(Acontecer Cristiano – Verdad y Vida).-
Un hombre cristiano que sabe que la Palabra de Dios es vida, sale por las noches y deja una Biblia en cada puerta de las casas, a pesar que puede ser encarcelado por hacerlo.
Dejar Biblias en las casas es una misión peligrosa en Arabia Saudita, donde está estrictamente prohibido evangelizar a los musulmanes. Pero Baqur, (nombre cambiado por su seguridad), se arriesga distribuyéndolas en secreto para que muchos conozcan a Cristo.
Baqur quiere que la gente comience a leer las Escrituras, por eso se dirigió a un pueblo donde nunca estuvo antes y durante la noche y en silencio, dejó una Biblia en la puerta de cada casa, luego oraba a medida que se alejaba del lugar.
Un tiempo después volvió al pueblo y la gente vio que no era del lugar, también reconocieron que era un extranjero. Le preguntaron si él era un musulmán. Él respondió que no, que es cristiano, aun sabiendo que corría el riesgo de ser llevado a prisión por confesar abiertamente que es discípulo de Jesucristo.
Para su sorpresa, otro hombre se une a la conversación y comienza a hacerle preguntas sobre una Biblia que encontró en la puerta de su casa. Baqur le pide que traiga la Biblia, era la misma que un tiempo antes el misionero había dejado en la entrada de aquella casa. El hombre salió corriendo a buscar su Biblia y rápidamente regresó. Es en ese momento Baqur comenzó a conducir su primer estudio bíblico en ese lugar, ¡la estrategia había dado resultado!
Baqur agradeció a Dios al ver a los líderes musulmanes de aquel pueblo leer la Biblia y entregar sus vidas a Cristo. “Solo mediante la lectura del Evangelio, los musulmanes pueden encontrar a Jesús y el camino al Padre”, dijo.
Una estrategia que da fruto
Con esta estrategia, Baqur llevó el mensaje de salvación a un pueblo en Arabia Saudita. En los últimos años ha bautizado a algunos de ellos. En el país estos nuevos creyentes no pueden unirse a una iglesia existente por la persecución que sufren si son descubiertos, por lo que Baqur les ayudó a formar pequeños grupos para que reciban clases de discipulado y crezcan en número y en su vida espiritual, recordándoles las palabras de Jesús en Mateo 18:20, «porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Este misionero cumple con la Gran Comisión de predicar y hacer discípulos a las naciones, sin importar el riesgo que pueda sufrir porque para él, así como para el apóstol Pablo «el vivir es Cristo y el morir es ganancia».◄