Las aseveraciones de Maduro son una apología a la guerra, más que advertencias, suenan como amenazas fundamentadas en acuerdos internos de lo que podemos concluir que NUNCA soltarán el poder. ¿Acaso necesariamente un cambio de dirección política en Venezuela pasa por la actual oposición para asegurar que «no volverán»?, ¿acaso no hay más venezolanos ni propuestas ajenas al entorno de los partidos actuales? En eso se equivoca tanto el gobierno como la oposición, existe una tercera vía en gestación mucho más moral que los actuales actores de ambos bandos.
¿Para qué entonces un diálogo?, es la pregunta que nos hacemos la inmensa mayoría de los venezolanos. No vemos el fin de tantas reuniones y mediaciones, si Maduro no piensa salir «ni por las buenas ni por las malas», envía un mensaje claro a la nación y al mundo entero. Desde siempre cuando algo no es acatado moral y legalmente, entonces entran en escena las acciones «por las malas».
A todas luces, y esto es muy preocupante para la salud y la paz de Venezuela, que se afirme con tal vehemencia que no saldrán del poder. A saber, esta versión del oficialismo viene repitiéndose a través de varios voceros, Maduro simplemente es el último en decirla, pero por el tiempo y el agravamiento de la crisis nacional suena a una verdadera invitación a que la solución sea por las malas.
Es menester repetir que la soberanía de Dios está por encima de la soberbia de los hombres. Digan lo que digan tanto gobierno como oposición el Señor tiene un mejor destino para Venezuela que no pasa por ambos actores, sino por un liderazgo no visible en la actualidad a quien Él colocará al frente de los destinos de nuestro país. Dios no participa en componendas políticas ni pactos secretos, su voluntad es la última palabra que siempre se dirá, en esta o en cualquier otra situación.
«Ni por las malas ni por las buenas» significa un no rotundo a la legalidad, una oposición directa a la voluntad de Dios, un desafío a la paz de una nación que desea salir adelante. Y sí, «será por las malas», lamentablemente, no porque lo diga Nicolás Maduro o algún otro, sino que Dios lo viene hablando a través de sus profetas desde hace varias décadas; las consecuencias de haber llegado hasta aquí es el pecado de toda una nación que tiene años caminado de espaldas a Dios, sin ningún rubor ni arrepentimiento.
Será entonces «por las malas» porque así lo ha escogido el grueso del liderazgo nacional, tal y como siempre ha sido a la luz de la Biblia, cuando Dios ha llamado a las naciones a buscar de Él y dejar las prácticas pecaminosas personales y colectivas y no le ha obedecido; máxime cuando el Señor ha escogido alguna nación para hacer de ella un modelo de su gracia y poder, como es el caso de Venezuela; «porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo aquel a quien recibe como hijo. Lo que ustedes están sufriendo es para disciplinarlos, pues Dios los está tratando como a hijos» (Hebreos 12:6-7. NBV).
Sin embargo, en medio del juicio sobre la nación Dios hará misericordia debido al clamor de su pueblo escogido que ama su nombre y guarda su Palabra eterna, tal y como lo asegura el rey y salmista David: «Escucha, Señor, mis oraciones; toma en cuenta mis gemidos. Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. Sé que no te agrada la maldad y que no toleras ni el más leve pecado. Por tanto, los altivos no tienen lugar en tu presencia, pues detestas a los malvados. Por sus mentiras los destruirás. ¡Cómo aborreces a los asesinos y tramposos! Pero yo entraré en tu templo bajo el amparo de la misericordia y tu amor; y te adoraré con profundísimo y reverente temor» (Salmo 5:1-7. NBV).
Aunque sea «por las malas», Dios hará justicia y guardará a los suyos y a aquellos que en esos tiempos turbulentos clamen a Él en arrepentimiento, «sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28). Pero, ¡ay de aquellos que aúpan la opción por las malas!, para ellos no habrá seguridad «en el día malo». Dios libertará a Venezuela a su manera, aunque los líderes actuales abanderen la opción «por las malas», el Señor tornará esas malas intenciones en buenas y benditas, como siempre lo ha hecho a lo largo de la historia de la humanidad.
Georges Doumat B
-o-o-o- 1, 2, y 3 -o-o-o-
1 EL VAR PARA VENEZUELA, ¿PROFÉTICO? Durante el juego entre Brasil y Venezuela en la Copa América, le fueron anulados dos goles a la selección brasileña usando la Asistencia al Árbitro por Video (VAR), por haber sido convertidos de manera incorrecta, lo cual dejó ese juego en empate a 0 goles. ¿Pensamos acaso que la justicia en el fútbol es la misma que en Venezuela? Oramos y esperamos en Dios que un día no muy lejano la justicia en nuestra nación sea aplicada correctamente como lo hace hoy la FIFA.
2 ¿HALLAR UNA CORONA PUEDE SER UNA SEÑAL DIVINA? “Encuentran la corona de la Virgen del Valle”, fue un titular repetido por varios medios de comunicación, a razón del hallazgo por parte de unos pescadores, a inicios de junio, en plena faena de la corona de la imagen margariteña que había sido robada 10 años atrás, cuando «quedó atascada en los motores de la lancha de unos pescadores quienes recibieron el hallazgo como una señal de Dios», reseñaron los medios. Pero, ¿puede ser una señal divina ese evento cuando Dios en los 10 Mandamientos condena la fabricación y veneración de imágenes? Si lo fuera, ¿qué tipo de señal sería? La Biblia enseña que las señales de Dios tienen un fin: llevarnos a la obediencia de las Escrituras y a Jesucristo como único Señor y Salvador.
3 LO DIJO Plutarco: “Una autoridad que se funda en el terror, en la violencia, en la opresión, es al mismo tiempo una vergüenza y una injusticia”.
Y la Biblia DICE: “Que no te extrañe ver países donde a los pobres se les maltrata y no se les hace justicia. Esto sucede cuando a un funcionario importante lo protege otro más importante, y cuando otros aún más importantes protegen a estos dos. Sin embargo, te dirán: «Esto lo hacemos por el bien del país. Nosotros los gobernantes estamos para servir a los campesinos»” (Eclesiastés 5:8-9. TLA).