(Agencias/ VyV – BUENOS AIRES).-
El Gobierno de la República Argentina bajo el mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner estableció en 2011 unas severas medidas para evitar la fuga de capitales del país, imponiendo el conocido como ‘cepo cambiario’, que dificulta enormemente la compra de dólares en el país austral y las transferencias en esta moneda al extranjero.
Al igual que otros argentinos en el exterior, misioneros evangélicos -que son sostenidos por sus iglesias y llevan a cabo labores evangelizadoras y humanitarias en otros países-, viven de primera mano los serios perjuicios que han originado estas medidas.
«Según investigaciones disponibles, hay por lo menos 700 misioneros argentinos sirviendo fuera de nuestras fronteras, muchos de los cuales, al ser sustentados económicamente desde allí, ven drásticamente afectada su labor y manutención diaria», explica Federico Bertuzzi, misionero argentino y coordinador de PM Internacional en Europa.
Los misioneros que salieron de Argentina «con el apoyo financiero de sus iglesias, familias y amistades» están enfrentando situaciones de dificultad económica que «se ha ido agravando con el paso del tiempo», explica Bertuzzi. Las excepciones diseñadas por el Banco Argentino para realizar transferencias al exterior sin una pérdida de valor apenas se dan en el caso de las misiones. «En la práctica, es imposible de aplicar para una iglesia o agencia», afirma.
El problema para aquellos que están en el extranjero es que cualquier compra con tarjeta «sufre un recargo del 20 por ciento por parte de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP)». Además no pueden extraer más efectivo de ningún cajero automático. Si por algún medio se consigue enviarles desde Argentina las ofrendas que se recogen, estas deberán ser primero convertidas a dólares, «con lo que su valor original se habrá depreciado un 90 por ciento», explica Bertuzzi.
¿Qué hace la Iglesia?
El cuerpo de Cristo sólo busca ayudar a los demás a encontrar la salvación y a restituir la sociedad en la que se vive, el dinero no tiene fines de lujo o simplemente no se gasta en satisfacer vanidades, pero aun y con todas las trabas que puedan existir, se realiza la obra de Dios.
Bertuzzi reclama al Gobierno una solución, y advierte que «poner palos en la rueda a la misión de predicar el evangelio puede acarrear la ira divina, no importan las razones que se esgriman ni las formas en que se lleve a cabo».
El cepo cambiario «no afecta exclusivamente a nuestros misioneros» insiste Bertuzzi, «sino que también lo hace con otros incontables compatriotas, sean turistas, estudiantes, jubilados, pensionados, viajeros… Que sepamos, sólo hay dos otros países en el continente que aplican medidas similares desde hace años, ninguno de los cuales ha logrado solucionar por ello sus problemas económicos: Cuba y Venezuela».