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La Biblia y la Nueva Reforma

[quote arrow=»yes»]“La Iglesia debe continuamente re-examinarse en orden a mantener su pureza de doctrina y práctica. El cambio no debe ser ocasional ni compulsivo, sino el estilo de vida de la Iglesia de Jesucristo en términos de un proceso de transformación permanente… bajo la guía del Espíritu Santo y conforme a la Sagrada Escritura”[/quote]

La Biblia ocupa un lugar fundamental en la formación de la identidad evangélica latinoamericana, y en la proclamación del evangelio y el discipulado cristiano. No obstante, es importante que cada creyente que la lee con fe también la entienda con inteligencia. De allí la necesidad de ofrecer a los lectores del texto bíblico todas las herramientas necesarias, no sólo para su comprensión cabal, sino también para su aplicación efectiva en su singular contexto cultural latinoamericano.

Al acercarnos a la celebración del Quinto Centenario de la Reforma del siglo XVI, esta percepción y necesidad se han visto estimuladas con el recuerdo del significado e impacto del gran movimiento inaugurado por Martín Lutero en Wittenberg (Alemania), el 31 de octubre de 1517. Esto ha llevado a muchos líderes a considerar la necesidad de una Nueva Reforma, que resulte en un retorno serio y responsable a las Escrituras, y a un compromiso más profundo y cabal con el reino de Dios.

El gran teólogo reformado Karl Barth, en 1947, acuñó una frase, que luego fue repetida y usada por muchos: Ecclesia reformata semper reformanda (iglesia reformada siempre reformándose). La frase fue tomada de Agustín de Hipona, y se refiere a la convicción de que la iglesia debe continuamente re-examinarse en orden a mantener su pureza de doctrina y práctica. El cambio no debe ser ocasional ni compulsivo, sino el estilo de vida de la iglesia de Jesucristo en términos de un proceso de transformación permanente. El evangelio eterno debe encarnarse en cada cultura y en cada época de maneras nuevas. Para eso, la iglesia debe experimentar una renovación continua y continuada, en este estado de reforma permanente bajo la guía del Espíritu Santo y conforme a la Sagrada Escritura.

Después de quinientos años de testimonio evangélico en el todo el mundo y de más de doscientos años en América Latina, y con una presencia numérica significativa en el continente, hay suficiente experiencia acumulada como para retomar los principios fundacionales de la fe evangélica, tal como surgieron de la Reforma del siglo XVI. Estos grandes temas fundacionales de la Reforma (sola Scriptura, solo Christo, sola gratia, sola fide, sola caritas, sola ecclesia y soli Deo gloria) deben ser recuperados y vueltos a poner en vigencia. Pero este ejercicio debe darse ligado al texto bíblico, a fin de que la Palabra y la praxis cristiana se iluminen mutuamente, de modo tal que cada lector pueda comprender, “con todos los santos” en el mundo, la dimensión más plena del amor de Cristo (Efesios 3:18).

Según la perspectiva de muchos observadores de la realidad evangélica en el mundo y nuestro continente, la iglesia tradicional, tal como hoy la conocemos, ha llegado a su fin. Lo que sirvió en otros tiempos, ya no es pertinente. En el mundo, los cambios ocurren para derrumbar lo anterior, cuando lo anterior ha perdido su efectividad. En el reino de Dios, el verbo que se utiliza para referirse a estos procesos es más positivo y dinámico, y es el verbo sobreedificar. Con gratitud por lo vivido, aprendido y experimentado, pero con apertura a la revelación de lo nuevo de Dios, junto con un sincero arrepentimiento por los errores cometidos, debemos dejarnos modelar por el Alfarero, para que su iglesia sea el odre nuevo que él necesita para derramar su vino nuevo para este tiempo.

En este sentido, es urgente que quienes nos consideramos herederos de los grandes pilares de la Reforma, nos involucremos en el proceso de producir una Nueva Reforma bajo la guía del Espíritu Santo y la instrucción de la Biblia.Necesitamos que este proceso haga que la vida de la iglesia y su misión sean más bíblicas, atractivas y pertinentes para la transformación integral de la realidad. A tal efecto, debemos avanzar en el cumplimiento de esta transformación por medio de la implementación de una serie de estrategias de misión integral, inspiradas en los principios de la Reforma Protestante. Con ello podremos movernos hacia el logro de otros objetivos, como: promover la difusión, lectura, estudio y vivencia práctica de las Escrituras; motivar a la evangelización unida en cada ciudad; movilizar a los jóvenes en proyectos de transformación socio-cultural; estimular una reflexión teológica que dinamice una reforma constante de la iglesia; impartir a los pastores la visión y el desafío necesarios para que puedan liderar un proceso de recuperación de millones de creyentes que hoy no se congregan en ninguna parte; equipar a los creyentes para que sean los protagonistas de un avivamiento en el continente; y, favorecer el avance de la unidad de la iglesia en cada ciudad, que permita que el mundo crea.

Una de estas realidades más evidentes hoy es la del crecimiento numérico explosivo que se está experimentando en las filas evangélicas a lo largo y a lo ancho del mundo latinoamericano. Esto no deja de ser una gran bendición y el fruto de mucha oración y persistencia en el testimonio cristiano. Sin embargo, también representa un enorme desafío, especialmente el desafío de cómo sostener el crecimiento numérico sin perder la necesaria profundidad de una fe cristiana firmemente fundada en la Palabra de Dios revelada y escrita, la Biblia. Para que esto sea así, es necesario alentar el desarrollo de un ministerio docente responsable en las iglesias. Esto, a su vez, crea la necesidad de disponer de herramientas apropiadas no sólo para entender el texto, sino también para aplicarlo a las complejas circunstancias en las que se sirve hoy.

La Iglesia latinoamericana necesita involucrarse en un proceso de Nueva Reforma bajo la guía del Espíritu Santo, de manera que su vida y misión sean más bíblicas, atractivas y pertinentes para la transformación integral de la realidad. Es por esto que, al llegar a la conmemoración y celebración de quinientos años de testimonio evangélico en todo el mundo, las iglesias latinoamericanas tienen la maravillosa oportunidad de confirmar su fe y compromiso con el reino de Dios y de ser renovadas por el Espíritu Santo para confrontar los desafíos y aprovechar las oportunidades de servicio cristiano en los años que vienen. Como lo hicieron los padres de la Reforma Protestante, es necesario que este proceso comience con la apertura de las páginas de la Biblia para conocerlas, predicarlas y enseñarlas con una nueva unción (“vino nuevo”), de modo de levantar una nueva comunidad de fe (“odre nuevo”). Esta comunidad ungida es la que debe proclamar el evangelio del reino con fidelidad, hasta que “toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:11).

Pablo A. Deiros

[quote][icon type=»vector» icon=»momizat-icon-user4″ size=»32″ hover_animation=»border_increase» ]El Dr. Pablo A. Deiros es Vice-Rector del Seminario Internacional Teológico Bautista (SITB) en Buenos Aires, Argentina. Es un destacado maestro, conferencista internacional y escritor. Es autor de más de 60 libros. Sirve en la Junta Directiva de Latin-American Christian Ministries, Inc. y en la Junta Global de la Sociedad Bíblica International, Inc. Sirvió como pastor bautista por 50 años. Está casado, es padre de tres hijos y abuelo de siete nietos.[/quote]

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