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“Un cristiano es el más libre señor de todos, y no está sujeto a nadie; un cristiano es el más obediente siervo de todos, y está sujeto a todos”. Martín Lutero[/quote]
Para 1520 Lutero declaró su posición mediante cinco tratados considerados como la exposición primordial de sus convicciones distintivas: Sermón sobre las buenas obras, El papado en Roma, Discurso a la nobleza germana, El cautiverio babilónico de la Iglesia y La libertad del cristiano, todos los cuales fueron impresos en alemán y gozaban de una extensa circulación. En el primero de los tratados declaró que «la más noble de las buenas obras es creer en Cristo»; que, «el cristiano que vive con su confianza puesta en Dios, sabe qué cosas debe hacer, y todo lo hace gozosa y libremente, no con el fin de acumularse merecimientos y buenas obras, sino porque es su gran gozo agradar a Dios y servirle sin pensar en la recompensa». En el tratado
A la cristiana nobleza de la Nación Germánica respecto de la reforma del Estado Cristiano, Lutero afirmó que la iglesia romana había levantado tres murallas en su defensa, por causa de las cuales el cristianismo había sufrido: la superioridad de papas, obispos, sacerdotes y monjes sobre los laicos; la arrogación papal de convocar un concilio y confirmar sus actos; y la prohibición de la lectura de la Biblia. En lugar de ello, sugería que cada ciudad eligiera a un «ciudadano piadoso preparado de entre la congregación y le encargara del oficio de ministro», que fuera sostenido por la congregación; y que la Biblia fuese enseñada a todos en las escuelas.En
El cautiverio babilónico de la Iglesia aumentó sus críticas respecto del empleo de las indulgencias y equiparó al papado con el reino de Babilonia que había llevado cautiva a la Iglesia. En
La libertad del cristiano, dirigido al papa, Lutero afirma: «Un cristiano es el más libre señor de todos, y no está sujeto a nadie; un cristiano es el más obediente siervo de todos, y está sujeto a todos». Con esto Lutero quería decir que, por cuanto la justificación es por la sola fe y no por algún mérito que tuviesen las buenas obras, el que tiene esta fe es liberado de la servidumbre de la ley y de la necesidad de procurar la salvación por obras: «Una cosa y una sola cosa es necesaria para la vida, la justificación y la libertad cristianas; y ella es la santísima Palabra de Dios, el evangelio de Cristo».Aunque hubo un breve paréntesis en las tensiones político-religiosas, durante ese mismo año de 1520 el papado reanudó su persecución contra Lutero cuando se acercaba el momento de que Carlos V visitaría Alemania. El 25 de junio de 1520, el papa publicó la bula Exsurge Domine, que iniciaba con las palabras «Levántate, Señor, y juzga tu causa. Un jabalí ha invadido tu viña». La bula condenaba 41 errores declarados de Lutero, ordenaba que se quemasen sus libros y le daba a Lutero un plazo de 60 días —a partir de la publicación de la bula en su parroquia— para que se sometiese. Cabe preguntarse por qué le dieron tantas oportunidades a Lutero para retractarse cuando el Vaticano acostumbraba excomulgar sin tanta dilación, como el mismo papa lo afirmaba en el proemio de dicha bula. Uno de los supuestos errores de Lutero condenado por la bula era precisamente su oposición a que los herejes fuesen martirizados y quemados, declarando el papa que tales acciones no eran pecado ni contrarios a la voluntad del Espíritu Santo.
Alejandro Moreno Morrison
Articulista