(Verdad y Vida – REDACCIÓN).-
Annie Lobert, vivió una infancia y adolescencia difícil, con un papá violento y abusivo, varias mudanzas que la hacían sentir insegura y fuera de lugar, y una incansable necesidad de sentirse amada.
Siendo tan solo una niña, Annie comenzó a ser víctima del abuso de una amiga, quien en ocasiones la tocaba en zonas privadas. Ella no sabía cómo reaccionar, así que comenzó a sentir culpa de lo que le pasaba. Su amiga continuó abusando de ella por un tiempo más, hasta que Annie, se alejó. Pero luego, tratando de cubrir ese sentimiento, comenzó a refugiarse en los varones de su colegio, buscando amor y cómo sentirse normal. Así llegó a vestirse provocativamente, y a actuar de manera que pudiera atraer la atención de los varones, se volvió promiscua entre ellos.
Un día asistió a una fiesta donde uno de los muchachos intentó violarla, ella como pudo, se escapó. La culpa volvió. Más adelante, estuvo involucrada con un joven, quien después de llevarla a la cama, la dejó por otras muchachas de su edad. Eso la hizo sentir devastada y usada, haciendo que su sentimiento de culpa la tomara por completo.
Entrando en un mundo perdido
Después del colegio y de todos los sufrimientos, Annie quería ir a la universidad pero su familia no podía pagarlo, así que consiguió tres empleos, pero nunca estudió. «Una noche salí con mis amigas a una discoteca y conocimos a dos hombres que traficaban con sexo, pero por sus apariencias creíamos que eran hombres de negocios muy exitosos. Mi amiga comenzó a salir con uno de los hombres y un día llegó a la casa con un anillo de diamantes gigante. Él la invitó a ir a Hawái con él y le enseñó cómo ser una prostituta. Poco después, yo caí en eso también y aprendí cómo ser una prostituta», explicó.
«El trabajo no parecía ser tan malo, pues ya había sido violada y abusada por muchos hombres, así que mis primeras experiencias de cobrarle a hombres por sexo, me hicieron sentir poderosa», dijo. «Todos tienen un nombre artístico en la industria sexual para que tu familia no sepa que estás en eso, yo escogí Fallen», continuó.
Luego conoció a un hombre y comenzaron una relación. Ella no sabía que Julián, como se llamaba, era un proxeneta, y la primera noche que trabajó con él, la golpeó hasta dejarla inconsciente. Ella entendió en ese momento, que ya no era libre, que había caído en una red de tráfico de personas y que era una esclava.
«Fui vendida sexualmente en un servicio de compañía en Las Vegas, EE.UU, nunca trabajé en las calles sino como dama de compañía. Nunca cobré un dólar, mi proxeneta se quedaba con todo el dinero. Él me daba cinco dólares para comer en Mc Donald’s. Fue una vida difícil, pero yo amaba a este hombre, él me golpeaba más veces de las que yo podía contar, me violaba, me ponía pistolas en la cabeza para hacer lo que él dijera. Esto es lo que pasa en Las Vegas o en cualquier ciudad que visites, detrás de bastidores, nadie sabía lo que realmente yo vivía», aclaró.
Tráfico de personas
Annie era víctima del tráfico de personas. Era esclava sexual de hombres, no solo de quienes la compraban, sino de quienes la vendían también. En ese mundo, los proxenetas o traficantes, abusan de las mujeres, las golpean, violan, las venden a cualquiera que pague sin importar lo que les vayan a hacer. Las hacen enamorarse de ellos mismos y las hacen pensar que no hay más vida sino la que están viviendo, las amenazan con exponerla ante sus seres queridos y afectan tanto su mente y alma, que las mujeres terminan creyendo todo lo que les dicen que es correcto.
«Ninguna mujer que se vende, lo disfruta, yo soy la prueba viviente de ello, y de todos los amigas que conocí, que eran cientos de personas con las que trabajaba a diario, todas lo odiábamos, nosotras éramos honestas entre nosotras, pero para los que trabajaban en la industria del sexo, hacen ver como que nosotras amábamos lo que hacíamos», declaró.
Rescatada por Cristo
Aun viviendo esa vida, Annie tuvo momentos de clamor al Señor Jesús. En varias oportunidades oraba y le pedía a Dios que la sacara de ese mundo. Lobert fue también diagnosticada y tratada por un cáncer, su sanidad fue considerada un milagro médico, su salvador fue Dios. Jesús oyó su oración y le dio una segunda oportunidad en la vida.
Pero Annie, durante la enfermedad y después se volvió adicta a las pastillas calmantes y hasta la cocaína. Un día sufrió una sobredosis y en medio de su delirio, nuevamente oró. Al ver que había sobrevivido, tomó la decisión de dejar toda droga y al entender que Dios había escuchado sus oraciones, fue libre de su adicción.
Lobert se entregó a Cristo en una campaña de la maestra de la Palabra, Joyce Meyer, en Orlando, Florida. Desde ese momento invirtió todo su tiempo en aprender más sobre la Palabra de Dios y sobre el propósito que el Señor tenía preparado para ella.
Fundó la organización Hookers for Jesus, Lobert trabaja para proporcionar bienestar espiritual, emocional y físico en las vidas de otras personas que han sido negativamente afectadas por el tráfico sexual de personas y la industria del entretenimiento para adultos.
También escribió el libro Fallen, donde describe todo lo que vivió en su vida, lo que es el tráfico de personas, la industria del sexo, lo que hace en su ministerio y cómo Dios la llevó a levantar su voz en rescate de las muchas mujeres que hoy hacen parte de la prostitución, adicción de drogas, entre otros.
«Me casé con Oz Fox, de la banda Stryper, y caminé por el altar del amor en Cristo. La única razón por la que escribo esto es porque Jesús me hizo libre y necesito dar esto a otras mujeres. Él vino a liberar a los cautivos y si no entendemos eso, entonces no estamos entendiendo el mensaje. Él es el único que puede hacernos libre de cualquier cosa a la que estemos atados. Mi vida nunca ha sido mejor, soy un ejemplo perfecto de que Dios puede liberar a las personas porque soy una nueva criatura en Cristo y cualquiera que acepte a Jesús como su Salvador puede tener el mismo poder. Mi libro fue escrito para que otros tomen el poder de salir y responder a su llamado, a lo que Dios los ha llamado a hacer y que finalmente tengan la valentía de hacerlo», concluyó.
Para mayor información sobre Annie Lobert y su ministerio, visite www.hookersforjesus.net
