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Y Moisés habló precipitadamente con sus labios, Orlando Anzola

Moisés no se percató que la molestia, murmuración y rebelión del pueblo de Israel que era continua durante el caminar por el desierto, le había robado la paz y estaba muy alterado, perdió totalmente la compostura

En el capítulo 106, versículos 32 y 33 del libro de los salmos se indica: Y le fue mal a Moisés por causa del pueblo de Israel, porque ellos hicieron rebelar a su espíritu, y habló precipitadamente con sus labios; para entender claramente porque le fue mal a Moisés debemos ir al libro de Números capítulo 20:1-13, donde se registra que el pueblo de Israel llegó al desierto de Zin y acamparon en un lugar llamado Cades o Cades Barnea, como un oasis al sur de Canaán, al oeste de la llanura y al este del arroyo de Egipto, a 11 días de marcha a través de los montes de Seir desde Horeb y allí no había agua para la congregación (Deuteronomio 1:2).
Esto trajo como consecuencia que el pueblo se molestara y se rebelara contra Moisés y Aarón y hubo gran murmuración y se quejaban que Moisés los hubiera sacado de Egipto y los trajera a ese desierto para morir de sed con todas las bestias. En vista de que la rebelión aumentaba fueron Moisés y Aarón a la puerta del tabernáculo de reunión y se postraron sobre sus rostros y la gloria de Jehová apareció sobre ellos y Dios le dijo claramente a Moisés: Toma la vara, y reúne a la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua. Sin embargo, Moisés no se percató que la molestia, murmuración y rebelión del pueblo de Israel que era continua durante el caminar por el desierto, le había robado la paz y estaba muy alterado, perdió totalmente la compostura y ahora era él quien estaba fuera de sí, ya que el pueblo estaba totalmente atemorizado por la presencia del Señor Jehová que se hizo presente.
Fue precisamente en ese momento cuando Moisés habló precipitadamente con sus labios gritando a toda la congregación de hombres, mujeres y niños, ¡Oíd ahora rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?, él se olvidó totalmente que Dios estaba allí, le dio rienda suelta a su rabia, no creyó la palabra que el Señor le había dado ni tampoco lo santificó delante del pueblo, al no hablarle a la peña, sino golpeándola dos veces como lo hizo, asumió que Aarón y él tenían el poder para hacer salir aguas de la peña.
Sin embargo, Dios honró su palabra e hizo que por su divino poder las aguas salieran de la peña y el pueblo y todas las bestias saciaran su sed. Pero eso no quedó allí, sino que ahora vienen las terribles consecuencias de su desobediencia y Jehová le habló a Moisés diciéndole por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. De esta manera Dios castigó al pueblo por rebeldes e incrédulos, luego sancionó a Aarón diciendo: Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla y luego Moisés dijo al pueblo: también contra mí se airó Jehová por vosotros, y me dijo: Tampoco tú entrarás allá. (Números 20: 12,23-24; Deuteronomio 1:37).
Pasado un tiempo Moisés oró a Jehová diciendo: “Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano. Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más del asunto” (Deuteronomio 3:23,25-26). Cuando llegó el día de la muerte de Moisés, el Señor le dijo: “Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá” (Deuteronomio 34:4).
En toda esta historia la Palabra de Dios está revelando la santidad y la justicia de Dios, atributos que son muy poco valorados o tomados en cuenta en este tiempo que vivimos, por la gran mayoría en la iglesia del Señor Jesucristo en cualquier lugar del mundo, es decir no controlamos nuestras emociones, pensamientos y esto trae como resultado las ofensas que cometemos hacia el Señor y nuestro prójimo, violando una y otra vez su preciosa Palabra quebrantando la paz de nuestros hogares, familias y todo tipo de relaciones interpersonales en el medio donde vivimos por ser impacientes, impulsivos, nerviosos, rabiosos e iracundos, al decir y hacer cosas precipitadamente con nuestros labios, razón por la cual el proverbista escribe:

  • El que fácilmente se enoja hará locuras.
  • Más el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.
  • El hombre iracundo promueve contiendas.
  • El corazón del justo piensa para responder.
  • Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte.
  • Mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones.

Y el apóstol Santiago escribe: “De una misma boca proceden bendición y maldición”. “Hermanos míos, esto no debe ser así”, si por alguna razón todavía no lo hemos entendido, el apóstol hace varias preguntas: ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. Dios no le perdonó a su siervo Moisés que hablara precipitadamente con sus labios y actuara de la manera como lo hizo, por esa razón no le permitió entrar a la tierra prometida. Hoy en día con relación a la pandemia y a la cuarentena que ya lleva meses en la mayoría de los países del mundo, este coronavirus o Covid 19 se ha convertido, según entiendo, en un Pandemónium, ya que no ha habido ningún ser humano que no haya hablado precipitadamente con sus labios, trayendo así una gran y terrible confusión como algo nunca visto en la historia de la humanidad, a tal punto que los evangélicos de cualquier iglesia u organización del mundo también han hablado, según ellos, de parte de Dios, diciendo locuras, disparates, mentiras, falsedades y las cosas más increíbles e insólitas, quebrantando el mandamiento de Dios que dice: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los que no conocen a Dios por causa de vosotros” (Éxodo 20:7; Romanos 2:24). A tal punto que hemos perdido la poca credibilidad que nos quedaba ante el mundo, cumpliéndose las palabras del Señor Jesucristo a su futura iglesia: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, (perdiere su sabor o se hiciere insípida) ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mateo 5:13).
La Biblia señala que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel, pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho. Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones (1 Samuel 8:1-5). La Biblia no dice por cuánto tiempo los hijos de Samuel ejercieron la administración de justicia en lugar de su padre, pero nos dice algo muy importante que estos jueces se volvieron tras la avaricia, se dejaron sobornar y pervirtieron el derecho, entonces surge la gran pregunta quienes los sobornaban y con qué propósito lo hacían, acaso Samuel no había enseñado a sus hijos y a todo el pueblo de Israel lo que la ley decía sobre el soborno: “No recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven, y pervierte la palabra de los justos. No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos” (Éxodo 23:8; Deuteronomio 16:19).
En mi opinión todo fue muy bien planeado por los ancianos de Israel, ellos conocían perfectamente la integridad, rectitud, fidelidad y obediencia del profeta y juez Samuel hacia Dios, pero también conocían las debilidades y flaquezas de los hijos de Samuel, por eso les fue fácil sobornarlos y así lograron su objetivo que no era otro, sino librarse del gobierno de Samuel que gobernó cerca de 50 años, pero ellos en su afán de librarse de Samuel y a la vez del gobierno de Jehová, se apresuraron en su decisión y presionan a Samuel para que les nombrara un rey como las otras naciones y el argumento que utilizaron fue el mismo, ya no puedes continuar legislando porque estás muy viejo y tus hijos son unos corruptos, danos un rey que nos juzgue, y no agradó a Samuel esta petición que le hicieron y no tuvo otra alternativa que orar a Jehová y dijo Jehová Samuel: “Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8:6-7). A partir de este momento se terminó la teocracia en Israel por la decisión precipitada de todos los ancianos de Israel que rechazaron abiertamente el gobierno de Dios para tener su propio gobierno humano y todos conocemos perfectamente la historia triste y lamentable del reinado de Saúl y los demás reinos con ligeras excepciones, por haber abandonado y darle la espalda totalmente al Dios de la gloria.
En la Biblia tenemos otro caso de un rey llamado Nabucodonosor que habló precipitadamente con sus labios al llenarse de autosuficiencia, vanagloria, prepotencia al darle la espalda y no reconocer al único Dios vivo y verdadero, cuando dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? se olvidó por completo de lo que Dios le dijo por medio del profeta Daniel: Tú, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad; tú eres aquella cabeza de oro (Daniel 4:29; 2:37-38). A consecuencia de hablar precipitadamente con sus labios Dios lo castigó y lo disciplinó por siete años y le quitó el reinado, hasta que reconociera que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien lo quiere (Daniel 4:31-32).
Todas esas experiencias muy lamentables y dolorosas que le sucedieron a Moisés, Aarón y al pueblo de Israel en el desierto, el rechazo de la teocracia por parte de los judíos y la prepotencia del rey Nabucodonosor, les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga (1ª Corintios 10:11-12). Cuando nosotros leemos y estudiamos las Sagradas Escrituras debemos tener el norte muy claro, es decir saber utilizar esta herramienta para corregir esa práctica de ser impulsivo, agresivo y dejar de hablar precipitadamente con nuestros labios, especialmente en los púlpitos donde Dios nos da la oportunidad de ministrar su preciosa palabra y se cumpla en nosotros lo que dice el Señor: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios, si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios que da” (1ª Pedro 4:11).

Orlando Anzola
Ministro del Evangelio

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