Todo comienza con la errónea creencia que una persona después que muere puede regresar al mundo como espíritu y mantener comunicación con los amigos y familiares, a través de aquellos a los que llaman médium espiritistas, los cuales prestan sus cuerpos para que los espíritus entren en ellos.

Desafortunadamente, esta mentira del diablo encontró cabida muy rápido en los corazones de las personas, que buscan consuelo; parientes y amigos, creen que pueden comunicarse con sus seres queridos después de muertos. Con ese propósito, el enemigo introdujo las llamadas misas espirituales de la mesa blanca y las consultas con los muertos. Sabiendo Satanás que las Sagradas Escrituras dicen: «Y el hombre o la mujer que evocare espíritu de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos» (Levítico 20:27).
Otra de las creencias utilizadas por Satanás es que los familiares del muerto acudan a la iglesia, auspiciada y enseñada por unos individuos a los que llaman «padre», para celebrar allí las llamadas misas, con el supuesto propósito de darle luz al pariente o pedirle a Dios que acomode al familiar en un buen lugar en el cielo. Al cielo solo van los que reciben a Jesús en vida (Marcos 16:16).
La palabra «misa» significa sacrificio en el altar, «Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios» (Hebreos 10:12-14). No hace falta más sacrificios, solo recibir a Jesús.
Sabemos también que el hombre es un espíritu que vive dentro de un cuerpo, y que el cuerpo sin espíritu está muerto (Santiago 2:26).
Conoce la verdad del espiritismo
Tienes que saber que el cuerpo del hombre tiene dentro dos espíritus: un espíritu que eres tú mismo, que representa al hombre, Dios lo puso para que viva en el cuerpo; y hay otro espíritu inmundo que el diablo adiciono, el cual representa al pecado original o inicial.
El espíritu inmundo colocado por el malo esclaviza al hombre dentro de su propio cuerpo y vive la vida de este ser humano; usurpando así la personalidad verdadera del hombre.
Cuando el hombre muere, el espíritu inmundo tiene que salir del cuerpo, pues ya no tiene cuerpo. Ese espíritu es el que pasa por la espiritista, un espíritu inmundo que heredamos por la desobediencia de Adán. Ese espíritu conoce al difunto pues vivió en él todo el tiempo de su existencia y conoce su trayectoria en la vida.

Después de muerto nada se puede hacer para el pariente fallecido. «Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol» (Eclesiastés 9:4-6).
«Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla» (Mateo 12:43).
La santería para poder comenzar cualquier rito o cualquier ceremonia llama a los espíritus de los santeros «muertos», sin saber que los demonios son los que reciben la adoración y cualquier sacrificio que se haga.
Oremos para que Dios ilumine el entendimiento de las personas y comprendan que les traemos la verdad del mundo espiritual para que se salven y salven a sus familias.
«Jesús es el camino, la verdad y la vida».