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La tragedia del Amazonas

Todavía está fresco en nuestra memoria, el día que el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, expulsó del estado Amazonas a la organización cristiana Misión Nuevas Tribus (New Tribes Mission, en inglés). A saber, fue el 12 de octubre de 2005, tras la acusación «de ser agente de la CIA norteamericana» y de ser «una verdadera penetración imperialista, vergonzosa y dolorosa, que además explotan a los indios en nuestra propia casa», se le obliga a salir de Venezuela. Y como era de esperarse, esta injusta acción gubernamental fue apoyada por la jerarquía católica del país. 14 años después, las consecuencias son nefastas.
Traemos este vergonzoso y lamentable hecho contra nuestros hermanos de las Nuevas Tribus, tras el lamentable reporte escrito por la respetada periodista venezolana Sebastiana Barráez (publicado a finales de octubre en el portal infobae.com y puntodecorte.com), bajo el título: «El drama de las comunidades indígenas del Amazonas venezolano: sus niños se están muriendo».
En el mismo, Barráez cita que «el Observatorio de derechos indígenas Kapé Kapé (que significa en pemón “vuelo de aves y mariposas”, en alusión a la libertad), alertó que en solo una semana fallecieron cuatro pequeños, varios de la comunidad Jivi, ubicada al sur del país. Cómo viven y qué peligros enfrentan ante el auge de la minería y la falta de medicinas y personal». Además, «el licenciado Simeón Rojas, uno de los investigadores del observatorio mencionado, confirmó la información. “La mortalidad de niños indígenas se ha vuelto recurrente en Amazonas. Uno de los elementos es la desnutrición en las comunidades indígenas y no hay capacidad de las instituciones del Estado para responder esos casos. Tampoco hay campañas de promoción de salud y prevención en comunidades indígenas”».
En la nota, la citada periodista presenta una lista de niños que fallecieron por causa de enfermedades y con cuadros de visible desnutrición, debido a la negligencia oficial. «Para el Observatorio se evidencia, con las muertes de esos niños, “la falta de atención primaria en comunidades indígenas, ocasionada por la ausencia de personal especializado y de equipamiento e insumos en los ambulatorios”», cita Barráez y ofrece amplios y alarmantes detalles del Estudio 2019 de este Observatorio.
Sin querer entrar en el tema político que, según el Gobierno, motivó la expulsión de Nuevas Tribus de Venezuela en 2012, acusados de cometer «etnocidio», y «de ser fachada para labores de prospección geológica y minera». Todos al sur de Venezuela y en especial la zona amazónica, y la Iglesia de Jesucristo en nuestro país, saben muy bien que esto es falso y reconocen la gran labor que esta Misión realizaba, y que jamás se dedicó ni a la minería ni a entrometerse en asuntos políticos entre Venezuela y EE.UU. Esa acusación contra ellos en Latinoamérica es tan vieja como el diablo mismo.
La Misión Nuevas Tribus, cuya base principal estuvo en La Esmeralda, estado Amazonas, proveía a la población indígena de atención médica, medicinas, alimentos, educación, comunicaciones con el resto de Venezuela y el mundo (a través de artefactos de comunicaciones satelitales que facilitaban la ayuda y que motivó la acusación de ser agentes de la CIA). Junto con ellos, también fue expulsada ‘Alas de Socorro’, una organización misionera cristiana que tenía avionetas para el urgente traslado de los indígenas a los centros de atención hospitalaria y de alimentos, lo que ayudó a salvar cientos de vidas de nuestros indígenas. Ellos suplieron las deficiencias del Estado en esa materia durante la «IV y V Repúblicas», hasta que fueron injustamente expulsados en 2012.
De todo esto dan fe los propios indígenas, muchos de ellos son cristianos, personas preparadas e instruidas por los misioneros, quienes tuvieron años entre nosotros dejando las comodidades de sus naciones por amor a Dios y al prójimo indígena. Muchos tuvieron sus hijos selva adentro y ahí los criaron. Tampoco es cierto que todos eran norteamericanos, había canadienses, europeos, latinos y muchísimos venezolanos (para ser veraces, la mayoría eran venezolanos, sin contar a los indígenas mismos).
La Misión Nuevas Tribus permaneció en Venezuela, solo que en otra ciudad, fueron expulsados del Amazonas para luego ocupar sus territorios con otros extranjeros quienes han destruido nuestra naturaleza por la avaricia de la extracción indiscriminada e ilegal de minerales preciosos, entre ellos uranio y coltán. Si la excusa fue la transculturización, pues sépase que «los nuevos inquilinos» del Amazonas ahora les enseñan el islam y no precisamente de manera voluntaria.
¿Es pecado enseñar a leer a los indígenas? ¿Dónde está el delito en proveerles de ayuda médica y alimentaria? ¿Dónde la violación a las leyes al proveerles transporte aéreo gratuito tan vital en esas zonas inhóspitas? Hoy todavía las Nuevas Tribus ayudan a nuestros indígenas -pero con las impuestas limitaciones-, y les traducen la Palabra de Dios a sus dialectos, con la plena y voluntaria colaboración de los propios lugareños, hoy convertidos en personas educadas, muchos de ellos son buenos traductores y teólogos. Si eso es malo, ¿cómo podemos llamar a lo que revela el informe del Observatorio de derechos indígenas Kapé Kapé?
Hay muchas mentiras y cosas ocultas detrás del caso de la Misión Nuevas Tribus de Venezuela, lo que hoy sale a la luz, gracias al informe del Observatorio y al impecable reportaje de Sebastiana Barráez, es el producto de las injusticias de un gobierno que ni hace ni deja a los demás hacer; pero como bien dice nuestro Señor Jesucristo: «no hay nada encubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad se conocerá a plena luz, y lo que hayan dicho en secreto, a puerta cerrada, se publicará desde las azoteas [medios de comunicación y redes sociales]» (Lucas 12:2-3. NBV. Énfasis añadido). La justicia de Dios llegará…

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