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Líderes exitosos y miserables

(Lucas Leys – Pastor y escritor).-

Los síntomas externos de una vida exitosa no siempre apaciguan el anhelo interno por una vida en plenitud.
El aplauso de quienes nos miran de lejos no siempre es el aplauso de quienes nos conocen de cerca y el aplauso del pueblo, no siempre es el de Dios.
Dinero, fama y poder se suelen lograr con talento y persistencia pero paz, gozo genuino y plenitud se logran con carácter.
Vivimos en una sociedad que confunde el éxito externo con la plenitud que emerge de un mundo interior ordenado y con armonía en las relaciones íntimas y por consecuencia, tenemos una iglesia que confunde elocuencia con unción, fama con influencia y habilidad con autoridad espiritual y entonces, de la misma manera que una revista secular pone en tapa una modelo en vez de a un cirujano que salva vidas, una revista cristiana pone a una cantante que vendió muchos discos en vez de un pastor que fundó una congregación de la nada y sin robar miembros de otras.
Para la iglesia, una de las dificultades que esta realidad produce es que con esta definición de qué es lo importante, las nuevas generaciones van perdiendo referentes que les ayuden a alcanzar esa vida plena que todos anhelamos. Me refiero a carecer de modelos y héroes dignos de imitar que les ayuden a trabajar en el mejor yo que puedan llegar a ser. Sin modelos claros de madurez cristiana las nuevas generaciones de líderes cristianos persiguen fama, dinero y poder igual que sus contrapartes seculares solamente que en escenarios distintos. Pero hay otro problema y es el fundamental y es que las personas que son celebradas por razones superfluas, tienden a descuidar el trabajar en lo más importante y de a poco se van encontrando con un vacío interior que creían tener saciado y antes de darse cuenta, están solos en el ministerio (aunque los rodeen multitudes), tienen un matrimonio en ruinas e hijos llenos de rencor. Son exitosos pero miserables.
A mí me da tristeza cuando me encuentro con líderes tan débiles que solo tienen talento y me alarma cuando son celebrados como autoridades espirituales simplemente por «predicar o cantar lindo» u organizar un evento grande. Por ejemplo hace un tiempo estuve en un evento donde estaba una cantante cristiana muy popular con muchísimos seguidores en sus redes sociales y en el backstage se dio una conversación acerca de una controversia doctrinal que había surgido en la ciudad. Los organizadores nos hacían preguntan interesados en qué pensábamos y no pasaron dos minutos sin hacerse obvio que esta cantante no podían hilvanar una idea articulada en la Biblia como opinión. Claro, su disco estaba tan lindo… Y por eso era «famosa» pero al terminar la conversación se hacía evidente cuán inmadura era en su fe.
Esta situación nos tiende una trampa a todos y es que a medida que esto ocurre, la iglesia va perdiendo profundidad teológica, autoridad moral y modelos que se diferencien a los del mundo.
El éxito que los líderes cristianos debemos perseguir tiene que ver con la fidelidad y el servicio. Fidelidad a Dios y servicio a quienes nos rodean. Sin fidelidad ni servicio solo nos estamos entreteniendo a nosotros mientras entretenemos a otros.
Jesús dijo claro que no hay nada oculto que no vaya a ser revelado (Marcos 4:22).
La inmadurez sale a la luz. El ego, sale a la luz. La inseguridad, sale a la luz y por eso no podemos dejarnos seducir por la idea mundana de éxito. El éxito verdadero tiene que ver con el secreto y no con el escenario. Con el consejo amoroso comprometido y preciso más que con el sermón impersonal multitudinario. Con la sonrisa de un hijo espiritual más que con el aplauso de alguien que solo te ha escuchado en Youtube.
No enfocarnos en una vida interior sólida, amar a nuestros seres más cercanos y como líderes buscar el bien de otros y no solo el brillo personal, tarde o temprano nos convertirá en personas miserables.
¿Qué piensas?

lucasleys.com

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