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¡Tenemos Patria!

Patria viene del griego patrís, que bien puede significar «tierra patria o población nativa». Patria es ese terruño donde se nace o donde decidimos establecernos y realizarnos junto a nuestros seres queridos.
Todos procedemos humanamente de una patria o habitamos la patria natal, pero ¿quién quiere vivir en una patria llena de crisis, carencias, problemas y aflicciones? ¿A quién le interesa echar raíces en un lugar del cual más bien queremos salir huyendo? ¿Cuánto tiempo creemos que viviremos en ella?
Jesucristo dijo: «en el mundo tendrán aflicción…» (Juan 16:33b), haciendo clara alusión a todos los conflictos que se han generado en el mundo o kósmos (en griego) por causa del pecado del hombre. Cada patria pertenece al basto mundo. Por lo tanto, las aflicciones varían según la patria y la corriente doctrinal y política que rija la misma; si ésta es «del primer mundo» las aflicciones serán un tanto menores que las «del tercer mundo», por motivos obvios.
Si reconocemos que la patria terrenal es pasajera y que un día tendremos que dejarla para ser trasladados a nuestro destino eterno, resultará más que tonto vivir en ella nuestros cortos años de existencia sin percatarnos de la interminable eternidad que nos espera a la vuelta de la muerte.
Cuando escuchamos a políticos, profesionales, gente acaudalada y gente común decir: ¡Tenemos patria!, luchar por establecerse cómodamente en ella; otros se corrompenen ella para luego huír con los recursos de ésta, cual vulgar ratero que huye de la casa que acaba de robar; el cristiano debe hacerse la obligada pregunta: ¿Cuál patria?, ¿la terrenal?
Jesucristo nos advirtió que invirtiéramos en esta patria y le sirviéramos guardando su santa Palabra, pensando que lo que hagamos para Él y el establecimiento de Su Reino en nuestra patria terrenal, nos hará atesorar galardones invaluables por los sistemas monetarios del mundo, son «tesoros que ni el orín corroe ni los ladrones o corruptos pueden robarnos». Cristo nos aseguró que iba «a prepararnos una morada o mansión celestial» y que «volvería a buscarnos» para morar en la Patria celestial (Juan 14:1-4).
Los patriarcas (padres de la patria o hacedores de patria) siempre hablaron en la Biblia de una Patria eterna donde moraremos con Dios, y así lo enseñaron a las generaciones que les siguieron, esa era su esperanza, esa su fe. De esa misma Patria nos vino a hablar nuestro Señor Jesús, de una eterna donde está el Padre celestial, una Patria a la cual se accede, después de la muerte, sólo a través de una Puerta y un Camino: Jesucristo. Él nos asegura: «Yo soy la Puerta…». «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida…» (Juan 10:7; 14:6).
La Biblia nos relata de los hombres y mujeres de Dios que «por la fe, todos ellos murieron sin haber recibido lo que se les había prometido, y sólo llegaron a ver esto a lo lejos; pero lo creyeron y lo saludaron, pues reconocieron que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra. Porque los que dicen esto, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubieran estado pensando en la patria de donde salieron, tiempo tenían para volver. Pero ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios; al contrario, les ha preparado una ciudad» (Hebreos 11:13-16. Énfasis añadido).
El mismo Jesús prometió esta Patria a los que creyeran en Él y le abrieran su corazón como el único Señor y Salvador para entrar a ella por toda la eternidad. Él preguntó: «¿de qué le vale al hombre ganar el mundo entero y al final perder su alma?». ¡Perder la Patria celestial!, diríamos nosotros. A fin de cuentas, para lo único que nos sirve esta vida en esta patria terrenal es para vivirla para Dios y establecer su Reino en ella, lo demás es puro desperdicio, entretenimiento satánico para que perdamos de vista la verdadera Patria, la de Dios.
Los hombres pueden cacarear hasta el cansancio: ¡Tenemos patria!, ¿cuál patria?, si es la temporal algún día no muy lejano pasará y lo que hicimos o ganamos en ella quedará como la pregunta nunca contestada que Jesús le hizo a aquel insensato que también tenía patria y quería disfrutarla con lo que amasó en ella: «Necio, esta noche vienen a quitarte la vida; ¿y para quién será lo que has guardado?» (Lucas12:20). Sin Cristo no hay patria que valga la pena…

director@verdadyvida.org

@georgesdoumat

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