(Verdad y Vida – Redacción).-
El pastor inglés John Stott afirmó en su libro «La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos», lo siguiente:
Cualquiera sea nuestro color político, todos los cristianos nos inclinamos a defender la democracia (definida popularmente como «gobierno del pueblo por el pueblo»).
No es que sea «perfecto o que encierre toda sabiduría», como lo admitió Winston Churchill en la Cámara de los Comunes el 11 de noviembre de 1947: «En efecto, prosiguió, se ha afirmado que la democracia es la peor forma de gobierno: a excepción de todas las otras que se han probado de tiempo en tiempo».
El hecho es que es la forma de gobierno más sabia y segura que se haya ideado hasta el momento. Esto se debe a que refleja la paradoja del hombre. Por un lado, toma en serio la creación (es decir, la dignidad humana) al negarse a gobernar a los seres humanos sin su consentimiento e insistir en que compartan la responsabilidad de las decisiones.
Por otro lado, toma en serio la caída (es decir, la depravación humana) porque impide que el poder se concentre en manos de una sola persona o de un grupo reducido de personas, e insiste en su distribución, protegiendo así a los seres humanos de su propio orgullo y necedad.
Reinhold Niebuhr lo resume así: «La capacidad del hombre para hacer justicia hace posible la democracia; pero su inclinación hacia la injusticia la hace necesaria».◄