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Yésica Carreño: «Dios te hace una nueva persona»

(Verdad y Vida – REDACCIÓN).-

Yésica de García, una joven de 23 años, a pesar de su corta edad, vivió momentos difíciles en su vida. Le tocó experimentar la frialdad de un divorcio a sus 13 años de edad, situación que la llevó a sentirse sola y con un vacío que nadie podía llenar.
Poco tiempo después de la separación, cada uno de sus padres hizo una nueva familia, y ninguno parecía tomarla a ella o a su hermana menor en cuenta, por lo que Yesica comenzó a buscar ese afecto en otros lugares.
Lo encontró en una compañera del colegio, con quien poco tiempo después comenzó una relación de pareja a escondidas, sí, el homosexualismo fue su salida. Comenzó a quedarse en casa de su amiga, para escapar un poco de la situación de su casa, y eventualmente decidió mudarse por completo.
Poco tiempo después, ella y su compañera se vieron en la obligación de abandonar esa casa y terminaron en las calles, pidiendo dinero a extraños para poder pagar una habitación de hotel donde dormir en las noches.
Relató que muchas veces no tenían comida, ni dinero para comprar. En ocasiones pasaban semanas comiendo pan con queso untado tres veces al día. También tuvo que dejar el colegio porque su papá no quería continuar pagándolo. «Fue un tiempo difícil. Vivimos en el hotel por unos meses. Desde Los Teques, donde nos dejaba el autobús, hasta el hotel era bastante lejos y debíamos caminar para llegar, en las noches y en ocasiones teníamos que correr porque había gente, perros rabiosos y mucho peligro», dijo.
«Después pudimos alquilar una habitación, pero era en un barrio muy feo porque era lo que podíamos pagar, más o menos vivimos allí por seis meses. En ese tiempo mi hermana quedó embarazada».
A sus 15 años, después de dos años de haber comenzado este proceso, Yésica se mudó a la casa de su papá. En esa época, quiso trabajar y al intentar solicitar un permiso de trabajo para menores, entró en un proceso legal con sus padres, pues ellos no querían que trabajara, sino recluirla para que fuera privada de libertad como medida preventiva, a causa de su comportamiento rebelde.
«La ley nos amparaba a mi hermana y a mí, le pusieron una caución a mi papá, no se podía acercar a nosotras, le embargaron le suelo y muchas cosas que fueron perjudiciales para ellos. Al final como no les convino a ninguno, pues las cosas quedaron iguales, volví a vivir con la muchacha».
Tiempo después comenzó a trabajar en otro lugar en un café/bar y cambió de círculo de amigos, muchos de ellos eran homosexuales. Poco después ya vivía con ellos y tenía una relación con otra persona. Fumaban, bebían, festejaban casi a diario, ese era su estilo de vida.

El comienzo de un cambio
Yésica cambió de trabajo al mismo lugar donde trabajaba su pareja, era una cadena de quioscos a nivel nacional, incluyendo la Isla de Margarita. «En una temporada vacacional, estaban buscando a alguien que viniera a Margarita a apoyar. Yo me ofrecí porque no conocía Margarita y quise conocerla. Así fue como llegué a Margarita, si mal no recuerdo en el año 2010, a mis 18 años», comentó. «Mi pasaje era ida y vuelta desde julio hasta septiembre, pero ya para el momento de mi retorno, la familia de la muchacha se había enterado de nuestra relación y me despidieron para alejarnos, pero continuamos con la relación», agregó.
Tratando de encontrar una salida, Yésica quiso buscar ayuda psicológica, pues había caído en una depresión, pero no la encontró. «Me iba mal, no tenía trabajo, me sentía muy mal por todas las cosas que me habían pasado e hice una oración: Dios si tú existes ayúdame o dame una señal de que existes o de que me puedes ayudar. Yo no quería seguir viviendo más», dijo.
Poco tiempo después ya estaba trabajando en un centro comercial donde conoció a una pareja de psicólogos cristianos de Brasil. Comenzaron a compartir con ellos y a aprender lo que Dios dice en su Palabra sobre el homosexualismo. «Ellos nos comenzaron a explicar, que Dios creó al hombre y a la mujer, que dos hombres o dos mujeres no iban a poder tener una familia, nos explicó con mucho amor, sin condenar y fue fácil para nosotras entender», recordó. Ella en ese momento soñaba con tener una familia y entendió que de si continuaba con esa relación, nunca la tendría y tampoco agradaría a Dios.
«Un día, me los encontré y ellos me dijeron que el Señor los había enviado para acá con un propósito. Me dijeron que habían estado orando desde su llegada para saber la dirección de Dios y Él les mostró que habían venido a Margarita por mí, en ese momento yo me acordé de la oración que había hecho pidiéndole a Dios que me ayudara», agregó.
Unas semanas después las invitaron al Centro Cristiano El Elyon, en Porlamar, y asistieron ambas. «Fue muy emocionante, yo sentí la presencia de Dios. Todas las canciones y el mensaje eran para mí, yo me sentía con muchas ganas de llorar. Me gustó mucho, ella por el contrario, no volvió más».
«Yo estaba muy emocionada y feliz, me sentía apasionada por la Palabra de Dios y todo lo que aprendía allí, era como que Dios me estaba renovando. En ese tiempo, a la muchacha le propusieron volver a Caracas y como Dios hace todas las cosas perfectas, me separó de ella, me arrancó todo de mi corazón completamente, ya yo no sentía nada por ella».

Una total renovación
Aunque se vio sola físicamente, entendió que toda la compañía que necesitaba la tenía en el Señor. Continuó asistiendo a la iglesia y llenándose de la Palabra de Dios. Conoció a un joven cristiano, César García, con quien hoy ya comparte tres años de matrimonio y un hogar. Yesica terminó sus estudios básicos y actualmente se encuentra estudiando Diseño gráfico.
«Le doy muchas gracias Dios porque Él es quien ha hecho todo, no es porque yo me lo merezca, su gracia y su amor son así, y quiero que esto sea de mucha ayuda para personas que están en la homosexualidad. Eso es un engaño de Satanás, es agarrar lo que Dios hizo y torcerlo, es una imagen falsa de amor porque realmente no es amor, es algo que va en contra de nuestra naturaleza y a veces llega a la vida de las personas por carencia. En mi caso porque tenía carencia de mi mamá, mi papá y busqué una salida en eso. En el caso de la muchacha que estaba conmigo porque le había ido mal con una relación y ella pensaba que todos los hombres eran iguales y la llevó a eso; pero realmente eso no es lo que Dios quiere para ninguna persona», estableció.
Concluyó Yésica que quienes se encuentran bajo la práctica del homosexualismo o lesbianismo, que si deciden dejar eso, si deciden buscar a Dios, «Él trae libertad completa, el Señor te quita todo sentimiento, toda raíz que te haya llevado a eso y lo arranca para hacerte una nueva persona. Yo hoy, puedo decir que soy una nueva persona, el Señor quitó todos los vicios, el alcohol, el cigarro, incluso llegué a consumir marihuana y Dios rompió eso en mí. El Señor hizo un cambio completo y así como lo hizo en mi vida, lo puede hacer en la vida de cualquier persona».
Fueron aproximadamente seis años que Yésica vivió en un mundo donde todo era un engaño, pero gracias al amor de Dios, hoy goza de una familia propia, de una sana relación con sus padres y de una hermana que ya conoce al Señor y Salvador: Jesús.

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