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La otra persecución, la inmoral

La violencia, martirio y acoso institucional y gubernamental no son la única manera de persecución que sufre la Iglesia; de una década a la fecha se ha levantado una férrea, frontal y denigrante persecución contra el pueblo de Dios: la de grupos inmorales contra los principios de las Sagradas Escrituras y de la Iglesia que es la profesante y practicante de la moral bíblica.
Nos referimos a grupos que practican actos «contra natura», los cuales pervierten la moral y hacen ver sus acciones como «normales», esgrimiendo «tener derecho» a vivir como se les antoje. La alusión es clara; nos referimos a los grupos GLBT (gay, lesbianas, bisexuales y transgénero), quienes a través de un lobby muy bien instalado han permeado instituciones decisorias en material jurisprudencial y parlamentaria en muchísimas naciones del mundo. Esto se da especialmente en las naciones con sistemas de gobierno demócratas.
Es pues el lobby gay el peor inquisidor del cristianismo bíblico y conservador en la actualidad. Gente de mente reprobada por Dios que viola y destruye la institución más pura y hermosa de la sociedad como es la familia. Este lobby lo integran influyentes homosexuales que se han levantado en muchas naciones exigiendo «sus» derechos por encima de lo que Dios manda en su Palabra, la Biblia.
Las Escrituras son bien claras en cuanto al tema de la homosexualidad, las califica como pecado, sin ningún tipo de negociación o justificación alguna. Jesucristo vino a libertar al hombre de su pecado, sea la homosexualidad o cualquier otro, pero exige arrepentimiento (un cambio radical de mente y de acciones). Dios ama al pecador, vino a morir por nosotros en una cruz, pero condena al pecado. El Señor ama al homosexual, pero condena la homosexualidad; y más, condena a quien justifica sus actos perversos y los promueve como «algo normal».
Eso es lo que está haciendo este lobby gay al luchar por establecer «una igualdad» de las parejas homosexuales con las heterosexuales; podrán manipular las leyes y las constituciones humanas, pero jamás podrán modificar la voluntad de Dios contra estas «prácticas contra natura» que han sido eternamente condenadas en la Biblia. Por esta causa, el sostener y defender la Palabra de Dios en temas como la práctica homosexual le está costando a la Iglesia de Jesucristo una gran persecución por parte de este lobby pervertido.
Son sonados los casos de grandes ministros de Dios que por el hecho de defender la familia a la luz de su composición bíblica han sido atacados, ridiculizados y hasta demandados ante los tribunales por parte del lobby gay. Recordamos el «destape» de Ricky Martin que le llevó a replicarle públicamente a la apóstol puertorriqueña Wanda Rolón quien reprochó, Biblia en mano, al cantante porque quería hacer ver su inmoralidad como algo normal y justo. Igual pasó con el pastor Joel Osteen -entre otros- quien comentó en la TV que la unión es entre un hombre y una mujer, cuestión que le viene costando gran persecución a los cristianos.
Muchos han ido hasta tribunales por defender la familia como Dios la instituyó en naciones donde la inmoralidad ha tomado las instituciones de poder y gobierno. Y esto sigue, este lobby avanza y desea imponer la depravación sexual y moral en el resto de naciones demócratas del mundo, incluyendo a Venezuela, donde han venido trabajando sin descanso. Dios le otorgó libre albedrío a cada ser humano para comportarse, pero de ello dará cuenta al Señor el día del juicio final.
Estamos viviendo tiempos peligrosos, tiempos finales, donde la persecución de la inmoralidad llevará a los tribunales y la cárcel a los cristianos defensores de la moral y la familia. Bien lo dice Dios: «¡Ay de los que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno! ¡Ay de los que convierten la luz en tinieblas, y las tinieblas en luz!… ¡Ay de los que mediante el soborno justifican al malvado y despojan de sus derechos al hombre honrado! Por eso su raíz será como la podredumbre; por eso su flor se desvanecerá como el polvo, así como la llama del fuego consume el rastrojo y la lumbre devora la paja, porque despreciaron la enseñanza del Señor de los ejércitos y desdeñaron la palabra del Santo de Israel» (Isaías 5:20-24. Énfasis añadido).

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