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¡Días muy peligrosos!

Cuando oímos del peligro que nos rodea, en lugar de zozobrar, alertamos nuestra alma, porque sabemos que Cristo está a punto de levantar su Iglesia. ¡Nuestra redención está cerca!

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Nunca los dichos de Dios están en peligro de ser ridiculizados, ni los acontecimientos pueden poner en riesgo las profecías de la Biblia. Cuando somos conscientes del crédito que tiene la Palabra de Dios en cuanto al cumplimiento de sus declaraciones, vivimos en tierra firme y sin temor. Excepto cuando es el temor a Dios, todo otro tipo de temor viene del maligno o de la debilidad humana por falta de confianza.
Dios no nos ha dado espíritu de cobardía (2ª Timoteo 1:7). Sin embargo, los que viven lejos de Dios, experimentan el susto hasta de una extinción inminente y masiva de la humanidad. Este año parece traer consigo, entre otras cosas, días muy peligrosos. Una de las causas para ello sería que hombres poderosos del mundo expondrían la humanidad a situaciones sumamente extremas. Ahora, un peligro no es un hecho malo en sí, sino aquello que lo pudiera causar. Serviría para ilustrarlo, un cielo lleno de nubarrones oscuros, con algunos relámpagos a la distancia, truenos intermitentes, pero, todavía, sin el torrencial aguacero, ni los vientos huracanados, ni el crecimiento de los ríos. El peligro es amenaza, es rumor.
Nada es más importante ahora que mirar las páginas del libro de Dios, el texto que nunca se equivoca, porque Dios mismo inspiró su Escritura. Si leemos la Biblia, ella nos dispensará paz en medio de la tormenta. Miremos este ejemplo: El hombre siempre ha estado afanado por conocer su casa terrenal, la tierra. En ese empeño, los antiguos hindúes imaginaban la tierra asentada sobre cuatro elefantes, los cuales a su vez cabalgaban sobre una colosal tortuga marina. Pero ya la Biblia decía antes, que Dios cuelga la tierra sobre nada (Job 26:7). En la Europa Medieval se creía que la tierra era plana. Un eminente filósofo griego llamado Tales de Mileto (624 – 546 a.C.) sostuvo esa misma idea sobre la tierra. Pero la Biblia desde antaño presentaba al Señor sentado sobre el círculo de la tierra (Isaías 40:22). Cuando se pensaba que el sol era el que hacía el recorrido y la tierra era estática, de modo que la noche y el día llegaban a la misma vez para todo el mundo, hace unos dos mil años Cristo dio a entender otra cosa. Al hablar de su venida, dejó ver que este evento ocurrirá cuando en un lugar del mundo será de noche, dos estarán en una cama y, a la vez, en otra zona será de día, dos estarán en el campo (Ver Lucas 17:34-36). ¡Qué buen libro es la Biblia para leerlo en estos días tan peligrosos!
Hace apenas días, muchos titulares de las grandes cadenas noticiosas decían textualmente: El fin del mundo está más cerca. Se acorta la cuenta regresiva para el apocalipsis. La explicación de esta alarma viene de parte de los científicos atómicos que estudian este tema desde 1940. Al conocer profundamente las tensiones que hay entre las superpotencias nucleares del planeta, los peritos dan por sentado que, aunque no se haga intencionalmente, un error humano podría apretar el botón nuclear de algunas de estas superpotencias y hacer desaparecer de súbito a la criatura humana del planeta.
La presidenta y directora ejecutiva del Boletín de Científicos Atómicos, Rachel Bronson, expresó así: “Con considerable preocupación fijamos la hora del Reloj del Apocalipsis y ofrecemos una súplica para devolverlo”. Ella dijo también: “A partir de hoy, faltan dos minutos para la medianoche”. Por tanto, los científicos han acercado la manecilla del reloj que mide la hora cero para el fin del mundo, para que marque las 11:58. Este reloj es simbólico, por tanto, no significa dos minutos en tiempo real, pero sirve para advertir al mundo que, en cuestión de nada, la especie humana pudiera desaparecer, sobre todo, por los efectos de una guerra con armas nucleares. ¡En verdad, estos son días muy peligrosos!
Pero, en medio del peligro, hay buenas noticias. Los hijos de Dios tenemos una hoja de ruta trazada por el mismo Libro que tuvo razón respecto a la redondez, gravitación y husos horarios del planeta tierra. Las profecías de la Biblia han soportado la prueba de la más alta crítica y el paciente caminar del tiempo. Dios anuncia lo venidero (Isaías 44:7) y dirige la historia de modo que venga exactamente de acuerdo con lo que Él ha prometido.
En la Biblia hay 1.800 profecías. Así que, 27 % de la Biblia es de contenido profético. En ella encontramos 737 eventos independientes. De esos, 590 son eventos principales. Equivalen a 590 obras principales las cuales Dios anunció que habrían de acontecer. De ellas, 570 ya fueron cumplidos. Así que, solo faltan 20 eventos principales por cumplirse. Eso dice que la fase de cumplimiento actual de la Biblia es más del 97 %. Pero, de esos 20 eventos principales que faltan, hay uno que tiene que ver con nosotros en forma directa, se llama el arrebatamiento de la Iglesia (Ver 1ª Tesalonicenses 4:13-17). Para ese acontecimiento no falta ninguna profecía más por cumplirse. Así que, en lo que concierne a nosotros, estamos a más del 99 % de cumplimiento de la profecía bíblica.
Por tanto, cuando oímos del peligro que nos rodea, en lugar de zozobrar, alertamos nuestra alma, porque sabemos que Cristo está a punto de levantar su Iglesia. ¡Nuestra redención está cerca! (Lucas 21:28). Después que los muertos en Cristo hayan resucitado y, con ellos, los que vivimos hayamos sido arrebatados para recibir al Señor en el aire, faltarían aun 19 eventos por cumplirse, y todos ellos están relacionados con el trato diverso de Dios con la humanidad. Uno de ellos, dura mil años y es el reino de Cristo sobre esta tierra, como Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 17:14; 19:16; 20:1-4).
Los que tenemos esta esperanza en Él, miramos las noticias del peligro sólo como señales que nos impelen a aguardar la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tito 2:13). Pero, a la vez, sabemos que la humanidad no va a ser extinguida masivamente antes que Dios termine todo su programa con el hombre, tal como lo ha declarado en su Palabra.
Si por unos seis mil años de historia humana, los acontecimientos se han correspondido maravillosamente con las previsiones de Dios, nada podrá desencarrilar la historia y poner en peligro el cumplimiento de los dichos divinos. Así que, en estos tiempos muy peligrosos, le podemos decir al Padre: Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado (Salmo 119:49-50).
Con el deseo de alentar en medio del peligro.

Eliseo Rodríguez
Pastor, teólogo y escritor

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