La razón de la existencia de este extraordinario escrito es presentar evidencias de la suficiencia y la superioridad de Jesucristo.
Si usted estudia las religiones del mundo llegará a la conclusión que no ha existido otra religión mejor en la historia. El mundo politeísta y todo el paganismo sólo ha creado el caos y ha llevado a las personas a los más increíbles extremos. El judaísmo no era de calidad inferior sino que debido a que nace en el corazón de Dios, reunía todo lo que era necesario para que el hombre pueda vivir la vida de más alta moralidad. La relación con un Dios justo y celoso, así como las demandas de santidad y la disciplina que realizaba, exigían vidas santas. Pero faltaba que llegue la persona más grande que ha existido en la humanidad, la llegada de quien es una persona única y superior.
Los mandamientos, sus ceremoniales, sus profetas, todos apuntaban a que vendría quien era esencial para la salvación de la humanidad, el Mesías prometido. Y así, como cumplimiento a las profecías y a los planes divinos, llegó finalmente el Rey de reyes y Señor de señores. Esta realidad fue difícil de aceptar para los judíos aunque habían esperado al Mesías por muchos años. Pero, debido a que no comprendieron la revelación de las escrituras, se imaginaron que Cristo vendría con poder y fuerza, con sus ejércitos celestiales para destruir a sus enemigos. Ellos sólo cometieron un serio error en sus interpretaciones de las profecías y fue que esa descripción de la llegada de Cristo en esa forma está destinada para su segunda venida. En la primera, el Rey de reyes nacía en un pesebre y no en un palacio y estaba rodeado de animales, pastores, magos y ángeles, en vez de los ejércitos que podrían derrotar al imperio romano. Jesús venía para instalar su reino, pero su arma fue el amor y sus enseñanzas radicales y transformadoras.
La carta a los Hebreos es una carta magistral dirigida a los judíos que estaban evaluando a Cristo, tratando de decidir si era realmente el Mesías, si era aquel que cumplía todas las profecías. Los judíos que no creían podían observar extraordinarias pruebas y los que dudaban y estaban a medias, tratando de mantener su religión y tratando de vivir en el nuevo reino llamado cristianismo, podían finalmente distinguir y entender que Cristo realmente es la PERSONA ÚNICA Y SUPERIOR A TODAS, la más grande persona que ha existido y existirá.
Hebreos está gritando en todas sus páginas: Cristo es superior. Hebreos dirige a sus lectores dejen el judaísmo, no estén a medias, no vuelvan atrás, lo que tenían era bueno, pero esto es superior, es lo máximo, es lo único, es el verdadero Mesías, el ya vino, no lo busquen más.
Este libro emite serios juicios pues dice que todas las otras personas y valores, así como toda otra religión, todo es inferior a Cristo. Antes de Cristo, el judaísmo era lo mejor, pero con la llegada del Mesías, se cumplieron todas las profecías y todas las enseñanzas que apuntaban a Él, se cumplieron.
Dios no había cambiado su amor, Dios había enviado a su Hijo único como la más grande prueba de su amor y para que haga lo que la imperfecta ley no había podido hacer.
Había llegado quien venía para ser el héroe de todo el mundo. Bismarck en Alemania, Bolívar en los países bolivarianos, Washington en los Estados Unidos, Napoleón en Francia o Bernardo O’Higgins son héroes recordados y admirados en sus países, pero nadie se ha convertido en un héroe universal como Jesucristo.
No existe libro de la Biblia que esté más centrado en Cristo que el libro llamado Hebreos. En cada página se describe la superioridad de Cristo. El escritor nos muestra, nos prueba que no hay nadie más adonde ir, sino sólo a Jesucristo. Las verdades relatadas nos llevan a concluir que la vida de todo discípulo, de todo creyente debe centrarse en Cristo. El creyente debe centrar su vida y todo lo que hace y todo lo que cree en Cristo. Ese finalmente debe ser el propósito de la vida porque eso cumple el propósito de Dios. Los únicos que pueden vivir la vida que Dios diseño y por lo tanto, vivir una vida fructífera y realizada, son los que creen y determinan que Cristo será el centro de todo y esa debe ser la meta de todo discípulo.
Leonardo Da Vinci lo ilustra bien. Cristo debe ser el enfoque de todo, Él debe tener la preeminencia en todo. Cuando tenía 43 años el Duque de Milán le pidió que pintara la Última Cena. Trabajó lenta y meticulosamente, con mucho cuidado. Pasó mucho tiempo haciendo la copa que tenía Jesucristo, pues quería hacerla lo más hermosa posible. Después de tres años estaba listo para mostrarla y decidió llamar a un amigo para que la evalúe y le dé su opinión. El amigo le dijo: «Es maravillosa. La copa es tan real que no puedo despegar mi ojos de ella». Inmediatamente Leonardo tomó una brocha y corrigió aquello y dijo: «Nada será una distracción de la figura de Cristo». Eso es lo que intenta el escritor de hebreos. Nada es superior a Cristo, nadie es más importante que Él.
A los escritores se nos advierte que no usemos muchos superlativos porque perdemos credibilidad cuando exageramos los casos y tratamos demasiado a menudo de decir que esto o lo otro es lo mejor, lo más fabuloso, pero eso no se puede evitar cuando se trata de Jesucristo. Si usted puede, realmente no lo conoce como nos lo revela la Palabra de Dios.
Cristo es la revelación superior
Cristo es la revelación superior. La primera muestra de superioridad que nos presenta el escritor es su revelación. Esto no significa que la que vino por medio de los profetas no es válida. Fue la mejor que Dios podía dar para ese tiempo y fue completa y confiable, pero apuntaba todo a Cristo. Cristo no vino para destruir la ley ni rechazar los profetas el vino como el cumplimiento al anuncio de ellos y a cumplir la ley. Ellos nos dieron fragmentos del propósito de Dios y nos mostraron el propósito final. Jesucristo es la revelación final. Mediante los profetas conocimos de Dios, mediante Cristo conocemos a Dios. Mediante los profetas conocimos donde habitaba, mediante Cristo el habita en nosotros.
Jesús indicó que los profetas hablaban de la revelación de quien venía en Juan 5:37-40:
«37 También el Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,
38 ni tenéis su palabra morando en vosotros, porque no creéis a quien él envió.
39 Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí;
40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.»
Les dijo Jesús, ustedes no tienen al Padre, no tenéis su palabra, escudriñes las escrituras y verán que apuntan a mi.
Lo mismo explico a los discípulos en camino a Emaús. Les mostro como las escrituras apuntaban a Él y como revelaban todo lo que ocurría.(David Hormachea – Pastor, comunicador y escritor).-
Un resumen extraordinario de una vida superior
Los primeros versículos de este libro (Evangelio de Juan) es todo lo que usted necesita leer para que se dé cuenta donde el escritor, guiado por el Espíritu Santo, está poniendo a Jesucristo. Casi podemos decir que es una de las más grandes exaltaciones de Cristo que existe en la Biblia y observe como se describe la revelación superior:
«Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas manera en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyo heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su substancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de si mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas…» (Hebreos 1:1-3)
Cristo es la revelación superior. Después de esto, no sé qué más decirle. ¿Sabe usted que más podría agregar?
Él es todo eso y más. Él es la Palabra de Dios para el hombre y heredero de todas las cosas. El que creo todo, quien dio su vida para salvarnos. Estas son maravillosas declaraciones de la supremacía y superioridad de Cristo. No se puede exagerar su gloria, poder y posición de autoridad.
No existen títulos que pueda definirlo. Él es el centro de todo, el centro de la Biblia, porque Él es el centro de todo el plan divino de salvación porque Él es el autor y consumador de nuestra fe.
Muchos de los títulos de Cristo aparecen en este libro y con sólo leerlos uno comienza a tener un vislumbre de quien es Cristo y porque debe ser el centro de nuestra vida.
No es sólo el escritor de hebreos quien revela estas verdades. Observe lo que dice Pablo:
«Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra» (Fil 2:9-10).
En Efesios 1:20-23:
«20Esta fuerza operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo a su derecha en los lugares celestiales,
21sobre todo principado y autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero.
22Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
23la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo».
Amamos el Antiguo Testamento y creemos que es la Palabra de Dios que nos muestra que Dios ha trabajado en toda la historia para traer a su Hijo para que sea el Salvador. El Nuevo Testamento en el Antiguo Testamento está ocultado y el Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento es revelado. Amamos la revelación del Antiguo Testamento pero apunta a Cristo y al llegar Cristo Él es la revelación superior.
Escuche nuevamente lo que dice para explicar en que es superior la revelación que proviene de la persona de Cristo:
«Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas manera en otro tiempo a los padres por los profetas».
Él es superior como portavoz de la revelación.
«En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo».
Él es superior es estatus porque es el Hijo.
«A quien constituyo heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo».
Es la revelación superior por su poder superior.
«El cual, siendo el resplandor de su gloria».
Él es superior en la revelación de su gloria pues es su resplandor.
«Y la imagen misma de su substancia».
Él es superior en substancia.
«Y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder».
Él es la revelación superior por ser el sustentador.
«Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo».
Él es la revelación superior porque es el ejecutor del plan de salvación.
«Se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas…».
Él es la revelación superior porque es soberano.
No existe duda, Él es la revelación superior. Él es la suprema revelación de Dios y en menos de 100 palabras el escritor lo resume. Quien rechaza la revelación está perdido pues no existe otra revelación superior. Todo lo que fue revelado por Dios es bueno, pero Cristo es la revelación suprema y superior.
Jesús es la persona más rica del universo
Años atrás uno de los millonarios de los Estados Unidos fue Jacob Astor quien llegó con cinco libras esterlinas y 7 flautas y llegó a tener 20.000.000 de dólares. Luego vinieron otros como Cornelius Vanderbilt con 105 millones. Luego Andrew Carnegie con 175 y luego John D. Rockefeller y ahora los más millonarios del mundo son: Primero un latino, un mexicano llamado Carlos Slim Helú con 74 billones y luego Bill Gates quien comenzó Microsoft en 1975 y tiene una fortuna de 56 billones. Las personas del mundo no dejan de enriquecerse, pero todo eso será destruido. La persona más rica del mundo es Jesucristo.
El escritor de hebreos dice que Dios exalto a su Hijo «a quien constituyó heredero de todo». Este niño humilde nacido en Belén de Judea, que vino al mundo sin nada, que vivió toda su vida en forma sencilla, que no tenía dónde reclinar su cabeza fue constituido en el hombre más rico del mundo, pues es heredero de todas las cosas y todo lo que Él heredará sobrevivirá el juicio final, mientras que todo lo que tienen los hombres y pueden heredar a sus hijos, todo será destruido. Pablo confirma esta verdad diciendo:
«Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén» (Romanos 11:36). La gran noticia es que todos los que somos hijos de Dios algún día estaremos con Él y por ser hijos del mismo Padre, seremos herederos. Pablo lo confirma con estas palabras:
«El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados».
Muchas personas tienen erróneas ideas y buscan su prosperidad económica, pero no la prosperidad y abundancia integral de la cual habla la Biblia y la cual ofrece Cristo. Juan dice: «Amado yo deseo que seas prosperado en todas las cosa, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocije cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad».
Esa es la combinación perfecta de la abundancia y la prosperidad. Andar en la verdad, practicar las verdades de tal forma que los demás lo vean y den testimonio y que se traduzca en la buena administración de los recursos, incluyendo nuestro cuerpo, para que vivamos saludablemente, de nuestra mente para que podamos vivir en los principios de la verdad y así disfrutar de la prosperidad.
Pablo lo comprendió bien cuando dice:
«7Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
8Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús,[a] mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo
9y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que se basa en la Ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios y se basa en la fe.
10Quiero conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a él en su muerte,
11si es que en alguna manera logro llegar a la resurrección de entre los muertos.
12No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
13Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante,
14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
15Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.
16Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.
17Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros».
Actualmente ya somos ricos en Él: tenemos al médico de médicos, al mejor abogado, tenemos una salvación que no tiene precio. Un amor inconmensurable. Una vida que nunca se acabara porque es eterna. Una justificación que nunca expira. Un descanso y paz eternos. Una esperanza que nunca se pierde. Una sabiduría divina que no puede ser imitada. Una paz que sobrepasa todo entendimiento. Un Espíritu Santo que nunca nos abandona. Una salvación que no podemos perder. Una morada en el cielo que ya está preparada. Recursos inagotables siempre disponibles. Un consuelo siempre presente. Una guía permanente. Luz y lumbrera a nuestro camino, siempre presente. Un protector siempre listo. Un mediador y abogado siempre accesible. Un Dios siempre con nosotros y en nosotros.