(Agencias – Verdad y Vida).-
«José Antonio», como le decían los pobladores a José Antonio Tovar Colina antes de su muerte, era uno de los delincuentes más buscados por las autoridades venezolanas desde 2012. Nació en El Sombrero, estado Guárico y estudió en el liceo Alberto Isaac Padra del barrio Bicentenario. Allí su desempeño fue promedio y era tildado por los docentes como despistado, pero a los 17 años su conducta se tornó violenta y delictiva.
«El Picure», como le apodaban, se inició con robos de vehículos, extorsiones en el sindicato de la construcción ferroviaria y llegó a secuestrar y asesinar a comerciantes, ganaderos, niños, jóvenes y adultos. Hasta el 3 de mayo de 2016, cuando fue ultimado al enfrentarse a cuerpos policiales y militares, su prontuario criminal archivaba 18 solicitudes y una alerta roja de Interpol.
Algunos profesores de la zona están realmente preocupados al ver cómo algunos alumnos quieren seguir el ejemplo de «El Picure» o de algún otro miembro de su banda. «¡Es horroroso! Los regañamos, pero en sus casas ¿quién les dice que eso está mal?», dijo un docente.
De acuerdo a los testimonios recogidos, la banda de «El Picure» logró llevar al mundo de la delincuencia a jóvenes de la comunidad y de otras localidades cercanas. Les ofrecían dinero, drogas, armas y motos. Les enseñaban a escoltar a sus secuaces, a disparar las armas y manejar las motocicletas. Incluso aseveraron que la iniciación era el asesinato de un contrario.
«Si estos muchachos no tenían padres que los vigilaran, caían en las manos de ellos (delincuentes). Porque a veces en locuras de juventud se puede caer en errores graves», manifestaron.
El líder negativo empieza por las aulas
Fernando Pereira, educador con especialización en derechos humanos de niños, niñas y adolescentes y director de Cecodap, señaló que la admiración de algunos niños y jóvenes de El Sombrero hacia «El Picure» podría deberse a que los infantes ven al líder negativo como una figura de poder. «Tovar Colina disfrutaba de bienes que la gente común y corriente no tiene. Si un niño crece en una comunidad donde el crecimiento económico y social con el trabajo honesto es difícil, probablemente la figura delictiva se vuelve una alternativa para él», explicó el experto.
«Es necesario hablar con los niños, no nos queda de otra que hablar con ellos y escucharlos. Hay que hacerles entender que esta situación no es normal ni natural», aconsejó el director de Cecodap, respecto a los niños que viven con miedo de ser maltratados y hasta asesinados en los propios planteles por miembros de pandillas u otros niños agresivos.
Pereira advirtió que de no tomar medidas para atacar esto, la comunidad juvenil seguirá «soñando con ser como «El Picure», o ser parte de sus herederos. Esta es una generación en la que tenemos que erradicar la violencia. Hay que enseñarles que honestamente se pueden lograr muchas cosas».
Muchos de ellos, terminan soñando con ser malandros porque carecen de atención y de la autoridad de una figura paterna, ya sea porque el padre no está o porque aun estando allí, no ejerce su rol. Los niños necesitan una guía, alguien que les enseñe valores y principios, así como alguien que los discipline cuando no hagan las cosas bien. El rol que ejerce el padre, esa figura masculina de autoridad, es necesaria para el sano crecimiento físico, mental y espiritual de los niños.
Donde no hay autoridad, hay caos y eso aplica inclusive, a modo personal. Si Cristo no es la autoridad de una persona, esta persona no respetará a los demás y su vida será un caos, dará paso a la violencia, y a hará cosas que van en contra de lo que el Señor establece en su Palabra. Enseñe a los niños a llenar el vacío de su corazón con el amor de Dios.◄