(Oscar Agüero – Apóstol).-
A Abel le quitaron la vida, la oportunidad de demostrarle a Dios cuánto le amaba, por más tiempo del que lo hizo, mientras estuvo con nosotros. Sin embargo, su sangre habla hasta el día de hoy. Tuvo testimonio de haber dado más excelente sacrificio.
A Isaac le quitaron el terreno y lo echaron, le dijeron: «Vete, porque más poderoso que nosotros te has hecho». Luego le quitaron los dos primeros pozos. Tuvo la fe de creer que Dios no sólo es Dios de terrenos fértiles, sino de hallar agua en lugares desiertos.
A José le quitaron su túnica de colores, le quitaron su libertad, lo vendieron como esclavo. Pero la Biblia dice que José era próspero, que es rama fructífera.
A Israel en una oportunidad le quitaron el arca, la llevaron a otra nación, la pusieron junto a dioses que no lo son, pero al otro día los falsos dioses estaban postrados junto al arca.
A Jesús le quitaron sus vestidos, el manto lo repartieron por suerte, le quitaron con golpes hasta su apariencia, le arrancaron hasta su barba. Pero tiene un Nombre que es sobre todo nombre, está sentado a la diestra de Dios, es Señor del cielo y de la tierra. En síntesis, no importa lo que puedan quitarte, el regocijo nuestro no es la posesión material que tengamos.
Él dijo: que nos regocijemos porque nuestro nombre está escrito en los cielos.
En el cielo no se conocen las personas por lo material que tengamos, allá se conocen por estar escrito en el Libro de la Vida. Este libro fue escrito por Dios de acuerdo a su pre-ciencia. Sé que en un momento de la vida podemos perder cosas, pero un día los perdidos éramos nosotros y Cristo nos vino a buscar. Si consideramos todo perdido por perder algo aquí abajo; entonces no somos de arriba. Pablo dijo a una iglesia, habéis padecido con gozo el despojo de vuestros bienes.
La historia de tu vida no ha terminado; en los momentos difíciles demostramos a Dios cuál es la revelación que tenemos y porqué le seguimos. Hay cosas que son movibles y están las eternas. Las que vemos son perecederas, las que no se ven son eternas, el amor no se ve, la misericordia, la firmeza, el no venderse o cambiar por dinero. Un auto lujoso se ve, una hermosa casa se ve, las joyas preciosas se ven.
La integridad no se ve, no se puede palpar, pero mientras obras hay un lápiz en el cielo escribiendo; como Job que dijo: «Aunque él me matara, aún en el seguiré confiando». Ya lo había perdido todo, pero le quedaba algo por lo cual Dios le hizo que se le duplicara todo, él tenía integridad; demuéstrale a Dios que eres de los que tienen la mirada más allá de lo que ven tus ojos, demuéstrale a Dios tu integridad, todo lo que el enemigo puede robarte va a ser devuelto siete veces más. ¿Puedes creerlo? Pero en los momentos de pruebas y luchas, cuida tu boca de lo que hablas, no cambies tu adoración, como dijo Abraham: «IREMOS, ADORAREMOS Y VOLVEREMOS».
El que va con Dios volverá con Él y con el premio.
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