Génesis 1:27-28, dice: «Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó. Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella».
El diseño de la humanidad fue planeado sobre la unidad de un hombre y una mujer que procrean hijos, y donde el hombre tiene funciones específicas como líder para alimentar, cuidar y proteger a su esposa y sus hijos; y la mujer tiene la función maravillosa de dar a luz sus hijos, y ser la ayuda idónea de su esposo para cuidar de los hijos y prepararlos para que se desarrollen como hombres y mujeres de bien; y que a su tiempo ellos formen sus propias familias.
Este modelo de familia fue el diseño de Dios. Familias unidas en amor, conectadas a su creador, para que pudieran consultarle cuando se enfrentaran a circunstancias y dificultades que no supieran como resolver. Y este modelo se repetiría constantemente para ir poblando la tierra con familias que se desarrollarían bajo la misma estructura y conectadas a Dios como su Creador y guía.
Una familia que vive bajo los principios bíblicos y en el orden establecido por Dios, permanecerá unida y será un modelo correcto para las siguientes generaciones. La unidad familias no se establece sobre la comodidad de una relación perfecta sin dificultades, sino más bien sobre la capacidad de manejar las diferencias y conflictos conforme a las enseñanzas de quien creó el matrimonio y la familia. Una familia saludable.
Mateo 19:4-6: «Jesús respondió: ¿No han leído las Escrituras? Allí está escrito que, desde el principio, ‘Dios los hizo hombre y mujer’. Y agregó: ‘Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo’. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido».
Bajo la dirección de Dios, el divorcio no existe.
Imaginemos una humanidad obediente a la guía del Diseñador y Creador de la familia. Veríamos familias felices por todo el mundo, compartiendo unas con otras, ayudándonos todos a todos, y sirviéndonos unos a otros por amor. Todas las familias ayudándose mutuamente cuando se enfrenten dificultades y circunstancias difíciles. Ese era el sueño de Dios. Que la tierra se poblara de familias unidas en amor obedientes a su Palabra.
Bajo ese modelo, no existiría el divorcio, ni los abandonos, ni familias sufriendo en soledad. Suena idílico, pero ese era el sueño de Dios. Lamentablemente, al menos una parte de la humanidad decidió no vivir a la manera de Dios, sino vivir a su propia manera, buscando una realización y una felicidad a su manera.
La decisión de esa parte de la humanidad, ha afectado a toda la humanidad, llevándonos a la realidad que vivimos hoy en día con familias quebradas en un alto porcentaje, millones de hijos abandonados, familias reconstituidas con muchas dificultades y finalmente llevando a las nuevas generaciones a un estilo de vida independiente sin compromiso con la familia ni con el diseño de Dios.
¡La Familia a la manera de Dios es una especie en peligro de extinción!
La Biblia dice que antes de la segunda venida del Señor, Él enviará el Espíritu del profeta Elías para hacer volver el corazón de los padres a los hijos y de los hijos a los padres. (Malaquías 4:5-6). Este pasaje lo entendemos como la profecía del último gran avivamiento que veremos en la tierra antes de la venida del Señor: Familias unidas en amor y dejando huellas de vida a las nuevas generaciones.
Vivir a la manera de Dios es una garantía de que disfrutaremos de muchas bendiciones y podremos bendecir a las nuevas generaciones.
¡Tu matrimonio y tu familia son el regalo más preciado que Dios te ha dado. Cuídalos!
Luis y Hannia Fernández
Pastores y consejeros
luisyhannia@libresparaamar.org