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Kenneth Bae: “Lo viví como un retiro personal con Dios durante dos años”

[quote]“Oro para que aún pueda convertirme en un puente para conectar Corea del Norte con el resto del mundo. Pero no quiero ser el único puente”[/quote]

(Agencias/ VyV).-

El misionero Kenneth Bae fue detenido el 3 de noviembre de 2012 en Puerto Rajin, Corea del Norte, mientras realizaba una de las visitas guiadas a turistas, y según la organización en defensa de los cristianos perseguidos, International Christian Concern (ICC), su encarcelamiento se ligaba a actividades relacionadas con la fe en todo el país.
No solo la práctica del cristianismo está completamente prohibida en el país asiático, sino que cosas menores, como tener una Biblia, son castigadas sin piedad en esta nación.
Bae fue sentenciado a 15 años de trabajos forzados en 2013 por lo que el gobierno de Corea del Norte describió como “actos hostiles” en contra de su país. Durante su tiempo en prisión, Bae fue obligado a realizar trabajo forzoso que lo llevó a terribles dolores, desgaste físico y hasta afectó algunos de sus órganos.
Kenneth nació en Séul (Corea del Sur) y fue a Estados Unidos con su familia en 1985. Se mudó a China el 2006, donde empezó su trabajo como misionero. En 2010, empezó a liderar pequeños grupos para entrar en Corea del Norte, donde fue arrestado, llevado a Pyongyang para ser interrogado y declarado culpable. Después de dos años fue puesto en libertad y regresó a Estados Unidos.

La portada de su libro “No olvidado: La verdadera historia de mi encarcelamiento en Corea del Norte”
La portada de su libro “No olvidado: La verdadera historia de mi encarcelamiento en Corea del Norte”

Recientemente escribió un libro sobre esos dos años en la prisión: “No olvidado: La verdadera historia de mi encarcelamiento en Corea del Norte”. En su libro, Bae afirma que para el gobierno de Corea del Norte, ser un misionero es lo mismo que ser un terrorista. Para el gobierno, el evangelio de Jesucristo es muy peligroso”, dijo.
El misionero explica que “antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando solo había una Corea, había más cristianos en el norte que en el sur. Había un avivamiento enorme en Pyonyang que se llamaba la ‘Jerusalén del Lejano Oriente’. “Mi crimen era ir ahí y orar para que Dios hiciera ahí lo que un día hizo. Por eso, me consideraron un terrorista peligroso. Supongo que aún lo soy porque sigo orando por Corea del Norte”, añadió.

“Su gracia era suficiente”
“En Corea del Norte, aprendí de la fidelidad de Dios, experimenté su gracia y fui testigo de su compasión en maneras que nunca me habría imaginado antes. Aprendí a confiar en Dios y agarrarme a sus promesas”, recordó.
Para Bae, “Dios ha sido asombrosamente fiel y su gracia era suficiente, ya que su compasión por los perdidos es eterna”. Admitió que “aunque tuve momentos en los que estaba deprimido y había perdido la esperanza, y a veces me sentí abandonado y olvidado por el mundo, Dios estaba ahí. Como prometió, nunca me dejó o me abandonó”.

Un retiro personal con Dios
Kenneth dijo que durante su cautividad, “también aprendí que mi vida trata de Su voluntad y Su plan, no la mía (…). Aprendí que vale la pena vivir por Jesús, hasta vale la pena ir a la cárcel por Él. No habría aprendido esto de otra manera. Me sentí como si hubiera estado en un retiro personal con Dios durante dos años”.
“Mis dos años en Corea también me enseñaron a tener compasión por aquellos que aún viven en la oscuridad. El mundo les olvida pero Dios se acuerda de ellos”, manifestó Bae. Explicó que “en Corea del Norte hay más de 24 millones de personas que viven sin el conocimiento de un único Dios verdadero. Aún me acuerdo de las palabras de los guardias: ¿dónde vive este Jesús, en China o en Corea?”.
“Debemos orar por ellos y construir un puente hacia ellos por el cual podamos compartir el amor de Dios”, continuó. El epílogo del libro concluye citando Jeremías 31:33-34 mientras dice: “Oro para que aún pueda convertirme en un puente para conectar Corea del Norte con el resto del mundo. Pero no quiero ser el único puente”.

La oración es el arma más poderosa
Corea del Norte está pasando por un único régimen de gobierno, imponiendo al mismo tiempo un comunismo ateo y un culto a la personalidad que convierte en dioses a sus presidentes. Kenneth Bae dijo a la prensa que para el gobierno la fe es considerada una amenaza.
Recordó que los fiscales le dijeron: “Ha intentado derrocar al gobierno con sus oraciones y culto”. Fue entonces cuando el misionero entendió que “realmente ven la oración como un arma”, dijo a la cadena de noticias CBS.
También informó que escuchó a sus acusadores decir que él era “el peor delincuente y lo más peligroso que habían mantenido en el país desde la Guerra de Corea”. Al cuestionar por qué se consideró así, la respuesta lo sorprendió: “porque no hace el trabajo misionero solo, también invita a otros a unirse”.
Mientras estuvo preso cada vez que tenía la oportunidad, compartió su fe en Cristo con otros presos. Él explica que conoció a personas que nunca habían oído el nombre de Jesús. “Lo vi más como una bendición que una maldición o sufrimiento”, celebró.
“Yo no estaba allí como prisionero, pero me vi a mí mismo como un embajador de Dios, alguien que fue enviado por Dios para hacer su trabajo”, dijo. “Pido a los cristianos en todo el mundo orar e interceder por Corea del Norte. Después de todo, incluso los ateos de ese país reconocen que la oración es un ‘arma poderosa’”, dijo.
Lo vivido por Kenneth Bae, la persecución, encierro y el maltrato físico forman parte del precio que este hombre pagó por seguir a Jesucristo. Hoy en día, tras haber visto la mano de Dios obrar en su favor y justicia, relata su experiencia para aumentar el nivel de fe de aquellos que viven una situación similar, y a su vez, hace un llamado a reflexión para los cristianos que no padecen persecución de ese tipo y por lo tanto han tenido en poco el pagar el precio de ser un discípulo de Jesús.

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