«Si entre ustedes hay individuos que causan divisiones, dales una primera y una segunda advertencia. Después de eso, no tengas nada más que ver con ellos. Pues personas como ésas se han apartado de la verdad y sus propios pecados las condenan» (Tito 3:10-11. NTV).
Desde su misma creación la humanidad sufre este terrible flagelo como consecuencia de la entrada del pecado al mundo. Nos referimos no a la operación matemática ni a la separación por categorías, mucho memos la de repartir; nuestra intención es tocar «la acción y efecto de separar», de aquello que siembra «discordia, desunión de los ánimos y opiniones» (DRAE).
De entrada aseguramos que Dios no obra en división ni la propicia. La división nació en el cielo mismo y trajo tras de sí la gran catástrofe de los siglos, cuando Luzbel se levantó contra Dios y confundió un tercio de los ángeles del cielo, de quien escribió el profeta Isaías: «¡Cómo caíste del cielo, lucero de la mañana! [para convertirse en Satanás] ¡Cómo caíste por tierra, tú que derrotabas a las naciones! Tú, que en tu corazón decías: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios, y allí pondré mi trono. En el monte del concilio me sentaré, en lo más remoto del norte; subiré hasta las altas nubes, y seré semejante al Altísimo”» (Isaías 14:12-14. Énfasis añadido).
Por lo tanto la división es satánica, aunque el reino de las tinieblas que encabeza el diablo no se divide, sino que funciona bajo los fundamentos de la tiranía, pues Satanás es el gran tirano, déspota, cruel y asesino por excelencia. A ello se refiere Jesús quien «sabía lo que estaban pensando, les dijo: “Todo país [o reino] dividido en bandos enemigos, se destruye a sí mismo y todas sus casas se derrumban una sobre otra”» (Lucas 11:17. DHH. Énfasis añadido). Lo cual significa que Satanás divide, sin embargo en su propio reino tenebroso no hay división.
La división va de la mano de la mentira, y la mentira es el caldo de cultivo de la división y de los divisionistas. Se le atribuye a un emperador romano la frase: «Divide y vencerás», o dividir para reinar (que proviene del griego: diaírei kaí basíleue), y nos llega del latín: divide et impera, que traducida literalmente significa «divide y domina».
Esto en clara alusión a que se busca dividir al contrario para luego con la «unidad» que exhibe el divisor pueda «vencer y dominar» al otro. Por eso la revelación divina de que «un reino o país dividido contra sí mismo no prevalecerá». Porque quien divide es otro que no pertenece a ese país o reino y que tiene intereses de dominar al reino o país y la hace a través del ardid satánico de la división.
Entonces inferimos que quien divide es un emisario directo de Satanás. La división viene precedida de malas intenciones y conducirá siempre a una debacle, que terminará inclusive por arropar y afecta al/los divisor/divisionistas. Isaías continúa diciendo acerca del fin del «padre de la división»:
«…¡ay!, has caído a lo más profundo del sepulcro, a lo más remoto del abismo. Los que te vean, se agacharán para contemplarte, y dirán: “¿No es éste el que hacía temblar la tierra y trastornaba los reinos; el que hizo del mundo un desierto, el que asolaba las ciudades y jamás liberaba a sus presos?”… a ti te arrojan del sepulcro como a una rama despreciable; como a la ropa de un muerto atravesado por la espada; has bajado al fondo del sepulcro como un cadáver pisoteado. No serás contado entre los muertos, porque tú destruiste a tu país y mataste a tu pueblo. ¡Y jamás se recuerda a la descendencia de los malvados!» (Isaías 14:15-20. Énfasis añadido).
«El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice…».
En cuanto a ti Venezuela: Dios te va a unir como nación y quitará de en medio los elementos que pretenden dividir al país. Su fin será como el descrito en Isaías 14; tal el juicio a Lucero (Satanás) así será el juicio a quienes le sirven en su macabra intención para dividir y destruir Venezuela… ¡Ha dicho el Señor!
Lo que le espera al país es unidad y sanidad nacional, ese es el plan de Dios para Venezuela… Cuando el Altísimo se levante a hacer juicio nadie podrá detener su mano… Satanás será echado del país, sus planes derribados hasta el mismo infierno y esta gran patria de libertadores será libre para liberar a otras naciones del mundo; porque Dios no le ha dado riquezas a Venezuela para que los prevaricadores e impíos se adueñen de ellas, sino para servir y bendecir a otros pueblos menos favorecidos, en el nombre de Jesucristo.
¡Venezuela no te aflijas… Jesucristo terminará uniéndote y siendo tu Señor…! Y, ay de quienes se le opongan porque «jamás se recuerda a la descendencia de los malvados».
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@georgesdoumat