(I am second – Verdad y Vida).-
Los primeros años de vida de Scott Hamilton fueron un tanto diferentes. Estuvo entrando y saliendo de clínicas puesto que sufría de una enfermedad “misteriosa” que le prohibía crecer conforme a su edad. Un día que el pequeño Scott salió del hospital y terminó yendo a una pista de patinaje sobre hielo. Desde ese entonces comenzó a patinar, para él era como un renacer y ese deporte le dio la oportunidad de tener la vida que no había podido tener cuando estaba en el hospital.
“El patinaje fue tomando un espacio en mi vida”, dijo. Fue progresando y más rápido de lo que esperaba, se mudó de casa para dedicarse por completo a este deporte. Estaba sumergido en el patinaje siendo instruido por sus mentores, patinadores expertos y mayores que él, que le enseñaban muchas cosas, pero “mucho de lo que me enseñaban no me estaba llevando en ninguna dirección”, agregó.
“No fue hasta que mi mamá perdió la batalla contra el cáncer, que algo se despertó en mí. Yo sabía que necesitaba algo más, algo mejor, sabía que debía encontrar algo que me diera fuerzas y mi mamá había sido mi fuente de fortaleza. Cuando ella estaba viva yo la hacía sentir decepcionada pero una vez que murió, yo no quería ser menos de lo que ella sabía que yo podía ser”, continuó Hamilton.
El momento de la fama
Tras la muerte de su madre, Scott solo pensaba y vivía para patinar. En 1981 ganó 16 competencias nacionales e internacionales, fue incluido en el Hall de la Fama Olímpico de EE. UU y en el de Patinaje Artístico Mundial. También se ganó el estatus de estrella cuando se unió a la gira de las “Estrellas sobre hielo”. Hasta ganó una medalla de oro en las Olimpíadas.
“Yo estaba feliz con mi trabajo y con estar trabajando todo el tiempo, estaba feliz con solo entretener, me estaba yendo bien y pensaba que eso era suficiente. El patinaje me había dado vida cuando era niño y me dio fuerzas cuando era adulto, pero no sabía que pronto cambiaría mi vida para siempre”. En 1997, en el mejor punto de su carrera, Hamilton se vio forzado a abandonar el hielo para someterse a quimioterapia al haber sido diagnosticado con cáncer testicular.
No entendía cómo era posible que hubiera sobrevivido ¿cuál es el propósito de mi vida? En ese momento el Señor comenzó a ejecutar parte de su plan para la vida de Scott y lo guio hasta conocer a su actual esposa Tracie. “Una gran parte de mi superación fue conocerla a ella. Me llevó a una iglesia cristiana, me presentó al pastor, Ken Durham, y lo primero que este hombre me dijo fue extraordinario: ‘Tienes que entender que el cristianismo es fe’, yo dije este es un buen punto de comienzo. Entonces comencé a estudiar la Biblia y ver cómo esta se aplica en tu propia vida”, explicó.
Pruebas de fe
“Cuando sobrevives al cáncer testicular y quieres tener una familia, no sabes cuáles van a ser los problemas a los que te vas a enfrentar. Yo oré para que algún día pudiera convertirme en padre. Tracie y yo nos comprometimos, nos casamos y mi hijo Aidan nació 9 meses y 2 días después de habernos casado, así que creo que Dios tenía su plan trazado”, dijo, demostrando así que ya el Señor le había concedido algunos milagros.
Pero muy pronto, la salud de Scott nuevamente estaría comprometida, tenía un tumor cerebral. La esposa al escuchar la noticia simplemente “tomó mis manos y sin dudarlo, comenzó a orar. Fue en ese momento que supe dónde iba a poner todo, mi confianza, mi fe, todo; fue el momento más poderoso de mi vida. Desde ese punto en adelante dijimos, sea lo que sea, nos cueste lo que nos cueste, lo enfrentaremos juntos con Dios”, aseguró.
Tras realizar una biopsia “encontraron que había nacido con el tumor y que este era lo que impedía mi crecimiento, esa era la enfermedad misteriosa que yo tenía cuando era pequeño, que me llevó al patinaje. ¿Quién sería yo sin ese tumor cerebral? Yo pude haberme enfocado en la debilidad, en el sufrimiento, yo escogí ver a ese tumor como el mejor regalo que pude haber obtenido porque hizo que todo lo demás fuera posible”.
Después de removerlo por completo, el tumor reapareció luego de seis años. En esta oportunidad Scott no creía que sobreviviría. Llegó a un punto donde estaba comenzando a sentirse realmente débil, pero una enfermera pasó por su habitación en la madrugada y todo volvió a cambiar.
“Yo estaba incómodo y me preguntó si podía traerme algo, le dije que no, que estaba un poco asustado, ella me dijo: ‘¿Usted ora?’, le dije que sí. Entonces preguntó: ‘¿Qué dices cuando oras?’. Le dije que solo le agradecía a Dios por todas las bendiciones en mi vida ‘¿Le pides algo?’. No, solo quería que supiera que estoy agradecido. Ella continuó: ‘¿Quién es Dios para ti?’. Le dije: Mi padre. ‘Su padre, ¿no?’, si, respondí. ‘¿Si uno de sus hijos estuviera sufriendo, no querría que ellos vinieran a usted para encontrar consuelo y fortaleza?’. Con lágrimas en mis ojos nuevamente dije: Si”, recordó.
Así que desde ese momento cambió su manera de orar, ahora le pedía sin inhibiciones, le pedía que lo sanara, fuerza, coraje, por otro hijo. “Ahora que sobreviví al tumor en la pituitaria, era prácticamente imposible tener hijos, sería un milagro. Me inyecté seis veces por semana durante dos años y aun así no podíamos tener otro hijo. Se lo entregamos al Señor y un mes después nos enteramos de que Maxx venía en camino, otro milagro”.

Ahora cuando piensa en su vida y recuerda esos momentos donde necesitó una gran cantidad de fuerzas, “entendí que a través de una fuerte relación con Jesucristo, uno puede superar todo. Entendí que la única discapacidad en la vida es tener una mala actitud. Dios está ahí para guiarte durante los tiempos difíciles, Dios está ahí en cada momento”.
Los Hamilton han apoyado muchas organizaciones que promueven la adopción de niños huérfanos de países menos privilegiados. En el año 2014, ellos mismos, por iniciativa de su hijo mayor, concretaron la adopción de los hermanos Jean Paul y Evelyne, nativos de Haití.
En algún momento Scott y Tracie pensaron que no podrían tener una familia, primero fue el cáncer, luego dos tumores, tratamientos sin resultados, lo que no sabían era que Dios ya tenía un plan para ellos, la gran familia que ahora son, por eso todos viven con la creencia de que Dios es su fortaleza por sobre cualquier situación. Usted también puede lograrlo si pon e su fe y su vida entera en las manos de Cristo… ¿Qué espera?, hágalo ya.◄