(Fernando Araujo – Aritculista).-
Generalmente como creyentes en Dios pensamos que si cumplimos los mandamientos (Decálogo) que Dios dio a Moisés a través de las tablas en el monte Sinaí tenemos ganado el cielo. Esto lo hemos creído a lo largo de muchos años, pero permítame decirle que no es así.
En primer lugar, cuando Dios dio la ley a Moisés no incluía sólo los mandamientos, sino habían también decretos, ordenanzas, juicios y fiestas a cumplir (léase Éxodo desde capítulo 19 en adelante) a todo esto se le conoce como el Pacto Mosaico.
Este pacto fue un pacto condicionante, ¿cómo es esto? Dios les dijo si ustedes hicieren todo esto, yo haré (Ex. 19:5); fíjense que en ese verso hay una palabra «SI», eso establece la condición; y si continúa leyendo en el verso 8; ya el pueblo de Israel había violado el pacto y Moisés todavía no había bajado del monte. Nadie, absolutamente nadie, ha podido cumplir la ley, sólo uno lo logró: Cristo Jesús. ¿Y por qué todo esto? Porque la salvación no es por obras, sino por gracia.
La gracia es la bondad de nuestro Salvador para con nosotros los hombres, «no por obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino por su misericordia» (Tito. 3:4-5).
«Porque la ley fue dada a Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo» (Jn. 1:17). «Somos salvos por gracia por medio de la fe, no por obras para que nadie se glorie y esto es don de Dios» (Ef. 2:8-9).
La Palabra de Dios dice en Gálatas 2:21: «No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia (salvación), entonces por demás murió Cristo».
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