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La Venezuela de la diáspora

Por muchas décadas Venezuela fue el país de elección de miles de extranjeros que venían de regímenes totalitarios, de guerras, hambre, entre otros penosos motivos. Vieron en nuestro país la nación del progreso, del calor humano, de la mano amiga, del corazón generoso; nuestra «pequeña Venecia» fue la tierra abonada para que el talento extranjero se arraigara y produjera mucho y abundante fruto.
Hoy la realidad es otra, y no creemos necesario dañar la esencia de este artículo señalando las causas que hasta el gato conoce a la perfección, de la cual darán cuenta muy pronto ante Dios y la justicia terrenal cada uno de los responsables de esta crisis. Aunque no crean en el Señor, el Dios verdadero, ante Él tendrán que comparecer.
Quienes han tenido la oportunidad de salir de las fronteras de Venezuela dan cuenta de la triste y penosa situación que están viviendo nuestros compatriotas que por diversas causas, y sin proponérselo, han tenido que salir del país. Es doloroso ver a los venezolanos en otros países pasando necesidades en búsqueda de oportunidades para ellos y sus familias que se le han negado en el país que los vio nacer, porque quienes juraron defenderles y proveerles la mayor suma de felicidad posible han hecho todo lo contrario.
Como hijo de inmigrantes sé cuán duro y difícil es dejar su terruño y hacer vida en un país ajeno; la inmensa mayoría que lo hace es por obligación y no por decisión propia. Hace menos de un año me tocó despedir a mi hijo mayor quien viajó para radicarse en Argentina; a finales de diciembre despedimos a mi hermana, sus tres hijas y nietos quienes tuvieron que emigrar porque no les alcanzaba ni para los pañales de los niños. Si como cristiano me preguntan ¿cómo califico esta situación?, no dudo ni un segundo en responderles: ¡Maldición! Y no es porque sea un maledicente, es porque la Biblia lo califica así; toda obra o sistema proveniente de las tinieblas es maldito.
En esta trama no solo la ineptitud, corrupción e ideales políticos de unos pocos son los actores principales, sino que mucha gente de las naciones donde han ido a parar los venezolanos de la diáspora están asumiendo el rol de malos, al oprimir y maltratar a nuestros compatriotas que no buscan en esos países sino una oportunidad de trabajo y ofrecerles a los suyos la vida digna que aquí en Venezuela desde hace años le vienen negando.
Dios con su sabiduría única previó en la Biblia situaciones como la venezolana. A través de su pueblo Israel, que por más de cuatro siglos estuvo extranjero y esclavo en Egipto hasta que el Señor les libertó por mano de Moisés podemos aprender muchas cosas. Fue precisamente a Moisés a quien Dios dio posteriormente las siguientes instrucciones a Israel que perfectamente se aplican al caso de los venezolanos de la diáspora:
«Cuando coseches tu trigo, no siegues hasta el último rincón de tu campo, ni espigues la parte segada. No rebusques tu viña, ni recojas las uvas que se te caigan; déjalas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor tu Dios… No opriman a los extranjeros que habiten entre ustedes. Trátenlos como si fueran sus compatriotas, y ámenlos como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor su Dios» (Levítico 19:9-10, 33-34). Nada más reconfortante luego de dejar tu nación y a los tuyos que conseguir gente que viva los principios divinos y le tiendan la mano al extranjero; eso fue lo que hicimos en Venezuela durante décadas, es justo que este sea el trato que reciban nuestros compatriotas en las naciones adonde van.
Concluyo recordándole a mis hermanos venezolanos de la diáspora lo que Dios ha dicho: «Los que se han ido volverán para construir la Nueva Venezuela que yo les daré; una nación justa, próspera, que tema y adore mi nombre…». No perdamos la esperanza, esa palabra profética está ya a punto de cumplirse.

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One comment

  1. excelente reflexion

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