(Mylena Sánchez/ VyV).-
En el marco de la Conferencia Apostólica y Profética (CAP), realizada en octubre de este año en Miami, Florida, EE. UU, el apóstol estadounidense, Renny McLean, autor del libro «La eternidad invade la Tierra» y audiolibros como: «Crónicas de las fiestas» y «Desafiando al Status Quo», con más de 35 años de ministerio formal; tuvo dos intervenciones acerca de los últimos tiempos, lo sobrenatural e impartición de unción para las riquezas.
McLean propone una tesis que podría sonar controversial: «Todos los planes de Dios están centrados en las fiestas. Estas vienen primero que la ley, teológicamente hablando. Debemos entender que Dios le dio la ley a Israel, pero antes ya estaban fijadas las fiestas. El pueblo israelita prospera financieramente porque bendice con sus manos, y aprendió a guardar no sólo la ley, sino las fiestas».
El apóstol invitó a la audiencia a reflexionar por qué si los cristianos nacidos de nuevo tienen a Cristo, existe una mayoría que se encuentra en estado de pobreza o sobrevivencia económica, mientras que el pueblo judío sigue teniendo las mayores acumulaciones de fortunas. Para ayudar a comprender este fenómeno explicó que Israel comprendió el tema «Prosperidad y bendición» desde tres lugares:
1. La imposición de manos: se ve, por ejemplo, cuando Isaac bendijo a Jacob porque Esaú le vendió su primogenitura y era imposible revertir la acción del patriarca (Génesis 27: 28-32).
2. Por medio de la ley: específicamente Dios manda a Josué que nunca se aparte de su boca el libro de la ley, que lo guarde y haga todo conforme a él, para que prospere (Josué 1: 8).
3. Las fiestas o tiempos específicos: allí es donde se encuentra la economía de Dios. En Pascua, Pentecostés y Tabernáculo debemos pararnos delante de Dios con un corazón limpio y una ofrenda específica para cada temporada.
Hay que agregar las fiestas a la teología enseñada
Cuando Adán pecó, la Tierra vio sangre por primera vez pues murió espiritualmente hablando. Entonces Dios descendió y sacrificó el cordero que fue inmolado antes de la fundación del mundo (1ª Pedro 1:20, Juan 1:29, Apocalipsis 13:8). Y ese primer pecado reveló que en los cielos había un Salvador para el pecado del hombre. Desde ese momento existe la temporada o fiesta de la Pascua.
Si bien toda la Biblia ha sido inspirada por Dios, en la mayoría de institutos bíblicos se enseña que está compuesta por cuatro secciones: la ley, los profetas, evangelios y epístolas. «Cuando uno bota las fiestas entonces no va a saber los tiempos. Esto es lamentable porque ellas determinan tu cosecha. En Pascua, Dios decide tus contactos y oportunidades. Si no ofreces sacrificio, Dios no bendice esa ofrenda. Eso fue lo que le pasó a Caín», profundizó el apóstol.
Según McLean, estas son las oposiciones a las fiestas: desconocimiento, teología denominacional, religiosidad y antisemitismo. «La razón por la cual la iglesia no guarda correctamente las fiestas es porque no entiende que la creación y hasta el pecado del hombre fue alrededor de las fiestas o temporadas específicas», señaló.
«Dios estaba incómodo con la ofrenda de Caín porque no correspondía al tiempo. Si hubiera sido Pentecostés, él habría quedado bien. Pero, por ese ‘proceso del tiempo’ que estaban viviendo, se requería sangre y él quiso dar algo menor (Génesis 4:3). Los tiempos de Dios fueron antes de la ley y lo enfatizo porque el mundo de la iglesia tiene un prejuicio en contra de las fiestas. Hay que corregir la teología que se ha enseñado», enfatizó el apóstol.
Hasta septiembre 2016 es año de jubileo
«Estamos en un año de Shemitah o jubileo, para los hijos de Dios fieles, en el cual se va a resetear toda tu vida y ministerio. Es un nuevo comienzo total. Y es el tiempo espiritualmente estratégico para entregar tu mayor ofrenda. Si das sacrificialmente, todo lo que el enemigo ha robado, te será devuelto y mayor», explicó McLean.
Dios estableció tiempos para el comportamiento del mundo y su intención original era bendecirnos. Esto no ha cambiado. «Cuando hizo la Tierra fijó temporadas y por lo tanto el único que puede cambiar los tiempos es Dios. Por ejemplo, octubre es el comienzo del año fiscal. Y usted está siguiendo enero como si fuera el tiempo de las primicias», aclaró McLean.
El apóstol refiere que nada de lo que está sucediendo en el mundo actual es accidente. Todo está conectado con «el reloj de Dios», ya que las fiestas y los últimos tiempos van mano a mano, tal y como lo ha explicado también el Rabino mesiánico Jhonatan Cahn en sus libros «El Presagio» y «El Misterio del Shemitah».
¿Para qué guardar fiestas y ofrendar?
Según McLean el exceso de «dispensacionalismo», es decir, el estilo light y apegado al dinero para uso personal, nos impide entrar en grandes manifestaciones del poder de Dios. El apóstol explicó los diferentes nombres que recibe el multifacético poder de Dios. Y destacó que hay un tipo específico de poder llamado «virtud» que se activa en alguien que ofrenda alegre y sacrificialmente.
«En el ámbito de la ley a la manifestación del poder de Dios se le conoce como ‘autoridad’; en lo milagroso se le llama ‘fe’; en cuanto al llamado se le dice ‘unción’; en lo territorial se le llama ‘fuerza’; en las finanzas se le conoce como ‘riquezas’; y en el saber dar se le llama ‘virtud’», repasó McLean. Se viven tiempos proféticos y se verán lluvias en lo espiritual pues este es el mecanismo por el cual ocurre la transferencia de las riquezas.
La Ley de la Acumulación
A través de las oraciones y alabanzas se acumulan respuestas y bendiciones como en las nubes (Apocalipsis 5:8). El pueblo de Dios debe entender que todo su sacrificio se está acumulando. La fe necesita acumularse. «Cuando su fe se ha acumulado la manifestación sucede. Ni siquiera llueve si no hay una acumulación de agua en las nubes. Todo lo que Dios ha hecho ha sido basado en la Ley de la Acumulación», subrayó McLean.
Dio los ejemplos de cómo los plátanos y las uvas se presentan en racimos, brotan de esta manera prolífica, «de repente». «El retraso entre lo que esperas y no ves es por tu titubear. Sin embargo, la plenitud del tiempo se llama ‘ahora’. Ahora, la fe es la certeza de lo que se espera y la substancia y la evidencia de lo que no se ve», citó.
Para activar esa «fe-ahora» se debe sembrar la semilla en este tiempo preciso que se está viviendo. «Si no ves más allá de tu semilla jamás vas a dar. Su racimo de plátanos está aguantado porque usted escogió y agarró su semilla más que la promesa de Dios. Ahora ya no puede argumentar ignorancia. Salga de su incredulidad y verá lo sobrenatural», concluyó McLean.◄