(Verdad y Vida).-
La cara triste de la crisis venezolana es la inmensa cantidad de jóvenes talentos venezolanos que han emigrado y lo siguen haciendo para buscar «un futuro mejor que se les niega en su nación»; esto no solo está sucediendo con los no cristianos, sino con muchísimos jóvenes cristianos, inclusive hijos de pastores, que han huido de la crisis en busca de nuevos horizontes, a pesar de las promesas de Dios de pronto entregarnos una Nueva Venezuela.
La fotografía que acompaña esta nota, de Mauricio Dueñas Castañeda (EFE), del 27 de septiembre de 2019, es bastante elocuente: muestra a los músicos venezolanos Alexis Velásquez, fagot; Omar Quintero, violín y Esther García, violonchelo, mientras actúan en un autobús de transporte público en Bogotá (Colombia).
En cuestión de meses el violinista Eduardo Ortiz reunió a 120 personas, el 80 % de las cuales son de Venezuela, para integrar en Bogotá la Orquesta y el Coro Sinfónico de la Juventud, que el pasado 27 de septiembre tuvo su primera presentación en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, bajo la dirección del maestro y pianista Ricardo Gómez Mijares. Esa noche el espacio retumbó con la Sinfonía No. 9 en mi menor, Op. 95, también conocida como «Sinfonía del Nuevo Mundo», una de las más conocidas del checo Antonín Dvorak.
Sin duda alguna, el talento venezolano en fuga está enriqueciendo y bendiciendo a las naciones donde llegan, ¿será por eso tanta xenofobia contra nuestros hermanos? ¡Dios se encargará muy pronto de hacer justicia!, de eso no nos cabe la menor duda.◄