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La verdadera guerra

Desde la caída del hombre en el Edén por causa de su desobediencia todo el plan divino original quedó trastocado, lo que movió a Dios a emitir su juicio condenatorio y la subsecuente consecuencia de la entrada de la maldición y la muerte en el planeta; pero dada su condición misericordiosa, el Señor anunció el envío de la solución, no sin antes condenar a Satanás que usó a la serpiente para tentar a nuestros primeros padres; a ella le dijo: «Y pondré hostilidad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Su descendiente [Jesucristo] te golpeará la cabeza, y tú le golpearás [herirás] el talón» (Génesis 3:15. NTV. Énfasis añadido).

Una vez repoblado el mundo por Noé y su familia tras el devastador diluvio, Dios llama a Abraham y de él constituye su pueblo Israel. Esta nación privilegiada mientras obedeciera al Altísimo todo le iba bien, pero una vez se apartaba de Dios para ir tras los ídolos muertos de las naciones paganas circunvecinas inmediatamente era asediada y atacada por naciones hostiles detrás de cuyos dioses estaba Satanás; aquél que una vez nos engañara a través de la serpiente, ahora se presentaba a través de diversas iconografías para lograr el mismo fin: que el hombre le adore y le sirva, en vez de hacerlo con Dios, pues para ese fin fuimos creados.
A partir del cumplimiento profético dado por Dios en Génesis 3:15, a través de Moisés y casi todos los demás profetas del Antiguo Testamento, vino Jesús al mundo para salvar a Israel y al resto de la humanidad de sus pecados y de la muerte eterna, lo que significó la entrada del Reino de los cielos al mundo. Entonces «desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mateo 11:12), dijo Jesucristo acerca de la verdadera guerra que se libra en el mundo y contra quién sucede esto.
Exactamente igual a lo que le pasaba a Israel al desobedecer a Dios, le sucede, en primer lugar, a la Iglesia de Jesucristo; «ya es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza primero por nosotros, ¿cómo será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?» (1ª Pedro 4:17). Y en segundo lugar a las naciones. Es la Iglesia de Cristo la llamada a librar la verdadera guerra, la espiritual, pues son los espíritus demoníacos los que influyen y manejan a quienes no tienen en su vida a Jesucristo como su Señor. Esa «violencia» de la que habla Jesús, es precisamente la que combate contra el establecimiento del Reino, lo que contextualizado se ejemplifica en el avance de la verdad y la justicia de la Palabra de Dios para que retroceda la maldad, la injusticia y todo género de pecado.
En Venezuela no existe ninguna «guerra económica» ni ningún plan humano para derrocar al gobierno y mucho menos desatar la violencia y la guerra civil; en realidad Venezuela está sufriendo del mismo mal que Israel cuando le daba la espalda a Dios. Nuestra nación, además de la idolatría que arrastra por la religión oficial, ha multiplicado sus altares a falsos dioses de la palería, brujería, santería y afines demoníacos; ¿las consecuencias?, tal como las de Israel: sequías prolongadas, hambre, pestilencias y enfermedades, otras naciones nos toman cautivos y saquean, escasez y miseria, el liderazgo gubernamental está abiertamente entregado a prácticas paganas haciendo hasta brujería en las principales instituciones públicas, entre otras.
La guerra es contra los poderes infernales que han invocado sobre Venezuela quienes juraron defenderla y llevar al pueblo a su plena realización, en justicia, prosperidad y equilibrio. Si Dios sacó a Carlos Andrés Pérez por entregarle su segundo mandato a la falsa deidad María Lionza, ¿qué garantía tiene este gobierno de que Dios no lo volverá a hacer con ellos? Si existe alguna guerra es esa, la que la Iglesia de Cristo libra con el poder del nombre de Jesús, porque «la batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!» (Efesios 6:12).
Como la Iglesia desde hace más de 1.900 años a la fecha lo ha venido haciendo a nivel mundial, en Venezuela también pasará, libramos una verdadera guerra contra las tinieblas y obtendremos la victoria: libertaremos a Venezuela -en el nombre de Jesucristo- de las garras del diablo y de todos sus emisarios, sean estos ministros del ocultismo o personalidades del gobierno que le han vendido el alma al diablo y con su proceder han sumido al país en la peor crisis de su historia. «¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?» (Romanos 8:31-32). ¡Amén y amén!

director@verdadyvida.org
@GeorgesDoumat

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