Menospreciar es tener en poco a una persona o cosa o tenerle en menos de lo que se merece. Quien ofende al prójimo ofende a su Hacedor y se hace juez

“El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; mas el hombre prudente calla” (Proverbios 11:12).
“La manera más engañosa de sentirse sabio es sentirse superior” (Kidner), y, por supuesto, es también una forma muy evidente de menosprecio hacia los demás. Menospreciar es tener en poco a una persona o cosa o tenerle en menos de lo que se merece. Nuestro proverbio me recuerda la parábola en la que fue descalificado el desdeñoso fariseo.
Hay un par de versiones que lo traducen así: “Es necio denigrar al vecino; una persona sensata guarda silencio” (NTV). Y la otra nos dice: “El torpe habla mal de sus semejantes; el inteligente sabe cuándo callar” (PDT). ¿En qué demuestra el escarnecedor su falta entendimiento?
Considero que no entender no implica ignorar. El proverbista apunta a aquel que sabe lo que está haciendo, pero es imprudente al no tomar en cuenta la dignidad humana que nos hace merecedores de respeto. Además, se vuelve necio expresando a viva voz lo que piensa. Ya no es dueño de sus palabras. Da lugar a la enemistad cerrando una puerta que tal vez deba cruzar mañana y porque se hace daño a sí mismo al enfermar su corazón. Eso, sin contar la imagen que proyecta en otros.
El menosprecio es como una aguda espada que deja herida el alma. Es un juicio de valor vedado al hombre. Es una afrenta a la ley de Dios porque “peca el que menosprecia a su prójimo…” (Proverbios 14:21). Quien ofende al prójimo ofende a su Hacedor y se hace juez.
Por tanto, es honroso permanecer callados. El silencio no escarnece, en muchos casos es la mejor defensa y la mayor ganancia. La lucha de lo sabio contra lo necio es todos los días. ¡Vamos a ganarla!
Eduardo Padrón
Pastor, comunicador y escritor
edupadron@gmail.com