(Marianna Moreno B. – Periodista).-
Las personas prefieren juzgar y emitir opiniones aun cuando no tienen idea de lo que están hablando. Es por ello, que los cristianos somos objeto de ataques, burlas, chistes, acusaciones y cualquier tipo de mal entendido.
La Biblia dice en Mateo 5:11 que bienaventurados somos cuando nos ofenden por la causa de Cristo, Él se encargará de velar por todos en estos momentos y no nos corresponde a ninguno tomar venganza o crear represalias ante la demostración de ignorancia.
Es por ello, que debemos enseñar a los demás que no todo el que viste falda larga, velos, o tiene una Biblia en la mano es un verdadero cristiano, no todo el que se congrega semanalmente es un cristiano, a este tipo de personas se refería Jesús cuando dijo: «No todo el que me dice: Señor, Señor entrará al Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 7:21).
Un verdadero cristiano, vive la Palabra, vive los principios y mandamientos de Dios, es objeto de grandes tentaciones (como Adán y Eva con la manzana), porque el único y firme propósito del enemigo es apartarte de los caminos del Señor.
El Salmo 23 dice: «El Señor es mi Pastor; nada me falta». ¡Nada nos falta! Dios nos provee de todas las cosas que se necesitan, solo debemos pedírselas y pedírselas de manera correcta, debemos ser específicos en lo que queremos para poder ser consentidos por el Padre Celestial.
Más adelante en el versículo 3 dice: «me infunde nuevas fuerzas y me guía por el camino correcto, para hacer honor a su nombre»; esto debemos tenerlo claro, Dios se glorifica tras cada acción que hace a nuestro favor. Por eso nos llena de fuerzas para combatir espiritualmente la batalla con el enemigo.
Las personas deben aprender que caminar con el Señor, nos llena de un gran futuro que ningún hombre puede dar, nos da luz con el Espíritu Santo, nos da consuelo, comida espiritual porque «no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4), nos da agua que sacia nuestra sed eternamente, nos da educación, formas de prosperar económicamente, nos enseña a cuidarnos física y espiritualmente; en fin, nos regala la vida eterna.
Hago una aclaratoria, así como Jesús murió en la cruz por nuestra salvación y Dios sacrificó a su único Hijo por nosotros, igualmente debemos nosotros agradecerle a Dios viviendo según sus mandamientos y aceptando pagar el precio de vivir en santidad y comunión con Dios.
Dediquémonos pues, a enseñarle al mundo quiénes son los verdaderos cristianos, esos que son radicales, que son cristocéntricos, que no viven del chisme, que cuidan su testimonio que se gozan ante las pruebas y la tribulación y que nunca, nunca dejan de alabar y adorar al Todopoderoso. ¡Dios les bendiga!
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